El último escándalo que protagonizó el secuaz de las falsas terapias para la salud, Claudio María Domínguez, puso en primer plano a un misterioso investigador del CONICET y profesor de la Universidad Nacional de Rosario que colaboró en la creación de Kyojin, un supuesto probiótico originario del Japón que se distribuye en todo el país.
Por un lado, existen en todo el mundo promisorios estudios en torno a la misma cepa, Bacillus subtilis. Pero las investigaciones recién empiezan y algunos ya lo venden como una panacea para alargar la vida, prevenir el HIV y, últimamente, también el coronavirus.
“Lo esencial es invisible a los ojos”, reza el eslogan de Kyojin. ¿Qué sería lo esencial, en este caso? Saber si el producto fue aprobado o no por la ANMAT y establecer si realmente ofrece los beneficios que proclama.
Ya hablamos de promotores y distribuidores de pócimas grandilocuentes pero falsas. En esta ocasión la pregunta es ¿quiénes proveen de la materia prima?
La nueva normalidad necesita desvíos temáticos de la agenda COVID-19. Uno de ellos es la búsqueda de escándalos en salud. Por eso son noticiables famosos que derrapan, como el médico Rubén Mühlberger o el “investigador” cubano Ernesto Prieto Gratacós, de la línea ortomolecular. Por esos bucles del destino, la fama de ambos resultó opacada por el mismo tipo de programas que los sacaron de la pobreza y el anonimato.
El caso de Claudio María Domínguez es distinto porque hace muchos años es parte de la misma cultura televisiva donde se respetan ciertos códigos, es decir, mangueras que pocos se animan a pisar. Si bien no existe productor televisivo que se resista a dar aire al traspié escabroso de ningún famoso, como lo es el abuso de la credulidad en tiempos de pandemia, a Domínguez lo galvaniza un campo de protección que oscila entre el temor y la obsecuencia. Pero tampoco es para tanto: el locuaz animador, en definitiva, no deja de ser un propagador de charlatanería ajena.
En un artículo de 2012 ya advertíamos que los servicios y productos promocionados por Domínguez deberían funcionar como un alerta rojo para enfocarse en sus anunciantes, casi siempre empresas, asociaciones o personas que “suelen apostar a la impunidad que obtienen gracias al lucro que acumulan con la ingenuidad pública, la evasión de las instituciones del Estado y la falta de controles adecuados”.
Hace poco indagamos la trayectoria de los distribuidores de este tipo de productos –de escasa o nula correlación entre proclamas publicitarias y presuntos beneficios– y revisamos el estatus del “kit inmunológico” que, como denunció la periodista Andrea Taboada en el ciclo Los Ángeles de la Mañana (Canal 13) el 21 de mayo, Claudio María había presentado como una provechosa alternativa para prevenir el coronavirus.
Domínguez es un evasor moral con 25 años de entrenamiento (ver recuadro, abajo). De estos contratiempos suele regresar recargado: el pasado 7 de junio, a dos semanas del escándalo, volvió a difundir el “kit del Kyojin” que promociona en sus redes sociales para su delivery inmunológico personal, el Sr. Gustavo Mendiburo (ver su historia aquí).
En su última recorrida mediática, el ex niño Odol dijo que “todos los productos que promociona son aprobados por la ANMAT” e insistió en “desafiar” a que le probaran que él nunca aseguró que aquellos productos sirvieran para inactivar el coronavirus.
Ahora bien, no solo resulta que Domínguez efectivamente atribuyó tales cualidades al “kit para elevar defensas” (véase por favor este video) sino que la ANMAT contestó oficialmente, en un mail del 27 de mayo, que Kyojin, la firma que comercializa el producto estrella del combo, nunca pidió a la ANMAT autorización para usar el término probiótico “ni para la autorización de declaración de propiedades saludables”, por lo que “ya habían iniciado acciones administrativas” ante un evidente caso de publicidad engañosa.
A continuación, la respuesta completa de la Oficina de Prensa de la ANMAT:
“Con respecto a su consulta debemos decirle que:
Es un producto que se encuentra registrado en la Agencia Santafesina de Seguridad Alimentaria (ASSAL) denominado “Agua Con Aroma a Limón con Probióticos”, nombre comercial: Probióticos Kyojin.
No se ha recibido ante esta Administración Nacional la solicitud de autorización del uso del término probiótico en el producto, ni para la autorización de declaración de propiedades saludables.
