O cuando la «gravedad cuántica» cayó en la Argentina.
A comienzos de los noventa nacía el Centro Argentino para la Investigación y Refutación de la Pseudociencia (CAIRP) y su revista El Ojo Escéptico (cuyos contenidos fueron parcialmente volcados en este sitio por Max Seifert). Gracias a una mudanza, que se está volviendo famosa, siguieron apareciendo documentos de época, entre ellos una serie de notas publicadas en el suplemento Futuro del diario Página 12, por entonces editado por Rolando Graña y donde yo había hecho alguna colaboración.
Entre octubre de 1992 y junio de 1993, Página 12 reflejó un curioso debate que anticiparía la llamada “Guerra de las ciencias” pregonada desde 1996 por Andrew Ross en Social Text, revista donde capeaba una concepción extraordinariamente relativista de las ciencias sociales (tan relativista que, si alguien de las «ciencias duras» engañaba al Consejo Editorial «por algo sería»). La amplitud profesada por Ross, sociólogo de Princeton, le facilitó las cosas al físico Alan Sokal, quien envió a la publicación el artículo “La transgresión de las fronteras: hacia una hermenéutica transformativa de la gravedad cuántica”, un monumento a la sarasa que Social Text publicó con pitos y matracas en el número primavera/verano de 1996.
El ensayo pretendía probar que la gravedad cuántica era un constructo social (es decir, que la gravedad existe porque la sociedad cree en ella). Ese engaño, que develó la infame trama ideológica que enviciaba a una revista académica, hoy es conocido como Escándalo Sokal. Pero todo eso sucedió tres años después de la polémica argentina, no nos adelantemos.
En 1991 Ross había publicado Strange Weather (Clima extraño). Un año después Futuro tradujo y publicó un capítulo centrado en la actividad contraria a las pseudociencias emprendida por algunos científicos, periodistas y magos profesionales nucleados en el CSICOP (Committee for the Scientific Investigation of the Paranormal, actualmente Committee for Skeptical Inquiry, CSI).
La polémica en torno al ensayo de Andrew Ross comenzó cuando envié mi réplica, titulada «El talismán a transistores» (1). El editor «me hizo el favor» de responderle, pero la verdad es que -bajo el subtítulo “Ciencia vs. New Age”- la discusión le permitió a Graña resolver contenidos del suplemento en ocho ediciones, varias de ellas consecutivas. Del debate participaron Alejandro Piscitelli, Marina Umaschi, Leonardo Moledo, Denise Najmanovich y Alejandro J. Borgo.
El intercambio culminó y quedó afuera un artículo mío, «El paradigma enchantado» (luego publicado en El Ojo Escéptico), donde entrevistaba a Jorge Wagensberg sobre las llamadas “Ciencias de la Complejidad” (las que invocaba Piscitelli para defender el relativismo de Ross).
En una escala de alcance más modesto, el debate siguió en El Ojo Escéptico, con aportes de los profesores titulares de la Universidad Nacional de Mar del Plata, Celso Aldao y Manuel Comesaña, del profesor adjunto de Física Biológica de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Cuyo Fernando Saraví y el asesor en metodología del Cairp, Daniel De Cinti.
En estos días reencontré los dos primeros artículos que salieron en Página 12 y desenterré de un viejo disco rígido el resumen cronológico de la polémica publicada en El Ojo Escéptico, que copipasteo a continuación para deleite de los interesados en aquella fugaz etapa de la historia de las ideas patrias, donde los refutadores de la pseudociencia fueron “Dragones de lo simple” y los epistemólogos que declaraban a viva voz su amor por la New Age eran bautizados, irónicamente, “científicos sensibles”.
Para evitar despistes & malentendidos, aclaro algo que ya dije cuando rescaté la entrevista «Cada día me gusta menos que me llamen ufólogo»: recupero estas antigüedades para que no se pierdan, más allá de que reflejen mis preocupaciones o puntos de vista actuales.
CIENCIA VS NEW AGE, UNA CONTROVERSIA INUSUAL (*)
«Para los lectores de El Ojo Escéptico que no siguieron el debate de punta a punta incluímos un resumen cronológico de las ocho entregas que el suplemento Futuro de Página/12 dedicó a la dicotomía Ciencia/New Age. Como toda síntesis, extraemos los párrafos centrales en una selección subjetiva. Los interesados en leer las versiones completas pueden pasar un jueves de 18 a 21 por la sede del CAIRP (**).
