El ovni de Socorro, a punto de explotar: informe preliminar

El incidente que lanzó al sargento Lonnie Zamora a una fama no deseada sigue generando debate 60 años después. Marcas en el suelo, fuego azul y dos figuras extrañas hicieron de este caso un enigma que parecía desafiar toda explicación. Fue el supuesto encuentro con un ovni que transformó a J. Allen Hynek en el “Galileo de la Ufología” y se convirtió en el expediente más emblemático del Proyecto Blue Book. Pero, ¿y si la respuesta era más terrenal? Un exalumno del New Mexico Tech revela una historia diferente: su tardía confesión podría cerrar el misterio. ¿Experimento? ¿Broma? ¿Algo más?

Por Heriberto Janosch

El autor agradece la colaboración del periodista, escritor e investigador Patricio Abusleme Hoffman

El incidente ocurrido en Socorro, Nuevo México, el 24 de abril de 1964, es reconocido como uno de los encuentros más sólidos y documentados en la historia de la investigación oficial de ovnis, hoy llamados Fenómenos Aéreos No Identificados (FANI o UAP, por su sigla en inglés), registrados por el Proyecto Blue Book de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Su relevancia no solo radica en la credibilidad del testigo principal, el oficial de policía Dionicio E. (Lonnie) Zamora (1933-2009), sino en la evidencia física encontrada en el lugar de los hechos y la ausencia de una explicación convencional convincente.

El evento tuvo lugar aproximadamente a las 17:45 horas, cuando el oficial Zamora, mientras perseguía a un vehículo que iba con exceso de velocidad sobre la Ruta 85, al sur de Socorro, fue interrumpido por un estruendo súbito acompañado de una columna de llamas que parecía provenir de una zona cercana a un almacén de dinamita. Ante lo que presumió una explosión accidental, Zamora abandonó la persecución y se dirigió hacia el área para investigar.

No bien llegó a una elevación que le permitió observar el valle, divisó, desde una distancia mayor a 100 metros, un objeto que le pareció un automóvil apoyado sobre su capot o sobre su baúl. El objeto descansaba sobre lo que le pareció eran dos patas metálicas, aparentemente estructurales, que lo sostenían directamente sobre el suelo. En las inmediaciones del objeto, Zamora detectó la presencia de dos figuras, vestidas con trajes blancos enterizos. La escena del automóvil y las dos figuras fue observada durante unos dos segundos. Siguió avanzando con su patrullero perdiendo de vista la escena al pasar detrás de una loma. Luego de luchar contra los obstáculos del terreno llegó a ubicarse más cerca de la escena.

La distancia mínima a la que Zamora se situó respecto del objeto fue de aproximadamente de entre 30 a 40 metros. Desde ese punto, presenció cómo el objeto emitía un sonido intenso, descrito como un rugido similar al de un motor, acompañado de una llamarada azulada y anaranjada que emanaba de su parte inferior. Zamora seguía pensando en un automóvil tumbado, pero casi inmediatamente pensó que iba a ocurrir una explosión y entró en pánico, alejándose rápidamente unos 30 o 40 metros. Mientras se alejaba miraba hacia atrás de vez en cuando, y observó que el objeto se elevó verticalmente hasta alcanzar una altura estimada de 4,5 a 6 metros (15 a 20 pies), donde se mantuvo suspendido unos segundos. En ese momento, Zamora tropieza y pierde su gafas correctivas de miopía. Posteriormente, el objeto comenzó a desplazarse horizontalmente, siguiendo el contorno irregular de un barranco, aproximadamente a 1 metro del suelo, hasta perderse de vista en dirección suroeste. Toda esta última secuencia fue observada por Zamora sin sus gafas. Recién cuando el objeto hubo desaparecido, el Policía regresó al punto donde había tropezado y recuperó sus lentes. Increíblemente, en ninguno de los informes consultados se consideró relevante especificar la graduación de sus gafas, que no usó en parte de la observación, pero se entiende que, si las llevaba mientras perseguía a otro vehículo, sufría de miopía. 

El sitio fue posteriormente inspeccionado por autoridades locales, así como por investigadores de la Fuerza Aérea, entre ellos el Dr. J. Allen Hynek (1910-1986), astrónomo y consultor científico del Proyecto Blue Book. En el lugar se encontraron marcas en el suelo, que se interpretaron como correspondientes a las patas de soporte del objeto, así como zonas de vegetación calcinada. Los análisis de suelo y vegetación no revelaron la presencia de residuos radiactivos ni de químicos asociados a combustibles convencionales.

