Ante la “nueva normalidad anticientífica”, la Argentina necesita volver a defender un derecho que hasta ayer parecía obvio: buscar el conocimiento por el conocimiento mismo
No eran humoristas ni comediantes. Era un programa radial donde un médico y una periodista se mofaron de un estudio científico publicado en la revista de la Sociedad Zoológica de Londres. ¿Por qué? Porque el estudio fue realizado por investigadores argentinos, claro. Tratándose de un tema que ambos desconocían, montar una escena de burla y desdén ya es suficientemente grotesco.
La agresión se inscribe en el marco del ataque serial del nuevo gobierno, y medios y redes sociales adictas a éste, hacia todo colectivo dedicado a la creación, educación y divulgación del conocimiento de la esfera pública, que incluye el desfinanciamiento de las universidades estatales, el CONICET y, en general, de todas las políticas públicas.
“No debería ser necesario buscar argumentos de por qué investigamos tal o cual cosa, porque el conocimiento en sí mismo es un valor deseable”, contestó la Sociedad Argentina para el Estudio de los Mamíferos (SAREM), establecida en Mendoza.
Tampoco debemos naturalizar la soberbia y el desprecio por la búsqueda del conocimiento: la secuela del menoscabo por la investigación científica se traduce en políticas que sufrirá toda la sociedad.
Recorte del programa «Cristina sin vueltas» de Radio Rivadavia, aquí
El día 4 de marzo de 2024, el médico Claudio Zin, en el programa «Cristina sin vueltas» de Radio Rivadavia, se dirigió despectivamente y de forma burlona hacia una investigación recientemente publicada en Journal of Zoology. El estudio en cuestión está centrado en la particular estructura de la piel de un armadillo endémico de Argentina. Podría argumentarse que esta es una de las revistas más prestigiosas de su especialidad o que los autores son todos investigadores respetados de diferentes instituciones que integran el sistema científico de la República Argentina, pero sería una verdad de perogrullo. Como dijo alguien alguna vez «¿Qué tiempos son estos en los que tenemos que defender lo obvio»?
La citada situación fue canallesca, cobarde, cruel y malintencionada. Canallesca y cobarde por centrarse en un grupo de personas que no tenía la posibilidad de defenderse frente al destrato. Cruel, porque la burla en sí misma conlleva siempre una cuota de crueldad, más cuando se realiza en conjunto. Pero también malintencionada, porque sin tener ningún conocimiento del caso o la temática, los periodistas se permitieron opinar sobre un asunto biológico complejo. La responsabilidad de comunicar objetivamente, la cual se supone que debería ser el deseo de cualquier periodista, se puede decir que quedó completamente de lado. Lamentablemente, este hecho no es aislado y se enmarca dentro del continuo desprestigio que desde las redes sociales y algunos medios de comunicación se pregona hacia el espacio de Ciencia y Tecnología de nuestro país.
Es absurdo que se tenga que defender la generación de conocimientos. No debería ser necesario buscar argumentos de por qué investigamos tal o cual cosa, porque el conocimiento en sí mismo es un valor deseable. Nos hace mejores como sociedad, nos permite avanzar, nos engrandece y nos brinda herramientas nuevas para crecer colectivamente. Y si esta explicación no es satisfactoria, sépase que las derivaciones de nuestras investigaciones suelen ser insospechadas. El biomimetismo es uno de los campos más fértiles de la biología moderna. Cualquier descubrimiento dentro de esta disciplina, que no es otra cosa que la de buscar innovaciones basadas en la naturaleza, comienza con una investigación básica. Hoy es impensado, pero quién sabe qué aplicaciones podría tener este descubrimiento en el futuro, sea en la industria textil o el desarrollo de máquinas excavadoras que imiten la particular anatomía de este animal. Sin ciencia básica, no hay ciencia aplicada. Por otro lado, no está de más recordar la enorme importancia que ha tenido para la medicina el estudio experimental de otras especies de armadillos (por ejemplo, la mulita como modelo para los estudios de lepra). Para cerrar, y considerando que se trata de una especie endémica, exclusiva del centro de Argentina, si no la estudiamos nosotros, con nuestros recursos e investigadores, ¿quién otro va a hacerlo?
Por todo lo expuesto, la CD de SAREM repudia enérgicamente lo dicho contra el trabajo publicado por Knnpotic y colaboradores –«The double skin of the pink fairy armadillo, the peculiar integumentary system of Chlamyphorus truncatus Cingulata (Mammalia, Xenarthra)». Journal of Zoology. DOI: https://doi.org/ 10.1111/jzo. 13136)- con quienes a su vez nos solidarizamos . Asimismo, repudiamos la constante agresión que se está realizando por parte de integrantes del gobierno nacional a quienes formamos parte del sistema de investigación de Ciencia y Tecnología de nuestro país, a quienes invitamos cuando gusten a un debate serio, con datos concretos y sin chicanas.
–Sociedad Argentina para el Estudio de los Mamíferos
Más información sobre el estudio: Investigan por primera vez la doble capa de piel que distingue a un extraño tipo de armadillo
Gracias a Nora Bär, colega por la que tuvimos conocimiento del caso