Por otro lado, desde el Programa de Monitoreo y Fiscalización de Publicidad y Promoción de Productos Sujetos a Vigilancia Sanitaria ya se habían iniciado las acciones administrativas correspondientes para la abstención de la publicidad por no cumplir la normativa vigente en materia de publicidad de este tipo de productos.
Esperamos haber resuelto sus interrogantes.
Saluda atte.
Prensa / Dirección de Relaciones Institucionales ANMAT
Kyojin, en definitiva, no había sido aprobado por la ANMAT.
¿Por qué laboratorios Kyojin no pudo inscribir en la ANMAT siquiera a su producto como suplemento nutricional?
La ANMAT no respondió una segunda ronda de preguntas, dejándonos en ascuas sobre los motivos por los cuales rechazó la aprobación. Tampoco contestó la Agencia Santafesina de Seguridad Alimentaria (ASSAL), que según la ANMAT registró Kyojin como un agua perfumada con probióticos. (La respuesta llegó contrapublicación de esta nota, ver abajo ADDENDA). En suma, nadie explicó por qué un producto registrado a escala provincial se puede comercializar en el resto del país. O por qué un suplemento nutricional es publicitado con un punteo de beneficios indistinguibles de los propios de un medicamento.
Infonegocios publicó que en Córdoba Kyojin es distribuido por Comer Sano, un mayorista de alimentos saludables y en la Farmacia General Paz de Córdoba Capital. En su edición del 26 de noviembre de 2019, el sitio añadió que era un producto de venta libre, el costo de un frasco de 60 mililitros rondaba los $ 1.200 y que Mercado Libre lo vendía a $ 1.800 (hoy no está disponible en ese sitio). Tras reportar que “es el primer alimento bebible diluible con estas características aprobado por ANMAT en Argentina y también en Latinoamérica e Iberoamérica”, indicaba: “Si se ingiere una dosis diaria entre 20 a 40 gotas, dura dos meses y si toma 40 gotas por día, dura un mes”. PuntoBiz, otro portal rosarino, publicó que sus efectos comenzaban a notarse «72 horas después de la ingesta».
Se habla mucho de la cantidad de gotas pero poco de la variable tolerancia o condición médica de cada consumidor: los especialistas consultados no recomiendan incorporar el probiótico a la dieta sin control médico.
DUDOSO COMPROMISO CON LA SALUD
“Primer probiótico del país homologado a nivel nacional”, dicen los flyers difundidos por los distribuidores de Kyojin. Hoy, la frase ha desaparecido en el sitio oficial. Tampoco están los nombres de científicos, médicos o responsables locales. Solo dan la cara dos representantes del exterior, el médico Hugo Crisponi Tortosa, urólogo, dietólogo naturista y miembro, entre otros, de la Sociedad Española de Nutrición y Medicina Orthomolecular (para España y Europa), y el médico Jorge Fabricio Bedón López, presentado como especialista en Acupuntura y Moxibustión, Terapias Neurales, Ozonoterapia, Auriculoterapia, Bioenergética Vibracional, Medicina Ortomolecular, Nutrigenómica y Terapias Anti-envejecimiento (para Ecuador).
Sin embargo, hay un conocido portavoz mediático: el doctor Roberto Grau, profesor e investigador del CONICET en el Departamento de Microbiología de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Rosario (FBIOyF – UNR) y coordinador de un estudio que tuvo difusión en varios medios del país.
Así, sabemos que el doctor Grau estudia desde hace 35 años al Bacillus subtilis que se consume en alimentos como el nattō (un derivado de la soja) en Japón. Según afirma, esta bacteria probiótica tendría efectos beneficiosos sobre el sistema inmunitario. “Lo que pudimos observar en el nematodo es que además de alargarles la vida tiene el efecto de mantener la vitalidad (healthy lifespan). Esto, extrapolado a humanos, significaría vivir más allá de los 120 años con una vitalidad de una persona de 50”, sostuvo Grau en un artículo de 2017 publicado en la página institucional del CONICET.
El probiótico que “podría retardar el envejecimiento y prolongar la vida humana a través de la colonización del intestino y, además, podría prevenir el mal de Alzheimer y de Parkinson”, fue presentado el 7 de diciembre de 2018 en el aula magna de la Facultad de Ciencias Exactas, Químicas y Naturales.
BORRAR CON EL CODO, Y CON LA MANO TAMBIÉN
En la declaración donde la empresa declara su misión, Kyojin sostiene entre sus Valores sentir “un alto grado de compromiso con la salud, (…) el bien más preciado de una persona (que) debe ser alcanzado por todos”.
