Tal vez en busca del megusteo fácil, un ex coach de Macri enumeró cuatro “suicidios sospechosos”. Creó un sancocho disparatado pero instructivo sobre cómo opera la inteligencia macrista en su afán por diseminar la exitosa FakeNews según la cual cualquier famoso muerto bien podría haber sido víctima del kirchnerismo –incluso antes de que el kirchnerismo existiera. Tachar a Saráchaga, es la consigna.
José María Rodríguez Saráchaga, un experto en oratoria promocionado por haber feteado la papa en la boca a Miauricio Macri, posteó un tuit revelador sobre cómo funciona el mundo del revés de los comunicadores amigos del oficialismo.
En una lista de sospechosos de haber cometido “suicidios casuales”, el ex coach oral de Macri mezcló a Natacha Jaitt y Nisman con Juan Castro, un periodista que en 2004 murió en un accidente causado por su adicción a las drogas, y Fabián Polosecki, quien se quitó la vida en 1996, siete años antes de la llegada de Néstor Kirchner al gobierno.
La consigna parece ser “al enemigo ni justicia”. Todos van a parar a la bolsa antiK.
“Es #Rarísimo”, tuiteó el tal Rodríguez Saráchaga el 24 de febrero, “pero cuando un K denuncia amenazas aparece como candidato, cuando un antiK denuncia amenazas aparece muerto en extrañas circunstancias”.
Acto seguido, reprodujo una lista donde figuran las siguientes personas:
#NatachaJaitt
#Nisman
#JuanCastro
#Polosecki
“Otra de la #CasualidadPermanente”, cierra el tuit.
Vamos a dejar de lado el ejemplo de Jaitt: la mediática solía escrachar a otros mediáticos, pero el caso es demasiado reciente y parecen haber sido varias las causas que la llevaron a la muerte. También tenderemos un manto de piedad sobre el “asesinato” de Nisman, pese a que las conclusiones se inclinan inexorablemente al suicidio de un hombre acabado, sometido a una presión feroz.
La lista continúa con los periodistas Juan Castro y «Polito». ¿Tiene sentido sospechar que los cronistas fueron asesinados por una supuesta condición de “antiK”? Siguiente pregunta: ¿Nos volvimos locos?
Las sospechas en torno al “caso Juan Castro” habían sido construidas a poco de su deceso el 5/03/2004, si bien fueron retomadas en 2017 por el actor Ramiro Blas.
El primer medio que enturbió su muerte fue el conspiracionista Periódico Tribuna. Christian Sanz, director de ese sitio y autor de un texto tan especulativo que acabaría hecho un bollo en cualquier redacción seria, diseminó dudas a partir de un email anónimo según el cual días antes Juan Castro habría estado gestionando una entrevista con Cristina Fernández de Kirchner por unas supuestas “fotos comprometedoras”. Sanz no solo carecía de la más mínima evidencia para decir esto: casi toda su novela descansaba en el latiguillo según el cual “si Juan hubiera querido suicidarse no se hubiera tirado de un primer piso”. Y precisamente ese es el problema central de su tesis conspiranoica: la investigación descartó la hipótesis del suicidio. Las últimas pericias de la Justicia determinaron que Castro se lanzó del primer piso producto de un “delirio agitado fatal” a causa de su adicción a la cocaína.
El caso de Fabián Polosecki es distinto. El 3/12/1996, Polito se arrojó bajo un tren en marcha. Las circunstancias personales que atravesaba los días previos eran conocidas por su círculo íntimo. Polo estaba enfermo, aislado y alejado del periodismo. Solo un bruto lo puede calificar de antiK: Néstor Kirchner asumió la Presidencia de la Nación Argentina el 25/03/2003. Cuando Polo se mató todavía gobernaba Menem.
Cualquier intento por establecer una relación causal entre el kirchnerismo y las pretendidas “muertes dudosas” de ambos periodistas no solo merece ser rechazado por su falta de sustento, también debería ser repudiado.
Por supuesto, el mundo está colmado de calumnias más elaboradas. Pero el nivel de estupidez alcanzado por esa lista de presuntos “falsos suicidas” me llevó a buscar algún dato más sobre el tuitero en cuestión. Rodríguez Saráchaga resultó ser “experto en comunicación”, director de Oratoria Consulting y “el especialista en oratoria y lenguaje no verbal más consultado por los medios locales de comunicación”. En su carta de presentación se atribuye el mérito de haber sido el responsable de reducir la papa en la boca que caracterizó a Mauricio Macri cuando hacía sus palotes como jefe de Gobierno de la Ciudad.
Editores, periodistas y productores a quienes todavía les corre sangre por las venas deberían tachar a Rodríguez Saráchaga de sus agendas. No por haber sido personal trainer de la lengua de Macri, que no agrega ni quita nada relevante, sino porque esa lista no la pudo haber armado una persona que actúa de buena fe.
AGRADECIMIENTO: Javier Russo
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