“Lectura de las arrugas del ano”, una mancia que ya es tendencia en la red

Este título no dice la verdad. Imita a las falsas noticias que te clavan en tu pantalla los portales sensacionalistas para ganar tu click, dejarte desinformado y vivir un poco de tu distracción. ¿Es grave? En este caso no tanto. ¿Da igual? No: lo que hoy dejamos pasar como “entretenimiento” mañana es un meme que tratará de hacer mella en tu voluntad y en último caso pretenderá convencerte de que ese político que te va a estafar “no es tan malo después de todo” y que aquellos otros y otras, hombres honestos, mujeres luchadoras, con ideas para mejorar la sociedad, “roban y merecen la cárcel”. Así estamos. Pero ¿qué hacer?

Vivimos asaltados por sitios, páginas, medios, trolls y usuarios influyentes que viven a expensas de nuestras distracciones y de nuestra menguada capacidad de discernimiento crítico. Son medios sociales que tienen buenas razones para no estimular tu inteligencia ni nada que se le parezca: cuando más dormido y atontado está el target al que apuntan, mejor trabaja esa audiencia a favor de su negocio. Sus emociones nos llevan a megustear más, a compartir más y a consumir más de lo mismo la próxima vez.

Desde este fin de semana circula el meme de arriba. ¿No lo recibiste? No debes ser de este planeta, entonces.

A algunos les enojó “el caradura que dice leer las arrugas del ano”, relacionándolo incluso con el artista chileno Alejandro Jodorowsky o procediendo a elaborar diferentes interpretaciones, y otros pocos, muy pocos, pusieron @elarteplanfletario en Google (había que aumentar la imagen e intentar leer lo que parecía una firma al pie del afiche). Si lo hiciste te encontraste con esto:

Basta ver la compañía del meme más compartido de El Arte Planfletario para darnos cuenta de que es un evento paródico, una página de humor surrealista que subieron hace poco en Deskgram. “El Arte Panfletario. Compro oro. Pago inmediato”. Con ese título no había que darle muchas más vueltas al asunto ¿verdad?


“Mascota perdida. Nuestro pequeñín se ha perdido y queremos tenerlo de vuelta a casa. Si ven a Rufo contacten inmediatamente (ojo, muerde).”


“Ya está aquí Rey Nabuco para satisfacer sus mayores fantasías. Haga ya su reserva.”

“Se vende niño 1500 € negociables. Acepto cambio por una niña.”

“¿Harto de contener sus intracciones sin saber a qué huelen sus gruesos? Lo que Vd. necesita es un Ariete Flatudráulico.”


“¿Preocupado por sus lorzas? No se angustie más: cómprese una tenia.”

Todo el desafío consistía en teclear @elartepanfletario en Google y detectar la página.

¿Por qué tantas personas no intentan saber más antes de hacer circular esta imagen a través de la web, las redes sociales o whatsapp?

De la nalguimancia de Quevedo a la Rumpología
Germán Burguener López, en el foro del Circulo Escéptico, tocó un buen punto cuando, tras leer este post, planteó que los otros carteles de la página son claros chistes o parodias. “Pero este, ¿qué se supone que está parodiando? La rumpología existe desde hace años, por más ridícula que suene. No hay nada en ese cartel que no pudiera estar en uno real, y de hecho hay carteles reales promocionando a rumpólogos”. Esta mancia del tujes fue popularizada por Jackie Stallone, madre del actor Sylvester. En su Rumpología para dummies, Robert Todd Carroll, autor de Skepdic, definió a la rumpología como “el arte de leer las líneas, grietas, hoyuelos, verrugas, lunares y pliegues de las pompis de un cliente. Es análogo a la quiromancia y tiene el mismo propósito”. Ya el escritor español Francisco Gómez de Quevedo (1581-1645) había acuñado la nalguimancia para burlarse de los quirománticos: “Mira que en el pescuezo y frente, caderas, corvas y codos y sangraduras y nalgas, por donde se arruga el pellejo, y en las plantas de los pies hay rayas. Y así había de haber, si fuera verdad (como hay quirománticos), nalguimánticos, y frontimánticos, y codimánticos, y pescuecimánticos y piedimánticos.”

Porque les sorprendió y quieren saber si otros se sorprenderán de igual modo. Por creer que están alertando a otros de un fraude. Porque no saben qué hacer con su ocio. Por ganas de divertir a otros sin medir posibles consecuencias. Por algo de eso, o por todo eso, cada cual le atribuye al meme un significado. “Este es un chanta que nos quiere embaucar”, “a lo mejor existen buenos culomantes, aunque éste sea un charlatán”, “náh, esto es una broma para pasar el rato”, etc. Muy poquitos, en cambio, sentirán el impulso necesario para hacer un par de operaciones simples, teclear un nombre y dar enter, o subir la imagen y buscar otras similares, que les permitirá confirmar su veracidad. ¿Por qué serán menos? Por vagancia, desinterés o conformismo. Y a muchos les falta motivación y curiosidad.

Por las mismas razones, los portales amarillistas la tienen más fácil. Para generar tráfico ni siquiera necesitan testimonios o anomantes consultados: las redes sociales están tan desquiciadas, la calidad de los contenidos en circulación es tan pobre, que todo recurso es válido, incluso hacer pasar una parodia por realidad.
¿Qué hacer? Pues promover la curiosidad, tomarse un rato para explicar a quienes nos rodean que no siempre da demasiado trabajo encontrar respuestas a nuestras dudas y que vale la pena intentarlo para aumentar nuestros conocimientos. Que es posible detenerse a pensar antes de propagar aquello que, creemos, representa una noticia, una imagen, un comentario, un “lo que sea” genuino. Y que es un modo de impedir la naturalización de infinidad de burradas que circulan por ahí.

Para incorporar en la sociedad cierta actitud inquisitiva no es aconsejable reírse de “los que caen”: alguna vez intentamos desenmascarar una broma con otra ¡y muchos siguieron creyendo que iba en serio! Si el propósito es educativo, siempre es más eficaz buscar empatía. Nadie está exento: quien más, quien menos, ha subido contenidos a redes sociales o blogs sin confrontar otras fuentes: todos, en mayor o menor medida, somos esclavos del llamado sesgo de confirmación, que es la tendencia a dar aire a esas informaciones que confirman nuestras propias creencias o hipótesis.

Ahora bien, si lo que queremos es hacer reír, expongamos nuestro caso. Es la mejor manera de mostrar que a cualquiera le puede pasar, que cualquiera se puede equivocar, que no somos infalibles como los robots, los extraterrestres o el papado.

Asombrarte de que algunas personas son “tan tontas” como para creer en la realidad de la lectura de las arrugas del ano no es menos preocupante que denunciar con gravedad a un charlatán inexistente. Claro que para eso hace falta una pizca de modestia, rasgo de la personalidad cada vez menos frecuente en el género humano.

Más info
Arte Panfletario en Deskgram

Agradecimientos

A Federico Abrile, a Pedro Luis Gómez Barrondo y a otros amigos que me enviaron el meme el pasado fin de semana.

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

Contacto: aagostinelli@gmail.com
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