Más dura y horrible se pone la realidad cotidiana, más fascinación sentimos por las historias de extraterrestres, las mitologías pop y los universos alternos.
Martin Kottmeyer –autor de unas cuantas páginas gloriosas de la ufología que todavía nos gusta- explora en este artículo la fauna alienígena desde un costado originalísimo: hace trizas y aprovecha la famosa Línea de Tiempo sobre la evolución de los humanoides, diseñada por el investigador escéptico del CFI (Center for Inquiry) Joe Nickell, para dar cátedra sobre una corriente exopológica fundada por él mismo: la astrobiología cultural.

La omisión más evidente es la ausencia de la cara que aparece en la portada del libro «Comunión» («Communion») de Whitley Strieber. Puesto que es, sin discusión, el molde de la mayoría de las imágenes de los Grises posteriores a 1987, y fácilmente la imagen más significativa de los alienígenas que se conoce en la historia de los ovnis, es una omisión asombrosa. También resulta problemática la omisión de las representaciones de Grises en libros populares como los de Budd Hopkins, si nuestro objetivo es tratar de entender la presente estandarización de esta clase de seres.
Los alienígenas descritos por Steven Kilburn en «Missing Time» son los primeros ejemplos conocidos de esos humanoides degenerados y con grandes cabezas que muestran unos ojos completamente negros. Los brazos finos, las piernas desproporcionadamente cortas y el ligero abombamiento del abdomen son distintivos y demuestran una relación nada ambigua con el alienígena principal de la película de Steven Spielberg, «Encuentros Cercanos del Tercer Tipo” (o “en la tercera fase») («Close Encounters of the Third Kind») (1977).

Una fuente posible para que Hopkins y el público recibieran esa impresión podría ser el número del 21 de noviembre de 1977 de la revista Newsweek. Allí se decía: «Él (Spielberg) se arriesgó con el alienígena principal, diseñado por Carlo Rimbaldi a partir de un consenso de informes procedentes de aquellos que aseguran haber tenido encuentros cercanos del tercer tipo». Sin embargo, el periodista no ofrece ninguna cita textual en apoyo de esa declaración. Los propios diseñadores de los alienígenas de la película niegan este origen en un exhaustivo artículo sobre la película aparecido en la revista Cinefantastique. Las fotos que se incluyen en el artículo demuestran la considerable retahíla de diseños rechazados que fueron probándose.
En concreto, Rimbaldi afirma: «Cuando nos conocimos, (Spielberg) me dijo que quería algo de unos 4 pies (120 cm) de altura, con una cabeza muy grande y un cuerpo esbelto, pero no me facilitó ningún dibujo concreto«. Y sigue explicando su concepto sobre el alienígena:
«Pensaba que, aunque con forma humanoide, los extraterrestres debían estar al menos diez o veinte mil años más avanzados que los humanos, así que diseñé una cabeza proporcionalmente más grande. Pero debido a su creciente confianza en el puro intelecto, ellos necesitarían cada vez menos sentidos tales como el oído y el olfato, así que las orejas, la nariz y otros rasgos faciales se volverían mucho menos prominentes. Y a causa de su extrema orientación hacia la tecnología, sentía que ya no sonreirían de forma tan abierta como hacemos nosotros aquí en la Tierra; pero como todavía retendrían ciertas emociones, los doté de una ligera sonrisa. Además, conforme el cerebro se expandía, otras partes del cuerpo tomarían la dirección contraria. La necesidad de movimientos musculares disminuiría, así que sus extremidades se volverían más finas y alargadas» (Shay, 1978).
Podemos reconocer esta argumentación como esencialmente igual al argumento básico introducido por H.G. Wells en los romances científicos de finales del XIX, sobre cómo la forma humana evolucionaría en el futuro. Esos rasgos de ojos completamente negros (NdT: sin pupilas) y de cuellos largos y estilizados en este tipo de humanoides no tiene absolutamente ningún precursor en la literatura sobre abducciones ovni anterior a la película. La proliferación subsiguiente de esta combinación de rasgos debe ser considerada como un proceso cultural y todos los casos donde aparezca serían, en función de este silogismo, ficción (al menos en cuanto a esos elementos).

La Línea de Tiempo no incluye ninguno de esos alienígenas con forma de mantis religiosa que han empezado a acumularse. No sabemos exactamente cuándo se hizo el primer dibujo de estos seres. Jeanne Robinson mencionaba un alienígena tipo mantis entre sus comunicaciones telepáticas de 1990 (Howe, 1992). Se conocen algunos dibujos de David Huggins, que podrían ser anteriores. Pero si no aparece ningún ejemplo anterior a 1987, la especulación más probable es que estén basados en las declaraciones de Strieber de que sus entidades parecían insectos, combinadas con la forma triangular de la cara que aparece en la portada de «Comunión», lo que originó este novedoso desarrollo en la cultura ovni (Strieber, 1987).
La Línea Temporal presenta un alienígena similar a un saltamontes sobre el año 1973, calificándolo de insectoide, lo que parece implicar su aparición frecuente en esa fecha. Al parecer Mike Shea no comentó nada sobre este ser hasta 1988 y el dibujo está basado en recuerdos difusos, porque ni siquiera está seguro si el año era 1973 ó 1974. Por otro lado, Ted Owens aseguró estar en contacto con un par de saltamontes alienígenas llamados Twitter y Tweeter ya en 1965 y, desde luego, no se calló (Owens, 1969). La importancia del caso Owens y las implicaciones de la intersección de la cultura ovni con la cultura de los Insectos Gigantes se comenta en otro trabajo (Kottmeyer, 1996, 1997). El uso del caso Shea en la Línea Temporal introduce un problema sistemático de método. ¿Debe el historiador colocar un dibujo dado en la fecha en que el testigo asegura haber tenido el contacto, o en la fecha en que creemos que se realizó efectivamente el dibujo por primera vez?