• LA «OBJETIVIDAD» SOCIOLÓGICA DE ROSS. En el suplemento Futuro del 24 de octubre de 1992 la periodista Claudia Pasquini traducía «los párrafos cruciales» del libro Strange Weather, de Andrew Ross. La portada del suplemento se titulaba «Ciencia y New Age: ¿parecidos o diferentes?». En el grueso del artículo (titulado «Todo sea por la buena onda»), Ross se compadece de la «racionalidad neo-age» porque «los guardianes de la ortodoxia» la condenan «a los márgenes de la pseudociencia y a las zonas oscuras de la razón», motivo por el cual ésta se vería «empujada a emular al discurso dominante del racionalismo». También sostiene que «la new age asumió un rol virtuoso, experimental, en la reconstrucción de una personalidad humanista para la ciencia, una ciencia con cara humana».
En un recuadro aparte, titulado «Los cazafantasmas», Ross se solidariza con quienes caracterizan al CSICOP como una «inquisición internacional de académicos cazafantasmas», afirma que las desmitificaciones de lo paranormal «son apelaciones a una suerte de certificación experimental de que la ciencia racionalista está establecida como el único estándar de verdad y razón de nuestros tratos con el mundo natural» y concluye que la «actividad cazabrujas» del CSICOP revela la «crisis de la racionalidad científica».
• LA RESPUESTA DEL CAIRP. El 28 de noviembre el suplemento incluye un resumen de la respuesta de Agostinelli titulada «El talismán a transistores». En el copete de esa nota el editor se extrañaba de que el artículo de Ross suscitara polémica ya que «su posición era ante todo descriptiva». El miembro del CAIRP, sin embargo, consideraba pertinente preguntarse a qué aportes se refiere Ross cuando dice que la Nueva Era reconstruye «una ciencia con cara humana», al tiempo que la define como «un movimiento sincrético en el que una mixtura de disciplinas ocultistas ha ido creciendo hasta cobrar dimensiones comparables a las de una religión de masas». En cuanto a la emulación del discurso científico por parte de la New Age, Agostinelli responde que «se da la paradoja de que para elevar el prestigio de su idea de espiritualidad necesita adornar sus doctrinas con conceptos que toma prestados de las disciplinas científicas aceptadas, a las que, sin embargo, condena por su ‘falta de sensibilidad'».
En su rechazo al ataque que recibe el CSICOP (y por tanto el CAIRP, que se identifica con sus objetivos), Agostinelli advierte que «históricamente, los cazadores de brujas han sido quienes han fomentado la creencia en lo irracional, y no los escépticos» y se entristece por «la debilidad de los argumentos de tantos intelectuales que, como Andrew Ross, eligen abrazar los nuevos rostros de la superchería para manifestar su descreimiento de la ‘ciencia racionalista'» (1).
• SAHUMERIOS VS. PIPETAS. El 6 de marzo de 1993, bajo el título general «Paranoia en las pipetas», y el subtítulo «Sistema de conocimiento, sistema de ignorancia», el neoepistemólogo Alejandro Piscitelli y la periodista Marina Umaschi arrojan la segunda piedra en favor de la New Age y contra el escepticismo metodológico propiciado por el CAIRP para investigar las afirmaciones de la New Age. A vuelta de página de un copete anticipando que Piscitelli-Umaschi prometieron «tomar distancia » de los articulistas que les precedieron, no vacilan en tratar al CAIRP, al CSICOP, a Carl Sagan e Isaac Asimov de «científicos fundamentalistas»‘. Entre otras cosas, los autores aseguran que la comunidad científica desestima los fenómenos paranormales porque mantiene una «visión estrechamente positivista» (aunque enseguida dicen que «no es que en ellos [los fenómenos psi] no haya poco —sino casi todo— para criticar o rechazar»), y que reacciona frente a la New Age porque «envidia las ventas y fondos que movilizan». Pero la preocupación primordial de Piscitelli-Umaschi es que los escépticos, en realidad, temen que «la ortodoxia»se ve amenazada a causa de «la proliferación de formas distintas de practicar y concebir a la ciencia». Buscan impactar agregando una extensa bibliografía pero descalifican al Cairp citando… el libro Crónicas del Ángel Gris, del escritor Alejandro Dolina.
Bajo el titulo «El cuento de la buena pipeta» (Futuro, 13 de marzo), Agostinelli contesta las tergiversaciones que hicieron de su artículo Piscitelli-Umaschi y lamenta: «De un epistemólogo esperaba una crítica científica, y no una crítica poética, híbrida y ambivalente». Tras subrayar que «escepticismo no es negar a priori», que «deseo y evidencia científica no van de la mano» y que «no todo ‘lo nuevo es New Age», explica con detalle los motivos por los cuales las ECM, el control mental y la parapsicología generan prácticas pseudocientíficas. En el caso de la parapsicología, señala que «poner en su lugar sus fundamentos no es ‘un pretexto’ para atacar por elevación otros modelos ‘que pueden amenazar la ciudadela científica'» sino «una cuestión de salud pública», hecho frente al cual sus críticos sólo se pronuncian para igualar ciencia con charlatanismo.
