El próximo 27/11, en el Encuentro de Becarios de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), el mediático Darío Sztajnszrajber dará una conferencia titulada “El conocimiento en deconstrucción”. La charla de quien es presentado como “un destacado filósofo argentino” no promete ser puro aplauso. Gastón Mendoza Veirana explicó en su muro en Facebook por qué repudia su filosofía y expone cómo ésta se inscribe en un contexto educativo dominado por el dogmatismo.
Por Gastón Mendoza Veirana
¿Por qué el repudio? ¿Cuál es la peligrosidad en las palabras de este personaje? Como estudiantes constantemente nos hacemos preguntas relativas a la filosofía. Recuerdo que en primer año no entendía bien si los eventos que suceden en el mundo son así porque hay ecuaciones que lo dictan o si las ecuaciones intentan más bien describir la realidad.
Estar en contacto desde hace años con la divulgación del conocimiento científico me llevó a hacerme preguntas realmente filosóficas sobre la forma de pensar de un público que puede, por ejemplo, defender a la idea según la cual la Tierra es plana, que la NASA nos oculta verdades misteriosas o que los científicos son unos dogmáticos que se encierran a conspirar, apoyar al capitalismo salvaje y no sé cuántas cosas más. ¿Qué nos diferencia, entonces, de estas formas de pensar?
En contacto con filosofía científica entendí que todos los pensamientos tienen una filosofía de fondo, y si esa filosofía es errada, inconsistente o vaga puede llevarte a pensar que la Tierra es hueca (con una civilización de reptilianos dentro), simplemente por no ordenar lógicamente los pensamientos, ser deshonestos o anticientificistas. Estudié entonces el problema de la seudociencia. ¿Por qué es tan seductora? ¿Por qué si googleamos “física cuántica” aparecen más resultados de charlatanes (seudocientíficos) antes que verdaderos especialistas (científicos)?
El problema más elemental está en la seudofilosofía (entendida como el sistema de pensamiento filosófico que es permeable o fértil al desarrollo de la seudociencia). Las seudofilosofías destruyeron la ciencia en diferentes culturas a lo largo de la historia. Podemos mencionar la seudofilosofía católica del siglo XIII con Tomás de Aquino, que postulaba la existencia de ángeles (entidades inmateriales) o atributos (autoinconsistentes) solo propios de Dios. Estas formas de pensar llevaron a la humanidad a su disrupción social mientras que la ciencia ha pasado siglos, cuando no un milenio, sin desarrollarse principalmente por la instauración del pensamiento mágico, dogmático o irracionalista dentro de la sociedad.
Es realmente difícil contemplar la peligrosidad de traer a un seudofilósofo a divulgar su pensamiento dentro de una universidad laica que lucha por el desarrollo científico y el pensamiento crítico dentro de una sociedad en la que hoy tristemente domina el dogmatismo.
¿Cómo es, entonces, la filosofía de este “pensador”, permeable a la seudociencia, el pensamiento irracionalista o mágico? Analicemos algunos de sus dichos.
“La verdad no existe”. Esta frase no tiene sentido porque es inconsistente; si tuviera sentido, entonces no habría razón para considerarla cierta, ya que la verdad no existe. De esto también se desprende que los enunciados de las seudociencias son tan valiosos como los de las ciencias por ser la verdad inexistente; de otra forma, la astrología representa tanto a la realidad como la astronomía. Los repudiables dichos del Dr. Abel Albino son igualmente aceptables que los de cualquier otro médico, desde esta perspectiva. Es algo que como sociedad no podemos permitir. También, entonces, al considerar que sus dichos no son verdaderos, solo queda la persuasión o la especulación como herramienta de un falso discurso.
“Hagamos política y no metafísica”. Refiriéndose como metafísica al conjunto de conocimientos científicos y filosóficos que pueden dar luz al problema del aborto; mejor dicho, tomemos una decisión política en base a una ideología no definida y despreciemos la ciencia como herramienta de progreso social. De esta forma, en la Argentina se aplican tecnologías sociales y económicas basadas en seudociencia desde hace al menos cincuenta años. Total, la verdad no existe y las discusiones “metafísicas” son para los académicos. “Hagamos política en base a la ideología del momento” (peligrosidad extrema).
Este seudofilósofo también es constructivista. Los constructivistas son de la rama más irracional y conspiradora dentro de la mala filosofía de la ciencia.
Bruno Latour es uno de sus mayores referentes. En 1998 llegó a afirmar que Ramses II no pudo haber muerto en el 1213 a.C de tuberculosis dado que esta enfermedad fue descubierta por Robert Koch recién en 1883. Este es el nivel de desprecio por la ciencia fáctica dentro de los círculos seudofilosóficos más conspirativos.
Entiendo que el desconocimiento de la peligrosidad de esta forma vaga e irracional de hacer filosofía sea imperceptible a primera vista. Mi preocupación surge cuando ciertos estudiantes apoyan abiertamente esta forma moderna de oscurantismo sin miramientos, simplemente apoyados en la bandera que le abrió el micrófono para desinformar a la población. Esa es la misma definición de dogmatismo.
Si consideramos degradante que un chamán cuántico venga a hablar sobre energías milenarias, o que un terraplanista salga en TV Universidad desprestigiando la investigación científica, debemos repudiar a los seudofilósofos que vienen a instaurar pensamiento mágico, irracionalismo y oscurantismo en nuestras filosofías fértiles a la ciencia que se desarrolla en pos del progreso.
Combatamos la seudofilosofía, la seudociencia y el pensamiento mágico e irracional con la ilustración. Discutamos abiertamente qué rumbo vamos a seguir y culturicémonos con los más grandes filósofos humanistas como el Premio Nobel Bertrand Russell, el epistemólogo argentino Mario Bunge (con 21 doctorados honoríficos en todo el mundo) y los ya casi extintos polímatas que dictan clase en nuestra querida facultad.
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