Esos valores no deben incluir la transparencia: una vez difundidas las críticas al “kit inmunológico”, la compañía cambió en tiempo récord, sin preaviso, los textos de su página web.
Cuando Dominguez salió a los medios a defenderse, negó haber promovido el “kit” (que contiene al Kyojin) para “inactivar al coronavirus” (aunque aquellos dichos hubieran sido el origen del escándalo), juró recomendar “solamente productos aprobados por la ANMAT” y pidió al público que “investigara antes de opinar” y, llegado el caso, haga la denuncia a la ANMAT. Evidentemente, ni él había visitado la página de Kyojin, que presentaba un producto sin la certificación de la ANMAT y que además aseguraba que el probiótico…
“…previene y combate el resfrío común, la gripe, el SIDA, al rotavirus y otros virus que produzcan diarreas. También podrían prevenir del Coronavirus al poseer el mismo una cubierta lipoproteica que puede ser desintegrada (destruída) por las surfactinas e iturinas que produce B. subtilis como fue demostrado contra el virus del SIDA, el VIH.”
No bien la denuncia se hizo pública, Kyojin decidió esconder la mano y borró el párrafo cuestionado en un santiamén.
La vertiginosa supresión de esas sensacionales afirmaciones no fue seguida de ninguna retractación ni indicación que diera cuenta sobre los motivos de tales modificaciones.
Naturalmente, buscamos al Dr. Grau para conocer su perspectiva sobre estas irregularidades. Por desgracia, el profesor de la UNR no contesta mails ni atiende llamados telefónicos. Previsiblemente, su respuesta fue el silencio.
A fin del año pasado, el Dr. Grau era mucho más locuaz. Su voz se escuchó el 19 de noviembre de 2019, cuando contestó a los periodistas del programa El Show de la Mañana.
Después de exponer las virtudes terapéuticas de sus descubrimientos, y congratularse de que las investigaciones básicas “lleguen de manera tangible a la gente”, anunció que logró entusiasmar a sectores privados “para que un porcentaje de las ganancias de las ventas fueran a la Universidad Nacional de Rosario y al CONICET”.
A la pregunta sobre cómo el público puede reconocer el (probiótico) “bueno” de “otros que se venden en internet” (Kyojin también se vende en internet), el Dr. Grau contestó que el suyo “es el único habilitado por la ANMAT y tiene un nombre comercial japonés que empieza con K”. Habilitado por el conductor, aclaró: “En castellano sería Kyojin”.
Para entonces, la ANMAT ni siquiera había recibido el pedido de aprobación del producto como probiótico.
DEL GUSANO AL HUMANO: UN LARGO TRECHO
En un primer estudio, el grupo de Grau (Donato et al, 2017, Nature Comm) demostró que una cepa de Bacillus subtilis de laboratorio (llamada NCIB 3610), alarga la vida de un pequeño gusano modelo (C. elegans).
Más recientemente, el mismo grupo analizó la capacidad de esa cepa para proteger contra la neurodegeneración, usando el mismo modelo animal (Cogliati et al 2010, J Alzheimers Dis). Este estudio reportó que B. subtilis NCIB 3610 es capaz de retrasar la parálisis inducida por introducir en los nematodos la proteína causante de Alzheimer en humanos. Así, la bacteria también consiguió restaurar el efecto deletéreo de la sobrevida en gusanos que expresa esta proteína en el sistema nervioso. Sin embargo, estos organismos son nematodos y estos ensayos solo fueron realizados con una cepa de B. subtilis de laboratorio que no está aprobada para consumo humano. Además, ninguno de estos resultados fueron validados en roedores, ni existen estudios clínicos en humanos.
Desde luego, esto no descarta investigaciones futuras promisorias.
Casi en paralelo, un grupo de investigadores de la Universidad de Edimburgo publicó en enero los resultados del análisis de una cepa probiótica de B. subtilis (PXN21), capaz de prevenir y revertir la acumulación de α-synucleina, una proteína que forma agregados tóxicos en el cerebro de pacientes con Parkinson (Goya et al, 2020, Cell Reports).
