Johan Byttebier, el «filósofo de la caca» que soñaba con exterminar a los marcianos

Rescate de la necrológica de una figura extraña y olvidada, el piloto y aladeltista belga que fundó el primer partido ecologista en la Argentina. El autor, Luis Pazos, le dijo en la cara «terrorista galáctico».

Johan Byttebier (*) fue el fundador del que, por entonces, era el único partido ecologista argentino. Fue también pionero del aladeltismo, actividad que inició en Mendoza. No está claro si fue pariente de Hugo Byttebier, un belga que, según Sergio Kiernan, sirvió en las SS alemanas y llegó en 1948 con sus dos hermanos.  

En agosto de 1983, el periodista Luis Pazos decidió escribir sobre Byttebier. Lo hizo por un sentido de justicia: un quincenario local sólo había dedicado cinco líneas a la noticia de su muerte. Esta indiferencia conmovió a Pazos –hoy reconocido artista plástico y poeta–, quien lo había conocido en Mendoza. “Fue el personaje más increíble que entrevisté jamás”, escribió en la revista Perfil.

Es la semblanza que reeditamos, un poco para dejar la información a mano de los historiadores del futuro y otro poco porque Byttebier resultó antecesor del Profeta Kropp, el gurú que recetaba leche de magnesia para “hacer cagar” a la población de San Marcos Sierra.

Por Luis Pazos

El 15 de julio se pegó un balazo John Bytrebier, fundador, presidente y único militante del Partido Ecologista Argentino. La noticia mereció cinco líneas en la sección Transiciones de la revista Primera Plana. Y punto. No sé si en Mendoza, el lugar en el que vivía, los diarios locales le dedicaron la necrológica de rigor. Supongo que sí. Lo cierto es que a este político que nunca logró un voto, yo lo conocí.

Hace un año (tal vez un poco más) fui a entrevistarlo. Un suelto en La Razón anunciaba que en Mendoza se había creado el Partido Ecologista y allá me mandaron. La cita fue al mediodía. Me encontré, bañada por un sol maravilloso, con una casona como las que a mí me gustan: paredes blancas y mucha madera. El dueño, en cambio, era otra cosa. Alto, vestido de negro, con camisa de cuello duro y ni una sonrisa ni por equivocación; más que un ecologista parecía un pastor luterano.

El interior de la casa coincidía con su aspecto: muebles de estilo y cuadros de lejanos antepasados. Junto a Johan Bytrebier no había nadie: ni mucama ni esposa ni hijos ni perro. Ni siquiera la secretaria de turno. Ahí no más recibí el primer baldazo de agua con cubitos: el líder en persona me aclaró que su partido estaba abierto a todos, excepto a los extraterrestres. Porque ellos, como todos lo sabían, eran el enemigo. Por supuesto, en ese mismo momento supe que la nota había terminado. Pero no me fui. Me quedé el par de horas reglamentarias porque si hay algo que me fascina en este mundo es la imaginación. Sobre todo este tipo de imaginación: la que no tiene medida. (Me niego terminantemente a llamarla locura.) Bien, lo cierto es que Bytrebier había nacido en Bélgica, tenía escrito un libro todavía inédito y en 1948 trajo al país, por primera vez, un ala delta. Intentó construirlas y se convirtió, por propia voluntad, en piloto de prueba. Cuando yo lo conocí (tenía 49 años) llevaba como una docena de fracturas encima.

EN VUELO. Foto de 1972 de Johan a punto de aterrizar. El pionero, piloto y ecologista, respondía al apodo de «Bodeguita». Es poco prudente preguntarse por qué.

Su arribo a la política fue a través de la filosofía. Según su análisis de la realidad nacional, ninguno de los partidos tradicionales había tocado el tema clave para solucionar los innúmeros problemas que aquejan al país. No sólo al país sino al mundo: la caca. En su manuscrito (lo tuve en mis manos) había varios capítulos dedicados a este elemento fundamental. Para Bytrebier de la caca podía salir todo: desde el abono indispensable para reforestar el planeta hasta edificios de varios pisos mediante un complicado proceso de reciclaje de la materia. La caca, por lo tanto, estaba destinada a revolucionar la economía mundial. En su cosmovisión el viejo axioma Nada se pierde, todo se transforma adquiría una nueva y desconocida dimensión.

Esto era sólo el comienzo. El presidente del Partido Ecologista tenía planificada su propia revolución sexual. Varias páginas de su obra magna estaban dedicadas al placer de la defecación. Placer, según él, superior al del coito y otras formas primitivas de la sexualidad.

Lamentablemente el pueblo de Mendoza (y el país en general) no respondieron a su llamado. Bytrebier, en su larga campaña, jamás tuvo un adepto. En una vieja máquina escribía, él mismo, sus gacetillas, artículos y volantes. Eso sí, salían puntualmente en los diarios de Mendoza y Buenos Aires vía agencias de noticias.

Me confesó, sin tapujos, su ambición de ser presidente de los argentinos. También sus rigurosos planes de exterminio de cualquier vestigio de vida extraterrestre. Este fue el punto culminante de nuestra conversación. Le reproché duramente su actitud fascistoide frente a los marcianos y lo acusé de terrorista galáctico. No se inmutó. En esta cuestión era irreductible.

La suerte del Partido Ecologista está echada. Murió con su creador. Queda en pie lo enigmático de su muerte. Decir que fue un rapto de locura me parece una simplificación. Yo prefiero imaginar que fue un supuesto acto de amor ecologista. Bytrebier, como cadáver, es parte de esa “basura” que para él era la vida misma. O que estamos ante un crimen perfecto cometido por la sucursal interplanetaria de la CIA o la KGB. Su partido tenía un slogan: la caca salvará al mundo. Lo respeto, pero no me parece efectivo. Habiendo conocido a su fundador yo elijo, “in memorian”, uno menos novedoso pero más fiel: “la imaginación al poder”.

Publicación original: “Murió el filósofo de la caca” por Luis Pazos, revista Perfil, sección El Observador, 8/08/1983. pág. 11.

Colaboración: Paulo Lage

(*) En Perfil, Johan aparece como “Bytrebier” y no Byttebier, apellido del aladeltista.  

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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