“Las tardes del sol, las noches del agua”, un tema de Fito Páez incluido en el álbum de Circo Beat, está basado en una historia real sucedida a fines de 1993 en la localidad entrerriana. Anticipo de un nuevo libro del editor de Factor.
Por Alejandro Agostinelli
En julio de 2015, vacacionando en San José, cerca de Colón, Entre Ríos, improvisé una escapada a Villaguay, el pueblo de la “endemoniada” más famosa, y a la vez menos conocida, del país. De la noticia habló todo el mundo durante las dos primeras semanas de noviembre de 1993, y la secuela cultural más perdurable es “Las tardes del sol, las noches del agua”, cuarta canción del disco de Fito Páez, Circo Beat (1994).
¿Qué andará pasando, andará rondando por Villaguay? Andaba rondando una cosa sin forma ni nombre, algo que volvía ominoso ese temor. En la letra de Páez, las extrañas circunstancias solo permitían que esa chica manejara un inglés decente sin haberlo aprendido. No comía ni hablaba, sus ojos no podían ver. Escondida en un extraño fulgor, entre las flores del alba, el Mal tomó su piel y su voz y su mirada. Páez tomó nota de su carácter huidizo. Las campanadas de una parroquia como “la furia de dios” es quizá la idea más picante de la canción. (Escuchá el tema en Historias Extrañas, donde al final del podcast lo dejamos correr completo).
María sólo tenía 13 años de edad cuando se descubrió, y la descubrieron, “poseída por el Diablo”. Vivía con su madre, ambas eran católicas y, aparentemente, sin una presencia fuerte de lo religioso en su vida cotidiana. Cuando empezaron los trances de María, tortuosos y asombrosos para los que la iban a ayudar o sacar provecho, era imposible imaginar que aquel estigma satánico iba a decantar en una suerte de leyenda urbana, gracias a la obstinada decisión que tomaron casi todas las personas involucradas: nadie más volvió a hablar del asunto.
Hace siete años, cuando me propuse volver sobre el caso, me ayudó mucho un periodista local: Ceferino Azambuyo. Él me proporcionó el casete con la única entrevista disponible de la época a las protagonistas, que dejo completa aquí. También me ayudó el modesto archivo de recortes de prensa que había reunido cuando ocurrió el evento, jurándome volver cuando las aguas estén mansas. De aquel dossier el artículo más destacable resultó ser la puntillosa crónica del colega Jorge Aulicino: a pocas horas de difundida la noticia palpó el ambiente y recorrió la escena, a dos kilómetros del centro de Villaguay, junto al fotógrafo José “Pepe” Mateos. Aulicino, periodista, escritor y consagrado poeta, entrevistó a los sacerdotes Máximo Hergenrender y Raúl Spahn, primeros en socorrer a María cuando tuvo el primer ataque, el 1o de noviembre de 1993.
“Hoy María está bajo observación de un médico psiquiatra. Durante los ataques, la nena cobra una fuerza sobrehumana. Escupe cuando nos ve a nosotros, los sacerdotes. Tiene un virulento rechazo por todos los símbolos sagrados, el crucifijo y el agua bendita. Es cierto que su voz se torna grave y hasta profiere algunas palabras en otro idioma, creo que inglés. Me ha respondido algunas preguntas diciéndome ‘Yes, stupid’. En una oportunidad me tomó de la sotana y me zamarreó con una fuerza inconcebible. Cuando le cuento esto, en sus momentos de normalidad, se avergüenza mucho. Es retímida”, transcribió Aulicino. Otra nota, publicada en La Razón y redactada por la cronista Virginia Thjellesen, apuntó las impresiones del cura Julio César Metz: “Algunos terminaron en el Sanatorio Americano víctimas, a su vez, de una crisis de nervios”. De nada más verla. “Se pone como un monstruo en las películas. Una pierna se le tuerce, a la altura de la rodilla, pero al revés, y el pie le llega al hombro. Con los codos le pasa lo mismo, y con los dedos de la mano también. Se le dan vuelta para todos lados, como si los tuviera fuera de lugar, descolocados. Y esa voz… insulta como un carrero, escupe todo lo que es sagrado y larga una espuma verde por la boca”.
Hay una difusa anécdota sobre la génesis del caso que nunca se terminó de comprobar. Era acerca de un libro que recibió María de un primer noviecito. Ese libro era…
“… un libro de una religión que no es la católica”.
Cuando le contó a su madre que “una sombra la perseguía” y que el chico le había propuesto formar con él una familia, “la madre rompió el libro, lo quemó y se dirigió a los curas”, recogió Thjellesen.
Otra fase de la historia fue protagonizada por Meli de Correa da Silva, la pastora pentecostal brasileña que se atribuyó la liberación (y tuvo un desenlace polémico). Nunca encontré una entrevista que publicó el semanario de Crespo, El Observador. Pero en un programa de Radio Mitre, Mario Portugal, conductor del ciclo, entrevistó a María, a su madre Carmen y a la exorcista evangélica. Es el testimonio más relevante de aquellos hechos recuperado hasta el momento.
Del largo diálogo donde Meli relata en qué consistió la “liberación” de la niña, el momento de máxima tensión tuvo lugar cuando Portugal le preguntó si alguna vez había detectado físicamente a Satanás.
María contestó:
–Sí.
–No es como todos piensan con cuernitos, con la colita que pincha. No, era como un hombre lleno de granos, así con la piel toda estilizada… Horrible.
–¿Dónde veías esa imagen?
–En mí.
Cuando se ponía frente al espejo no se veía a ella misma sino a esa representación del espanto en su rostro.
El 13/12/2023, en Historias Extrañas, con Cali Fidalgo , conductor de «El Alargue» en Radio La Red (AM 910), conté más detalles.
Para conocer la crónica completa vas a tener que esperar hasta 2024, cuando sale mi libro, aún sin título definitivo, a través de Ediciones B / Penguin Random House. ¿De qué va el libro? Al modo de INVASORES. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Sudamericana, 2009), reúne crónicas sobre eventos paranormales, experiencias religiosas y gurúes, sin descuidar el frente ovni, con historias y biografías de algunas personalidades destacadas de la historia plativolista argentina.
