Hace varias décadas recogí en algún ambiente de militancia de izquierda un caso extraño de alimentación y milenarismo. J. Posadas (1912-1981), fundador del Partido Obrero Revolucionario Trotskista – POR (t), estaba convencido de que los platos voladores eran extraterrestres. Pero no sólo eso. Ellos, además, eran socialistas. Y, probablemente, uno de sus propósitos en la Tierra era rescatar al proletariado. Hasta ahí una versión extrema sobre las creencias de Posadas, que tantos ridiculizaban sin cotejar. A esta se agregaba que Posadas aconsejaba a los trabajadores cosechar lechuga, hortaliza que iba a resultar “inmune de las radiaciones atómicas”. La ensalada era la guarnición de ese inminente futuro utópico. Lo que iba a comer la clase trabajadora mientras esperaba el desembarco de los extraterrestres socialistas. Corroboré parcialmente estas murmuraciones cuando las encontré en Historia del trotskismo en la Argentina (Osvaldo Coggiola, CEAL, 1985) (*). En 1967, cuando proclamó “la nueva etapa histórica del marxismo” (el posadismo, precisamente), Posadas (cuyo verdadero nombre era Homero Cristalli), conminó a las direcciones comunistas soviética y china a “declarar una guerra atómica preventiva” a los EEUU, “plantar lechuga y conectarse rápidamente con el profeta en caso de guerra”. Pues bien, el dilema de la lechuga pudo haber sido una tergiversación, ya que no encontré otra referencia sobre esta sugerencia gastronómica aparte de la mención de Coggiola. El historiador de la izquierda llamaba a Posadas “inculto”, descalificación injusta y para mí suficiente para que el autor ganara mi antipatía. Posadas, hombre humilde pero con una formación autodidacta extraordinaria, había desarrollado muchas ideas heterodoxas y mandar a la clase obrera a cultivar lechugas “antes del fin” cuadraba con el futurismo milenarista y, si acaso, prematuramente ecofriendly del posadismo.
Traigo a cuento el (presunto) interés de Posadas por la plantación de lechugas porque se acerca el día en que esta hortliza se añadirá al menú de los viajeros del espacio, que si ya no podrán ser soviéticos, como hubiese preferido el líder del POR (t), sí será el menú de los astronautas norteamericanos o brigadistas internacionalistas integrados en el equipo de la Estación Espacial Internacional. Así es: una variedad de lechuga, la romana roja, conocida como Outredgeous, ya se cultiva en la EEI, como parte del mentado programa de incorporar en el menú “alimentos frescos cultivados en un ambiente de microgravedad espacial”.
“Tiene sabor a rúcula”, dijo uno de los astronavegantes. El 10 de agosto pasado, los astronautas Scott Kelly, Kjell Lindgren y Kimiya Yui aderezaron con un poco de aceite y vinagre lo que probablemente fue la primera ensalada espacial.
La luz morada que ilumina el invernadero donde esta lechuga crece le quita un poco de sensualidad gastronómica al plato. Pero estamos ante la primera planta cultivada en la cámara Veggie (Vegetable Production System) de la Estación Espacial. Nada de esto es broma: si la NASA acaba enviando humanos a Marte en los próximos 3 ó 4 lustros, darles de comer en misiones espaciales de larga duración es una tarea de alta prioridad.
Si conocés alguna otra historia sobre alimentación espacial, o la gastronomía y la vida extraterrestre, comentala aquí mismo o enviala a aagostinelli@gmail.com
(*) Reeditada como Historia del Trotskismo en la Argentina y América Latina (RyR, 2006)
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