La humanidad atraviesa el peor de los mundos imaginables y el arte contraataca, por enésima vez, para librar su batalla plural y ética, en este caso en el arte del colombiano Nadín Ospina, que inauguró en Madrid, al borde de la pandemia, la exposición «Yo soy otro tú», una invitación a reflexionar sobre los otros y un alegato contra la intolerancia, la discriminación y la estigmatización.
La muestra de Nadín Ospina (Bogotá, 1960) inauguró en Madrid el 20 de febrero y cerró con la cuarentena: el Covid-19 se la llevó puesta junto con todos los eventos públicos. Por ahora, solo la podemos disfrutar a través del material multimedia provisto por la Subdirección General de Promoción de las Bellas Artes, el Museo Nacional de Antropología de Madrid, con la colaboración de la Embajada de Colombia, el Museo de América y Canon y el esfuerzo de difusión que encaró su curadora madrileña, Isabel Durán.
El arte pop de Ospina ya tuvo momentos altos, como cuando expuso sus esculturas de barro estilo prehispánico de los personajes de Disney o Los Simpson. Ahora parece haber querido salir a buscar culturas hasta el infinito y más allá para reunirlas en una muestra donde los otros son parte de una constelación que nos reconstituye como seres que (a falta de parámetros o modelos de comparación, salvo los que proporciona la religión) llamamos “humanos”; esto es, aquellos a quienes el gran Carl Sagan aconsejaba “dejar vivir aunque no esté de acuerdo contigo”, ya que “no encontrarás a nadie parecido en cien mil millones de galaxias”.
Ospina presenta una galería de criaturas fantásticas en confrontación intercultural. Su proyecto propone buscar la identidad –y los valores necesarios para sobrevivir el mundo sin que unxs se aplasten a los otrxs– haciendo interactuar y coexistir a figuras de todas las épocas y procedentes de los más diversos universos, invitando a esta auténtica “fiesta de representaciones” a criaturas de la cultura prehispánicas, monstruos mitológicos, personajes de la cultura popular e indígenas americanos a partir de su imagen clisé, ya sea utilizando juguetes, recreaciones kitsch o hibridaciones retro-futuristas donde héroes espaciales, como el Sr Spock o el Capitán Kirk, comparten sala con deidades desenterradas de yacimientos arqueológicos.
“Todos somos alienígenas para otros y todos podemos confrontar la experiencia del extrañamiento, ese sentirse inapropiado, incómodo o rechazado en un entorno ajeno”, le contestó Nadín Ospina al periodista Javier Estrada en una entrevista publicada en Revista Plácet.
Con su obra Ospina se planta ante “las políticas nacionalistas y fundamentalistas que identifican los miedos primitivos y los usan como herramientas de control social y empoderamiento” y advierte: “El individuo preso de temores reales o infundados declina su albedrío en el supuesto defensor controlador y sigue ciegamente los parámetros de conductas aislacionistas, discriminatorias, xenófobas y racistas”.
También tiene algo para decir sobre el engaño.
– ¿Cuáles han sido las grandes mentiras contadas por la historia que todavía afectan a nuestro comportamiento?
– Las grandes mentiras históricas son la creencia de una supuesta superioridad racial y los dogmas de fe religiosa. La primera segrega, oprime, esclaviza; los segundos fomentan el odio, la ignorancia y el fanatismo.
El procedimiento de Ospina es el encuentro inesperado. Su propuesta, bastante explícita, consiste en presentar en un formato atractivo la problemática existencial que corroe las tripas de la especie, o de la porción de la especie capaz de interrogarse sobre su futuro: mirarse a los ojos en un mundo que habilita poder a lo siniestro, hoy encarnado por Trump en los Estados Unidos y Bolsonaro en Brasil, entre otras experiencias neofascistas.
–¿Si aterrizara una nave con extraterrestres y analizara a la raza humana, qué verían?
–Si arribase una nave extraterrestre –contestó Nadín– probablemente llegarían a la conclusión de que somos un experimento fallido de algún demiurgo demente. Nos terminarían de aniquilar con algún arma letal (probablemente ya está sucediendo), se llevarían como muestras vitales exitosas, en su arca espacial, a algunas parejas de ratas, de pulgas y de cucarachas y extraerían algunos objetos notables como el tocado de Moctezuma, la Victoria Alada de Samotracia y algunos huevos de Fabergé como prueba de la existencia de una raza alada a la que esta perversa humanidad envidiosa se encargó de exterminar.
La masiva exposición de crueldad que supuso la tortura y asesinato del norteamericano George Floyd el 25 de mayo pasado, víctima de la violencia policial, realza la paradoja de la inauguración: la muestra nunca pudo haber sido más oportuna, por el apogeo de la intolerancia, y nunca pudo comenzar en un momento menos oportuno: por la pandemia debió ser suspendida.
La muestra de Ospina podrá ser visitada físicamente cuando finalice el estado de alerta sanitaria y permanecerá en las salas del Museo Nacional de Antropología (Calle de Alfonso XII, 68, 28014, Madrid) hasta 27 de septiembre. La entrada es libre y gratuita.
En todo caso, tampoco es que se le pueda poner un precio al arte que te enseña a ser mejor persona.
AGRADECIMIENTO
A Matías Morey, que nos informó a través de Anomalist.
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