Por otro lado, se pregunta por qué los defensores la New Age no intentan una definición «ni ofrecen un solo ejemplo acerca de cuáles son los genuinos logros científicos» de ésta, ya que, «de lo contrario el diálogo será imposible y este debate se irá pareciendo cada vez más al ‘cuento de la buena pipeta'». Ante la acusación de «fundamentalistas de la ciencia», Agostinelli responde que éste es un adjetivo «que sólo se aplica a las ideologías y forma parte del campo de las creencias. Desde el punto de vista epistemológico —concluye— tratar a Asimov o a Sagan de fundamentalistas es sumar confusión a un sistema de ignorancia; desde la posición de una estudiante de Ciencias de la Comunicación, una licencia poética».
• LA NEW AGE SEGÚN MOLEDO. El 20 de marzo tuvo la palabra el excelente divulgador científico Leonardo Moledo que, en el artículo «Nueva Era para el Nuevo Orden», manifestó acordar con la refutación de Agostinelli —»aunque sin compartir su fervor». Enfatiza la «ingenuidad» de la defensa de la Era de Acuario emprendida por Piscitelli-Umaschi, subrayando que la estrategia de los newagers se desmorona por su base ya que consiste en «a) invertir la carga de la prueba: no es necesario mostrar ningún resultado, y son las disciplinas científicas las que deben demostrar que el conjunto de creencias neivage no tiene validez; b) se achaca a la ‘ciencia oficial’ una negativa cerrada basada en el terror que le inspiran estas ‘nuevas disciplinas'». Moledo considera que el punto b) «carece por completo de originalidad» porque, como ocurre con «los inventores de máquinas de movimiento continuo, piedras filosofales y cábalas para ganar a la ruleta, o teorías sobre el universo», cuando se les señala un error, «atribuyen la negativa a ‘creer’ a la soberbia o al poder de la ciencia oficiar. El periodista define a la New Age como «un conjunto de creencias bastante zonzas e inofensivas», añadiendo que «me parece injusto reprocharle a nadie sus creencias. Están a la moda, sí, ¿Y qué pasa si Piscitelli-Umaschi quieren estar a la moda? ¿Qué tiene de malo? No creo que haya por qué cuestionar eso: seria como criticarlos por el color de su corbata» (2). Moledo advierte que, para él, lo realmente importante es hacer una lectura política de la cuestión. «La New Age y su presencia creciente en los medios de comunicación —prosigue— es sólo una forma light y cultural de la derechización del discurso y las formas políticas a nivel planetario».
Más adelante puntualiza que «Agostinelli se equivoca cuando pide que los newagers exhiban resultados. La lógica new-age, que es la lógica del libre mercado ideológico, no requiere pruebas ni resultados ni procedimientos de verificación de sus productos: basta con la propaganda y con que alguien los compre, como cualquier jabón de lavar». Al final, escribe: «los objetivos del programa newtoniano en buena parte se han cumplido: el desgarramiento del tejido teológico medieval y la creación de un espacio donde actúan individuos: hombres libres en un espacio laico, tal seria la síntesis de tres siglos de racionalismo, que a Pisicitelli-Umaschi les parece tan deshumanizada. Puede ser que estén cansados y quieran retroceder al clima fragmentado y mágico del Medioevo. Pero es un retroceso, no un avance».
«Es agradable que estas ‘nuevas ciencias para un nuevo orden’ tengan ahora sus epistemólogos. El elenco de la era de Acuario se va completando», concluye Moledo.
