Mientras todos miran a Juan Salvo, Diego Trerotola celebra al personaje más entrañable y subversivo de la historieta: Favalli, el físico “muy gordo” que nunca deja de luchar —ni de ser. Un personaje emblemático contra la gordofobia y a favor de la aventura.
Por Diego Trerotola *

Creo que El Eternauta es una obra infinita porque, dentro de sus cuadros, de sus páginas, de sus globos, desbordan muchas aventuras. Ante todo, es una historieta de aventuras, así, en plural. De entre todas, la aventura que más me gusta es la del gordo Favalli. O mejor dicho —en las propias palabras del personaje— del “muy gordo” Favalli.
No sé si hay otro aventurero de la historieta argentina que me guste más que él, que me conmueva más que él. Y no estoy solo en esto, porque Favalli tiene su propio culto: muchos lectores de El Eternauta lo aclaman, lo valoran tanto, o incluso más, que al personaje del título, Juan Salvo.
El profesor de física Favalli es uno de los cerebros de la aventura, pero también el cuerpo humano más gordo del relato. Mientras el Eternauta puede diluirse, desmaterializarse, desaparecer y aparecer en su viaje en el tiempo —como sucede al principio del libro—, el físico de Favalli es lo opuesto: una presencia material insoslayable, una carnalidad pesada que igual puede enfrentar todos los obstáculos de la aventura con su mente y su cuerpo.
Mucha actividad cerebral, mucha carne: una relación directamente proporcional. Es un personaje grandioso en lo abstracto y en lo concreto, que incluso permite el chiste fácil: es un gran físico.
Enfrenta a la nevada mortal, a los cascarudos, a las gurbos, a los Manos, a los Ellos como cualquier otro, o mejor que muchos otros, y sale ileso como pocos. Y es autoconsciente de su condición, gracias a ese globo que le hace gritar Oesterheld, donde se autopercibe “muy gordo”. Más específicamente, dice “¡Soy muy gordo!”, que no es lo mismo que “estar” muy gordo —lo cual implicaría una condición transitoria. Favalli es. Y al decir eso, define parte de su ser, de su cualidad como personaje, como héroe.
Esa gordofilia es mi aventura favorita, mi final feliz de El Eternauta: la gordura es siempre un malestar en la cultura porque implica una idea de condena, una condena que supuestamente limita nuestra aventura, pero especialmente una condena de muerte: al gordo se le dice que adelgace, se lo disciplina, por una cuestión de salud.
Favalli no muere. Puede ser atrapado, robotizado, puede perder al truco, pero nunca será vencido en la aventura.
Ahora que, por la serie, todo el mundo habla de El Eternauta, quiero celebrar a Favalli y a este cuadrito de Oesterheld y Solano López que pongo acá arriba, el cuadrito que es mi momento favorito de esta historieta eterna. Allí Favalli dice que no cree poder, pero página a página confirmamos que sí puede.
Por eso, Favalli también es eterno: porque siempre estará ahí, vivo en la aventura, para que, cualquier día, alguien más lo lea, se identifique con él y quiera ser muy gordo.
Y un futuro con más personas muy gordas que podamos arrojarnos a la aventura no es un futuro distópico.
(*) Diego Trerotola es periodista, crítico de cine y estudioso de la cultura queer. Se lo encuentra en Twitter @diegot_rror , Instagram @diego.trerotola. Ya escribió en Factor Time Sale, el creador del Súperman como un bebé gordo, murió con la capa puesta y Palo santo: ya hay un santuario donde se desvaneció el artista
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