Si el interés está centrado en torno a la evolución de la iconografía, mi opinión es que debería hacerse lo segundo. El fechado a posteriori puede resultar engañoso por diversas razones, y la imagen resultante puede estar sujeta a influencias culturales entre la fecha de la supuesta experiencia y el momento en que se dibujó sobre un papel. Así, Betty Andreasson es colocada en 1967, pero ella no realizó ningún dibujo hasta 1977. Esto resulta de gran importancia porque fue en 1975 cuando se emitió por televisión la película «The UFO Incident» presentando la historia real de la abducción del matrimonio Hill. La película seguía los relatos obtenidos bajo hipnosis de Barney y Betty Hill con mucha mayor fidelidad de las que nos tienen acostumbrados las producciones de Hollywood, pero aún así, los alienígenas no son unas réplicas exactas de lo que el matrimonio describió y dibujó:
Así protestaba Betty Hill durante una entrevista en 1978:
«Mi única crítica seria se refiere a cómo presentaron a los alienígenas en la película. No tenían ese aspecto físico. Los reales parecían más humanos que sus contrapartidas en la película. Además, la película los muestra de pequeña estatura. Pero no eran así. Yo diría que el líder sería de mi altura y yo mido 1,52 m. Y tampoco eran tan esbeltos» (Clark, 1978).
De igual forma, una comparación entre las imágenes de la película y los dibujos que David Baker realizó en colaboración con Barney Hill y publicó en el número de Abril de 1972 del boletín del NICAP, UFO Investigator, permite descubrir una serie de diferencias importantes. En la película se incluye un exagerado ángulo a las comisuras de los ojos que en el dibujo original resultan más redondeadas. Las pupilas de los ojos son mayores. La película nos muestra un pliegue sobre los ojos más pronunciado que en el dibujo de Baker. Los alienígenas de la película tienen una rendija como boca, mientras que según Barney su boca quedaba oculta por una membrana. Los ojos también presentan un efecto posiblemente involuntario que los vuelve completamente negros según el ángulo que adopte la cámara.
Betty Andreasson demostró la exactitud de la declaración de Raymond Fowler de que «sus poderes de visualización parecen extremadamente agudos» al incorporar todas estas modificaciones en sus dibujos de Quazgaa y sus compañeros (Fowler, 1979). Atribuirles una fecha de 1967 a estas imágenes las despoja de cualquier sentido.


El dibujo etiquetado como «pequeños hombrecillos verdes» y situado en 1947 fue publicado por vez primera en 1964. Según el propio relato de R. Luigi Johannis (N. del E.: luego conocido como escritor de ciencia ficción), no recoge fielmente los dibujos que supuestamente él mismo realizó en 1947 y que luego se extraviaron (Creighton, 1969). Aunque se conoce una irónica columna escrita por Hal Boyle el 9 de julio de 1947 y que alcanzó gran difusión, sobre un marciano verde, de tamaño desconocido, y llamado Balmy (Strentz, 1970), la expresión «pequeños hombrecillos verdes» («Little Green Men») no parece haber aparecido o haber estado en circulación como epíteto en los medios durante la oleada de 1947 (Bloecher, 1967). Tampoco parece que se emplease durante la oleada de 1952 (Gross, 1986). La noticia del caso de Kelly-Hopkinsville ocurrido en Agosto de 1955 alcanzó gran difusión, y una de las descripciones del suceso se refería a «un ejército de pequeños hombrecillos verdes». Además, el encargado de las relaciones públicas de la Fuerza Aérea, el capitán Robert White, ofreció una declaración preparada de antemano mencionando a los platillos volantes y a los «pequeños hombrecillos verdes», difundida por todos los servicios de noticias el 25 de agosto de 1955. Considerando que las criaturas de Kelly no fueron nunca descritas por los testigos como de color verde, existen algunas dudas sobre si la adición del color verde estuvo motivada por un uso más temprano de dicha expresión, que por el momento ha sido imposible localizar. Las evidencias disponibles no nos permiten situar ese término en 1947 (Davis & Bloecher, 1978).

