Las imágenes de platillos voladores y criaturas del espacio exterior han dejado una perdurable impronta en la cultura popular. El novelista norteamericano Jack Womack publicó un lujoso catálogo visual donde describe las figuras clave del fandom platillista y cómo sus ideas han permeado la imaginación popular. Otro toque de virtuosísmo lo aporta una introducción de William Gibson y ésta, que sepamos la primera reseña en español a cargo de Diego Zúñiga C., ex editor de La Nave de los Locos y autor de «Noticias de Marte. Cómo los ovnis invadieron la prensa chilena» (Lulu, 2013).
Por Diego Zúñiga C.
Como los ovnis ya no son lo que fueron, no queda más que mirar con perspectiva y dialogar, debatir y escribir sobre cómo nació, creció y empezó a agonizar un asunto que hasta hace unos años era tan candente. Salvo esfuerzos a mi juicio estériles –y a veces patéticos, como lo de los reptilianos y la exopolítica– por revivir de alguna manera el mito que tantas alegrías nos dio hasta los noventa, poco queda para escarbar entre los restos de extraterrestres que no eran, cintas de video con lucecitas y relatos de terror sobre invasores nocturnos y grises amantes de los orificios humanos.
En ese contexto, “…Flying saucers are real” encaja perfectamente. No porque sea un libro que continúa escribiendo el mito, sino porque es un libro que revisa lo que tenemos hasta ahora, en un formato y en una edición de lujo, que hace que las imágenes (se trata básicamente de una edición gráfica) luzcan como merecen, convirtiendo esta publicación de casi 300 páginas en una verdadera galería de arte ufológico, de portadas de libros e imágenes de ovnis que causaron sensación en su momento y que, vistas hoy, solo pueden sacar una sonrisa (aunque nos pese) socarrona.
El autor es el escritor estadounidense Jack Womack, quien aparte de escribir libros de ciencia ficción se convirtió en un coleccionista de verdaderos tesoros, libros incunables que cualquier fanático de la literatura que nos legó la ufología quisiera abrazar y besar. Siendo ello algo más bien imposible, por la escasez del material que nos gustaría besar y abrazar, la alternativa de verlos en un marco adecuado puede satisfacer a los aficionados, más cuando Womack repasa, no sin un necesario toque de humor, la historia de los discos voladores, sin pasar por alto ninguno de los puntos más álgidos y haciendo las paradas respectivas allí donde se erigen los tótems del tema.
Hombres de negro, contactados clásicos, libros señeros, autores imposibles de obviar y fotos famosas se mezclan a la perfección con libros olvidados, ediciones limitadas a un puñado de afortunados, boletines perdidos en el tiempo, escritos delirantes y relatos de humor involuntario (ejemplos: el libro de la conexión Elvis Presley-ovnis, el libro que enseña a los niños a comportarse ante una abducción, el libro de conversaciones con un ser de ocho manos y sin cabeza, etc.) que construyen, sumados, algunos de los capítulos más señeros de la historia de la ufología.
Womack evita calificar y se remite, muchas veces, a presentar extractos de los libros que componen su recorrido. A veces basta con eso, aunque en otras se hace menester ir un poco más allá, como cuando habla de George Adamski y relata que éste fue “ridiculizado por haber dicho, en 1962, que asistió a una conferencia en Saturno y al año siguiente hacer correr la noticia de que había tenido un encuentro secreto con el papa Juan XXIII. Quienes lo conocían encontraban más fácil de creer que (Adamski) había estado en Saturno”.
En otros capítulos aborda el rol del escepticismo, así como pone en relieve la importancia capital que tuvo para la creación de los hitos más conocidos de la ufología la figura de Gray Barker. Si le podemos criticar algo al libro de Womack es que centra su atención en los Estados Unidos, pasando por alto el desarrollo de la ufología en Europa y América Latina. Salvo casos contados, relacionados más bien con fotografías y algunos libros muy específicos, el margen dentro del que se mueve este relato es bastante acotado a las fronteras de la potencia norteamericana.
Pero difícilmente puede uno quejarse cuando un libro repasa de forma tan atractiva la historia gráfica de la ufología, entregando material que no es fácil de encontrar en la actualidad y haciendo hincapié en la necesidad de preservar todo esto para futuras generaciones, como piezas fundamentales para reconstruir la creación, sobre la marcha, con improvisaciones y jugando al ensayo-error permanentemente, de uno de los mitos modernos más apasionantes.
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