En un país donde la viuda de un talentosísimo artista criminaliza a un joven artista que se atrevió a hacer un experimento literario con cierta obra del finado. En un país donde un tipo procesado por los delitos de «cohecho pasivo» y «negociaciones incompatibles con la función pública» ejerce la Vicepresidencia de la Nación. En un país donde el principal candidato de la oposición a la Presidencia de la Nación también está procesado por encargar «escuchas ilegales». En un país donde un fiscal que presenta una denuncia contra la Presidenta de la Nación aparece muerto (y, contra lo que sugiere la intuición, lo más probable es que no fue asesinado) … En un país así -en fin- es tranquilizador saber que en otros países del mundo pasan cosas tan raras como en el nuestro, donde, exactamente hace 28 años, la bóveda que conservaba el cuerpo embalsamado de Juan Domingo Perón también fue profanada para robar sus dos manos, el anillo y el sable del general, por cuyo rescate los delincuentes pidieron 8 millones de dólares.
La noticia (recogida por Der Tagesspiegel y Variety) cuenta que en Alemania, un grupo de ladrones, o un ladrón, todavía se ignoran muchos detalles, profanó la tumba familiar de un cineasta famoso por haber filmado memorables historias de vampiros: separó la cabeza de su cuerpo y desapareció con el cráneo casi sin dejar rastros. Esta inquietante profanación acaba de suceder en el cementerio de Stahnsdorf, al suroeste de Berlín.
El cráneo robado le pertenecía a uno de los más influyentes directores del cine mudo, Friedrich Wilhelm Murnau (1888-1931), conocido mundialmente por haber dirigido Nosferatu (1922), acaso la más famosa película de terror de todos los tiempos, y joyas del cine como Amanecer (1927) y Fausto (1929).
Paradójicamente, Nosferatu fue una adaptación no autorizada del Drácula de Bram Stoker. De hecho, la viuda de Stoker -cuyo padre no era japonés- lo denunció por infringir los derechos de autor. Murnau perdió el juicio y fue condenado a destruir casi todas las copias. Sólo unas pocas zafaron y salieron a luz, lo que permitió salvar a Nosferatu del olvido universal.
La profanación fue casualmente descubierta por el responsable del cementerio, Olaf Ihlefeldt. El cuidador vio que la puerta del mausoleo estaba forzada. “Tuve un presentimiento”, explicó. El ataúd de Murnau, fallecido a los 42 años en los EE.UU., ya había sido profanado en 1969. Por ese motivo las autoridades del cementerio tomaron por costumbre revisar la seguridad de la cripta con regularidad.
En cuanto a los posibles móviles sólo hay especulaciones. Por ahora sabemos que la policía alemana está desorientada. Y que los profanadores abrieron la tumba como si fuera una lata, accedieron al cuerpo embalsamado de Murnau, le cortaron la cabeza y se la llevaron. Los encargados de la pericia sólo hallaron un poco de cera derretida alrededor de la tumba, como dejando caer sobre el hecho una tenue conexión ocultista. Como si la realidad -digámoslo de una vez- hubiese decidido plagiar el guión de una de sus películas.
Alertó: Sirius Mazzu
Nosferatu restaurada (2013)
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