“B. subtilis PNX21 es una cepa probiótica considerada como GRAS, es decir, reconocida mundialmente como segura para consumo humano”, afirmó Eugenia Goya, la primera autora del trabajo. En Reino Unido, continuó, “esta cepa está presente en un producto comercial que contiene 13 cepas bacterianas distintas, llamado Bio-kult (Protexin), que fue de donde nosotros aislamos el probiótico. Esta bacteria no solo protege contra la formación de agregados tóxicos de α-synucleina sino que también, una vez que estos se forman, es capaz de disgregarlos, lo cual podría tener muchas implicancias terapéuticas. Además, esto se relaciona con una mejor calidad de vida los animales: cuando comen B. subtilis se mueven mejor por más tiempo, están más sanos. Nuestros resultados proporcionan una base para explorar el potencial modificador de la enfermedad de B. subtilis como suplemento dietético. De hecho, estamos empezando estudios en moscas, ratones y humanos para comprobar si el efecto permanece”.
Otro trabajo que usó el mismo probiótico, esta vez aplicado en ratones, evaluó la capacidad de la bacteria para proteger al sistema inmune en un modelo de infección (Colenutt y Cutting, 2014, FEMS microbiology). En este caso, logró un tratamiento exitoso contra C. lostridium Difficile, responsable del 25% de las diarreas asociadas a antibióticos.
También se hallaron características probióticas viables de Bacillus subtilis natto en experimentos con terneros cuya función inmune resultó beneficiada (Wang y Zhang et al, 2010, Journal of Dairy Science).
Grau afirma que Kyojin está formulado en base a la cepa Bacillus subtillis natto DG101, cuyos beneficios no fueron estudiados directamente ni en modelos animales ni en humanos. Al respecto, Grau declaró en una publicación especializada internacional que planeaba iniciar un estudio clínico con más de 100 pacientes en Argentina tratados para Parkinson en hospitales privados, y seguirían a los pacientes por 12 meses. El estado de este estudio clínico es desconocido: no fue posible encontrarlo en ninguna entidad registrada.
En resumen, la cepa que afirma haber aislado Grau, no fue probada en ningún modelo, mucho menos en humanos. Tampoco fue aprobada por la ANMAT, según informa el mismo ente. No obstante, Kyojin vende el producto sin otra certificación que la santafesina (como alimento) y con una dosis recomendada que, hasta hoy, no parece haber sido objeto de un estudio riguroso.
Al cabo de este sucinto repaso de la trayectoria académica, mediática y comercial del probiótico rosarino ¿cuáles son las consecuencias más preocupantes?
La impunidad con la que se comercializan productos sensibles sin ningún tipo de control es una de ellas. Otros daños permanecen en un segundo plano. El rol de un investigador del CONICET mezclado entre charlatanes y médicos alternativos es, más que una fuente, un manantial de confusiones. Así, el prestigio de un producto potencialmente noble resulta desvirtuado: muchos consumidores pueden pensar que un producto investigado científicamente y certificado por entes oficiales, que definitivamente no es el caso de Kyojin, es también una pócima milagrera promocionada por una pandilla de oportunistas.
Por eso alarma el apático papel de la ANMAT y el de otros organismos de control de la salud pública en este lío. ¿Nos contará la ANMAT, un organismo dependiente del Ministerio de Salud de la Nación, si ha tomado alguna acción administrativa o judicial? Quedamos a la espera.
ADDENDA:
DESAUTORIZADA POR LA ASSAL, LA TITULAR DE KYOJIN RESULTÓ SER LA ESPOSA DEL DR. ROBERTO GRAU, INVESTIGADOR DEL CONICET
Con fecha 16 de junio, la Agencia Santafesina de Seguridad Alimentaria (ASSAL) nos contestó que esa institución había el producto denominado “Agua Con Aroma a Limón con Probióticos”, con nombre comercial Probióticos Kyojin, en el año 2019. Sin embargo, “el rótulo aprobado no contiene ninguna de las propiedades y beneficios que hoy dice tener, ya que no se autoriza este tipo de información en ninguno de los productos que acá se habilitan. Solo se informa la composición del producto”, escribió desde el departamento “Legislación” de ASSAL, la Ing. Mirta Zannier, docente en el Instituto de Tecnología de Alimentos, Facultad de Ingeniería Química (Universidad nacional del Litoral).
En la ficha enviada a Factor por ASSAL, figura como titular de Kyojin la Sra. Elida Elvira Padovan, inscripta como «comerciante» y esposa de Roberto Ricardo Grau. Según un contrato publicado en el Boletín Oficial, la pareja fue propietaria de la DISTRIBUIDORA PAR S.R.L. Desde 2017, la empresa incorporó dos nuevos socios, Esteban Luciano De Luca y Karina Andrea Arico, cambió su denominación social a CONTROL GREEN S.R.L. y pasó al rubro “aprovechamiento de energías renovables”.
AGRADECIMIENTOS: Violeta López Gasparri / Diego Golombek
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