El pasado 31 de julio de 2025, Fabián Polosecki hubiese cumplido 61 años. Se le hicieron un montón de homenajes. Y Polo aún no tenía su propio post en este blog. Había que corregir eso.
Cuando Polo se quitó la vida, el 3 de diciembre de 1996, muchos sabíamos que –por su talento, su trayectoria, su final trágico, a los 32 años– iba a convertirse en una figura de culto. El tiempo nos dio la razón. ¿Por qué estábamos tan seguros? La profundidad de sus entrevistas, su enfoque humano, las técnicas y el lenguaje que usó en sus relatos, un híbrido entre la historieta y el documental, marcaron un antes y un después en la narración audiovisual. Sus conversaciones distendidas, la cercanía que lograba con sus entrevistados, su capacidad para lograr que todos nos olvidemos que había una cámara, lo convirtieron en un ser inolvidable para quienes disfrutamos de sus programas. Tan querido fue el tipo que, con los años, le aparecieron muchos amigos imaginarios. Mi hermano Javier sí fue su amigo. Nadie le pregunta nada, pero tiene montones de historias para contar. Yo fui su compañero en la secundaria, E.T. Nro 9 Ing. Luis. A. Huergo, milité con él en la Fede. Siendo periodistas de la misma generación, sin haber compartido redacciones, fuimos vecinos en espacios de trabajo como editorial Atlántida. Y cuando ya no estuvo, acepté una sección en Descubrir que iba a ser para él. Se llamó «Vidas de Otros». La idea fue de Hugo García pero la terminó apadrinando el genial Turco Tangir, secretario de redacción de la revista.
Polito ya no estaba entre nosotros, pero yo todavía podía suplantarlo, si no en el mundo real, sí en mi imaginación. Entonces, cada vez que enfrenté alguna de esas personas intenté hacerlo imaginando qué hubiese preguntado, qué faceta hubiese explorado, cómo se hubiese acercado Polo a ellas. Sin su talento, la única manera de compensar era trabajando mucho».
Hoy no es el día de contar anécdotas –las hay y muy interesantes– sino el de decir que se han cuestionado las intenciones de sus pretendidos sucesores, entre imitadores confesos e intentos más o menos rústicos por recrear la magia del Polo de El otro lado o El visitante. Lo más bonito que se puede decir de una persona talentosa es que haya sido inspiradora. Y vaya si lo fue, Polito.

«EL OTRO LADO». Objetos voladores, 01/06/1994