El alienígena visto en 1978 por Fortunato Zanfretta es calificado como reptiliano, pero debemos advertir que ni fue el primero ni tuvo una influencia significativa. Curiosamente, el dibujo elimina el tercer ojo que provocó algunas sonrisas entre ciertos cinéfilos. Tal rasgo físico lo hacía parecer un cruce entre “La mujer y el monstruo” («The Creature from the Black Lagoon») (1954) y el mutante de la película «The Day the World Ended» (1956). Se conoce un tipo de ser reptiloide en fecha tan temprana como 1958, según determinada fuente (Craft, 1996), pero la omisión más significativa es que no se incluye ninguna de las representaciones de la forma reptiliana estandarizada actual, por ejemplo las presentadas en la conferencia del M.I.T. (Pritchard, 1994) o las que aparecen en Howe (1993). El hecho de que los investigadores afirmen que los abducidos no pueden soportar echar un vistazo a las fotos de una creación llamada «homosaurus» debido a su gran parecido con este tipo de alienígena, pone de manifiesto claramente su molde cultural. El «Homosaurus» fue diseñado por el Dr. Dale Russell, de la División de Paleontología de los Museos Nacionales de Canadá como un ejercicio especulativo sobre la posible evolución de los dinosaurios si no se hubieran extinguido. Ha circulado profusamente en los medios, especialmente en revistas como Discover y Omni, allá por 1982 (Craft, 1996; Lewels, 1997).

Por último, trataremos el asunto del empleo de la Línea Temporal para demostrar el carácter anacrónico del Gris que aparece en la famosa «Autopsia Alienígena». Se nos dice que el tipo de alienígena descrito como «un pequeño humanoide de gran cabeza y con ojos envolventes» apareció por vez primera en 1961, con la abducción del matrimonio Hill. Sin embargo, la descripción inicial de las entidades vistas por Betty Hill en sus pesadillas inmediatamente posteriores al avistamiento, nos las presenta como hombres de estatura normal con pelo negro, narices tipo Jimmy Durante (NdT: famoso cómico estadounidense con una gran narizota) y una apariencia humana en general. Barney añade el detalle de los ojos envolventes en 1964 (Kottmeyer, 1994). Para cuando se reunieron con Baker para elaborar su dibujo, el pelo y la nariz habían desaparecido y los seres eran más humanoides que humanos. Como ya se ha indicado, la culpa de la baja estatura, según Betty, es de la película. Todos estaremos de acuerdo en que se trata de una situación compleja para reflejarla en la Línea Temporal, pero es un problema que no puede evitarse dada la importancia del caso Hill. Debemos añadir que el dibujo del humanoide de los Hill añade aún más leña a la confusión general porque se le coloca una cabeza demasiado globular y se incluye un cuello fino que no aparece en ninguna de las versiones anteriores y que resulta anacrónico en cualquier alienígena anterior a Spielberg y su película.

Además, existen al menos tres casos donde intervienen humanoides de cuerpo pequeño y cabeza grande durante la oleada francesa de 1954. En breve, se trataría de los casos de Marius Dewilde (Quaroble, Francia, 10 de Septiembre); Franz Hoge (Munster, Alemania, 9 de Octubre); y M. Olivier (Bourrasole, Francia, 13 de Octubre). La aparición repetitiva de esta forma alienígena es probable que se deba a su empleo como estereotipo en la ciencia ficción de los años 30. Los historiadores de la ciencia ficción Alexi y Cori Panshin afirman que el violento rechazo hacia los Grandes Cerebros era un tema típico de la ciencia ficción de los años 30. «Relato tras relato sobre exploraciones alienígenas, los alienígenas con Grandes Cerebros y los humanos con Grandes cerebros eran acribillados, golpeados e incluso pisoteados hasta la muerte» Panshins, 1989).


Aunque el argumento iconográfico sobre el anacronismo que representa la forma del ser diseccionado en el fraude de la Autopsia Alienígena fracase estrepitosamente, podría reformularse en base a un detalle diferente: las membranas oculares de color negro. Los ojos totalmente negros son post-Spielberg y la idea de una membrana protectora aparece por vez primera en «Comunión». Si negamos la realidad de esta experiencia de Strieber, ello basta para poner en entredicho todos los informes posteriores sobre membranas oscuras sobre los ojos. Además, podemos añadir que existe un paralelismo cinematográfico digno de mención. En «El hombre que cayó a la Tierra» («The Man Who Fell to Earth», 1976), un alienígena interpretado por David Bowie se coloca unas membranas sobre los ojos para disfrazar su carácter alienígena y poder pasear entre nosotros. En un interesante ejemplo de negligencia, los médicos que lo examinan hacen que se fundan con sus verdaderos ojos. En cualquier caso, supongo que podríamos considerar un homenaje apropiado para los promotores del accidente de Roswell el que aparezca una alusión, voluntaria o involuntaria, a una película de título tan sugestivo.

Nota del traductor: El título original de Crononautas despistados es AILYWHENS, juego de palabras intraducible entre Aliens, alienígenas; to ail, estar enfermo; to be aily, algo forzado, incorrecto; y when, cuando. El artículo es una crítica de la Línea Temporal diseñada por Joe Nickell cuyo «diagnóstico» es que los «cuándos» enumerados en esa cronología no funcionan correctamente.
Traducido del inglés por Luis R. González Manso.
Referencias
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