Zamora calculó que la observación tuvo una duración total de unos 50 o 60 segundos, de los cuales la fase más crítica —despegue y vuelo final— ocurrió mientras observaba sin sus gafas. Pese a ello, su relato se mantuvo firme, detallado y consistente en cada entrevista posterior. La investigación exhaustiva de la Fuerza Aérea, que incluyó la verificación de vuelos de aeronaves experimentales, globos meteorológicos y pruebas militares en las cercanías, no logró identificar el origen o la naturaleza del objeto, por lo que el caso fue oficialmente clasificado como “desconocido”.

La combinación de un testigo creíble y capacitado, la existencia de evidencia física documentada y la falta de una explicación convencional convirtió al caso Zamora en uno de los expedientes más sólidos dentro de la investigación sobre Objetos Voladores No Identificados (OVNIs) en los Estados Unidos.

DEL EDITOR. En 1980 pude entrevistar al Dr. J. Allen Hynek en el departamento de Guillermo Carlos Roncoroni, junto con el Dr. Alan March. Hynek aún mantenía su convicción de que el caso Socorro era «un verdadero enigma», sobre todo porque, unos años más tarde, volvió al lugar y observó que parte de las huellas «permanecían allí». Como he señalado en otro artículo, mi impresión de «El Galileo de la ufología» es que era una persona honesta con un gran deseo de creer.

El papel de J. Allen Hynek

El caso Zamora no solo quedó registrado como uno de los expedientes emblemáticos del Proyecto Blue Book, sino que también marcó un punto de inflexión personal y profesional para J. Allen Hynek, el astrónomo contratado por la Fuerza Aérea de los Estados Unidos como asesor científico para la identificación de informes sobre ovnis.

Desde 1948, Hynek había colaborado con la Fuerza Aérea, actuando como científico, cuyo trabajo consistía en analizar informes de avistamientos y, cuando era posible, proporcionar explicaciones basadas en meteorología, astronomía o fenómenos ópticos. No era un escéptico militante, sino un científico cuya tarea era encontrar explicaciones naturales antes de calificar a un caso como desconocido. Casi siempre, Hynek lograba identificar globos meteorológicos, estrellas, aviones o ilusiones ópticas, resolviendo los incidentes de manera razonable. Pero el caso Zamora fue diferente.

Desde el primer momento, Hynek se encontró con un testigo excepcionalmente creíble: un oficial de Policía con buen expediente, que no buscaba publicidad y que, por el contrario, mostraba una clara incomodidad a causa de la atención recibida. Además, la inspección del lugar de los hechos reveló evidencia física —marcas en el suelo y vegetación quemada— que coincidía perfectamente con la descripción de Zamora. No había explicación astronómica, atmosférica o tecnológica evidente que pudiera encajar de forma lógica con el incidente.

Hynek, tras realizar su evaluación, no pudo explicar el caso y lo clasificó como “desconocido”, algo que, aunque poco común, ya le había ocurrido antes. Sin embargo, la contundencia y coherencia de la evidencia de este caso, y algunos otros pocos, fue lo que le llevó a replantear su enfoque general sobre el asunto. Por primera vez, Hynek comenzó a sospechar que detrás de algunos de estos casos podría existir un fenómeno real, genuino y merecedor de una investigación científica sistemática, libre de prejuicios y abierta a hipótesis fuera de lo convencional.

Ese proceso de reflexión, en parte propiciado por el caso Zamora, culminó en 1972 con la publicación de su obra más influyente, The UFO Experience: A Scientific Inquiry (1), donde propuso un nuevo marco de clasificación para los encuentros cercanos, incluyendo las categorías hoy famosas de Primer, Segundo y Tercer Tipo. En arreglo a ese mismo espíritu, Hynek fundó el Center for UFO Studies (CUFOS), una institución dedicada a la investigación rigurosa y científica de los OVNIs, integrando método científico con testimonios de alta credibilidad y análisis de laboratorio.

La historia de Hynek es inseparable de la de Socorro.

El caso Zamora fue una de las llaves principales, si no la principal, que abrió su mente hacia la posibilidad de un fenómeno auténtico, y fue el punto donde dejó de limitarse a explicar y empezó a explorar. Así, pasó de ser un científico externo al tema a convertirse en el mayor promotor mundial de un enfoque científico serio y responsable hacia el estudio de los ovnis. Otros investigadores han dedicado años a su estudio, muchos de ellos siguiendo sus huellas.

El contexto: New Mexico Institute of Mining and Technology

En la década de 1960, el New Mexico Institute of Mining and Technology, conocido como New Mexico Tech, era una institución académica de alto nivel técnico ubicada en la pequeña ciudad de Socorro, Nuevo México. Su prestigio se centraba en la formación de ingenieros, geólogos y científicos con un fuerte enfoque práctico. A pesar de su reducido tamaño, el campus había ganado una reputación local por el ingenio de sus estudiantes, quienes destacaban tanto por sus habilidades técnicas como por una marcada inclinación hacia las bromas elaboradas (pranks), muchas de las cuales ponían a prueba su creatividad y conocimientos en mecánica, electricidad y otras disciplinas aplicadas.