LA NUEVA ERA VUELVE A LA CARGA. El 15 de marzo último, la epistemóloga y docente de la UBA Denise Najmanovich ingresa a las páginas de Futuro para encargarse de pasar el trapo filosófico que tantas veces da brillo al parquet esotérico. En su intento por vincular al escepticismo con la caza de brujas, dice: «Desgraciadamente, la historia está llena de lo que podríamos llamar ‘escépticos dogmáticos’, que sólo dudan de las creencias de los demás, reservando para las propias el nombre de saber o ciencia (conocimiento verdadero y fundado). Son ‘escépticos dogmáticos’ los conquistadores de todos los tiempos, que toman las tierras y los bienes de otros pueblos y destruyen las estatuas de sus dioses» (…) «Eran ‘escépticos dogmáticos’ los inquisidores que quemaron a Bruno, encarcelaron a Galileo y martirizaron a tantas brujas, judíos y otros ‘desviados’…»También intentaba ajustar el lazo entre el escepticismo y el positivismo, y aprovecha para meter en el medio al CAIRP: «Recordemos que a fines del siglo XIX casi todos los científicos creían que los átomos no eran realidades físicas sino tan sólo artificios explicativos (¿qué hubieran opinado nuestros escépicos del CAIRP?)» Continúa con una exposición acerca de Kuhn y su crítica a la concepción positivista de progreso científico y luego aborda ligeramente el tema que, a nuestro juicio, es el más importante: «Algunos vivillos aprovechan la situación guiados por el siempre válido refrán que dice ‘a rio revuelto, ganancia de pescadores’: pero el detectarlos y refutarlos es una tarea menor, un pasatiempo para espíritus que gustan más de la crítica a los géneros menores que transpirar la camiseta para crear una sinfonía «, y centra su atención en que «lo interesante del fenómeno New Age no son los Haré Krshna»… ni «las terapias instantáneas por correo electrónico» sino «una necesidad profunda de búsqueda espiritual» y «la posibilidad de concebir nuevos caminos terapéuticos más integradores…»
EL CAIRP CONTRAATACA. Dos semanas más tarde (el 29/5) Futuro publica la réplica del CAIRP, esta vez a cargo de Alejandro J. Borgo, en un artículo titulado «¿Y dónde está el epistemólogo?» que hace hincapié en la importancia de referimos a los hechos: «Frente al torbellino verborrágico de los new-epistemólogos, la respuesta es: hechos, no palabras». Por otra parte, Borgo apuntó a la distracción de los filósofos que «ven la invisibilidad de los quarks pero no ven la cruda realidad que está delante de sus ojos» refiriéndose a los astrólogos, videntes, sectas, centros de control mental, etc., que juegan con la salud mental y física de la gente sometiéndola a técnicas y terapias no comprobadas científicamente y a verdades celestiales sólo accesibles a los iniciados. «La pseudociencia —herramienta esencial de la New Age— nos aleja de la realidad, achata nuestra capacidad de reflexión, fomenta la deglución sin preguntas, constituye un peligro para nuestra salud física y mental, y termina por convencer a muchos “filósofos de la complejidad” de que los fenómenos paranormales “han sido fácilmente desestimados”, ignorando —culposamente, si han leído el libro de Susan Blackmore que citan, o el informe de la National Academy of Science de los EE.UU.— la profundidad con que se ha examinado la evidencia en favor de lo paranormal.
«El hecho de que la preocupación —no el terror— de los científicos ante el arrollador avance del pensamiento mágico no sea compartida por el gran público, no hace más ni menos real la existencia de dicho problema. La libertad de opción exige información veraz, y los científicos faltarían a su responsabilidad si no informasen al público que es inofensiva», afirma Borgo, para continuar con una respuesta a las acusaciones ideológicas de Najmanovich: «De modo que las acusaciones de inquisidor, dictador, conquistador, nazi y oscurantista son inadmisibles…»(…) «Quienes encaramos la tarea de divulgar la mentalidad científica, frecuentemente nos vemos expuestos a la crítica salvaje, emocional e ignorante de quienes alientan la superchería y la creencia a ciegas. Y de quienes le sirven de sostén: los filósofos de la Vieja Nueva Era». Termina con una exposición del credo de un escéptico y destaca que ser escéptico no significa no creer. Finalmente pregunta: «¿Quién dijo que los escépticos somos escépticos?».
NOTA DE 2014
(*) «Ciencia Vs. New Age: Dos caras de una controversia». El Ojo Escéptico Nº 7-8. Otro resumen fue publicado por Carlos Domínguez en Hipótesis Carolus (2011).
(**) Por entonces, la sede del CAIRP quedaba en Libertad 12, 2do Piso. El grupo subalquilaba parte de una oficina que a su vez yo le subalquilaba a la Escuela de Fotografía de mi hermano Javier, quien a su vez le subalquilaba a la Escuela Argentina de Modelos. Así de precaria era la situación.
NOTAS ORIGINALES
1) Mi artículo completo fue publicado por la revista española La Alternativa Racional No 28, Primavera de 1993, pp. 4-9.
2) Cuando le preguntamos a Moledo si realmente pensaba que la pseudociencia que hay en el movimiento New Age no era más que «un conjunto de creencias zonzas e inofensivas» aclaró que con esa frase quiso ridiculizar las pretensiones de Piscitelli-Umaschi.
¿QUÉ FUE EL CAIRP? (Conferencia del autor de este blog titulada «El escepticismo activo», en el Simposio Internacional sobre Pensamiento Crítico, organizado por la Asociación Racionalista Paraguaya (4 y 5 de noviembre de 2011).)
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