Las bromistas formaban parte de la cultura no oficial del instituto, y aunque no existía un registro formal de estas actividades, eran bien conocidas entre estudiantes, profesores y la comunidad local. El carácter práctico de las carreras impartidas en el New Mexico Tech propiciaba un entorno en el que los estudiantes desarrollaban proyectos improvisados, sistemas ingeniosos y mecanismos creativos. Estos conocimientos técnicos solían ser parte de bromas internas, que iban desde intervenciones en espacios comunes del campus hasta modificaciones o alteraciones temporales de estructuras o dispositivos dentro de la universidad.

Más allá de las bromas, existía un componente de exploración técnica extracurricular. Los estudiantes, motivados por la curiosidad científica y el deseo de aplicar los conocimientos aprendidos, solían realizar actividades fuera del horario académico, muchas veces en los terrenos desérticos circundantes. Estos espacios, alejados de la supervisión directa de profesores y autoridades universitarias, permitían realizar pruebas informales de habilidades técnicas y proyectos experimentales personales.

Este ambiente fomentaba una cultura de creatividad técnica y cierto espíritu irreverente, donde el conocimiento aplicado se combinaba con el humor y el deseo de sorprender a compañeros y docentes.

La fama de ingeniosos y bromistas acompañaba a los estudiantes del New Mexico Tech fuera del campus, alimentando cierta percepción pública de que el instituto era capaz de producir mentes capaces de cualquier cosa, al menos desde el punto de vista técnico. Esta reputación, aunque exagerada en ocasiones, refleja el espíritu de una institución donde la práctica y la inventiva eran tan valoradas como la teoría.

La revelación

En 1981, diecisiete años después del incidente de Socorro, Kevin Ashley había comprado artículos de prensa en una edición especial dedicada al caso, y hablaba del tema con sus compañeros de trabajo. Uno de ellos, apoyado en el marco de la puerta, sonrió y dijo: “fui yo”. Quien hablaba era Bruno R., un ingeniero, exalumno del New Mexico Tech. Le comentó a Ashley los pormenores del incidente y algunas pruebas que estaban realizando en el lugar del supuesto aterrizaje, más que nada por diversión (2). Tenemos los datos completos de este autor confeso, hoy con 83 años.

BRUNO R.

Bruno y un compañero, estaban experimentando extraoficialmente con dinamita. Básicamente, encendían la mecha de la dinamita que se encontraba tapada por un tambor metálico, y veían hasta donde llegaba por el aire el tambor, luego de la explosión.

Habrá en breve segundo informe, más detallado. Por el momento, a modo de resumen, podemos decir que hubo tres fases de observación en el incidente:

—En la primera fase Zamora ve un vehículo y a los dos estudiantes, desde más de 100 metros, durante unos dos segundos. Pensó que se trataba de un vehículo accidentado y fue a ayudar.

—En la segunda fase Zamora se acerca a unos 30-40 metros de la escena y sigue pensando en un accidente con un coche tumbado, pero casi de inmediato se escucha un fuerte ruido y se ven unas llamas, Zamora entra en pánico y se aleja del lugar, y cuando mira hacia atrás ve el tambor volando por los aires a unos 6 metros del suelo.

—En la tercera fase Zamora pierde las gafas al tropezar en la huida, y cuando se acerca sin gafas ve al coche de los estudiantes alejándose hacia el sudoeste (con miopía y sin gafas luego lo describiría como un globo que se alejaba a 1 metro del suelo aproximadamente). 

A raíz de las primeras informaciones recibidas hemos intentado ponernos en contacto con otros exalumnos del New Mexico Tech que, tal vez, podrían aportar más datos del incidente: Robert Cudney, Peter Kun, y Woodrow Monte.

Hasta el momento ninguno de ellos ha contestado a nuestra requisitoria.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

1) Hynek, J. A. (1972). The UFO experience: A scientific inquiry. Chicago: Henry Regnery Company.

2) Ashley, K (2017). A new witness?

SEGUNDO INFORME, DISPONIBLE

En su búsqueda de una explicación del caso Socorro (1964), el Dr. Heriberto Janosch contactó al ingeniero Kevin J. Ashley, ex estudiante del New Mexico Tech. En 1981, un colega le confesó haber sido responsable del incidente, lo que llevó a Ashley a formular una hipótesis que concilia el testimonio de Zamora con los datos recogidos en la época. ENTRAR DESDE AQUÍ

[Investigación en curso, habrá novedades]

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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