Historia de un Objeto Imposible (Crónicas Armoricanas III)

En esta tercera y última entrega sobre la mitología de Erks, Sebastiano De Filippi aborda el objeto mágico más querido por el autor cordobés que lo hizo famoso, Guillermo Alfredo Terrera: el Bastón de Mando. ¿Cuál es la intriga en torno a este Bastón? ¿Es sagrado? ¿Quién lo decidió? ¿Existe algún registro del artefacto en la tradición de los comechingones, o nadie sabe de dónde salió? ¿Por qué Terrera le ha atribuido un carácter sobrenatural?

De Filippi, autor de la desmitificadora obra La ciudad de la llama Azul – Luces y sombras sobre el cerro Uritorco (Editorial Biblos, Buenos Aires, 2018) y coautor con Fernando Soto Roland de «Los Señores del Uritorco. La verdadera historia de los comechingones» (Editorial Biblos, Buenos Aires, 2019), cierra la saga sobre grandes misterios erksianos entrando en el terreno más consolidado: el de un objeto que representó el poder y la energía extraterrestre del cacique Voltán.

Aquí, los máximos especialistas de la cultura comechingona ayudan al autor a despejar todas las dudas.

Por Sebastiano De Filippi

TERRRERA Y SU BASTÓN. Nadie sabe de dónde lo sacó.

Todo el que acostumbre leer y escuchar acerca de los misterios de la zona de Capilla del Monte ha tomado contacto alguna vez con tres mitos que tienen un origen común en el profesor Guillermo Alfredo Terrera: la historia de Parsifal viajando a la Córdoba argentina y depositando el santo Grial en el cerro Uritorco; la existencia, descubrimiento y robo a manos británicas del Sol Rojo de los comechingones; y el extraordinario derrotero del Bastón de Mando de Voltán.

Nos ocuparemos aquí de la tercera de estas leyendas y de manera indefectible, por ende, también de quien la difundió entre los hispanohablantes que se interesan por temas esotéricos: el propio Guillermo Terrera. De más está decir que esta no es la primera vez que se aborda críticamente el tema, comentando las numerosas inconsistencias del relato terreriano. Sin embargo, creemos que nunca antes se llegó hasta la raíz del asunto, despejando toda duda al respecto, como intentaremos hacer aquí.

Es importante llevar a cabo esta operación porque los años pasan y centenares de lectores no versados en cuestiones académicas siguen repitiendo como una letanía que este objeto no solo es auténticamente arqueológico, sino que es el más antiguo legado de los comechingones (dotado, además, de todo tipo de poderes sobrenaturales). El detalle de la investigación realizada sobre este tema y otros cercanos será expuesto en un libro de próxima aparición, pero en el ínterin puede ser útil anticipar algunas conclusiones.

El asunto es tratado profusamente en la mayoría de los textos que el autor cordobés publicó en sus últimos años, repitiendo una y otra vez el mismo relato: por lo tanto, en cualquiera de sus obras de esa época es factible encontrar una síntesis de esta historia que abunda en generosas licencias literarias.

LA PIEDRA DE LA SABIDURÍA

Escribió Terrera: “El nexo existente entre la ciencia comechingona y sus creencias ancestrales fue comprobado hace varias décadas cuando, en las proximidades del sagrado cerro Uritorco, fue hallado el legendario Bastón de Mando o Piedra de la Sabiduría, descubrimiento realizado por el maestro Orfelio Ulises en el año 1934, a poco de regresar de la doble ciudad tibetana de Samballah, donde estudiara por espacio de ocho años. Precisamente desde esa ciudad le fue revelada la ubicación del Toqui lítico, ordenado construir con piedra de basalto por el gran cacique Voltán o Multán de los comechingones, hecho acaecido hace más de 8.000 años”.

GUILLERMO A. TERRERA

En palabras del profesor Terrera, este prodigioso objeto tuvo a lo largo del tiempo varias denominaciones, siendo la de Simihuinqui –“en lengua cósmica, la Lanza que habla”– la que más utiliza en sus textos. Digamos de paso que para el cordobés esta “lengua cósmica” coincide con el quechua, el araucano, el maya, el azteca, el comechingón (idioma mayoritariamente perdido, por otra parte) y, como si fuera poco, con el tibetano y el sánscrito; todos ellos serían, por ende, el mismo idioma, o poco menos, una idea que va más allá de cualquier calificación.

Este “objeto de poder” –encontrado por el instructor metafísico del profesor cordobés, Orfelio Ulises Herrera, supuestamente gracias a las indicaciones telepáticas que le enviaban sus maestros desde una ciudad del Tíbet que no tiene existencia física– habría sido mandado a construir a partir de una piedra de basalto caída del cielo por el dios Wotan, llenándolo de sabiduría y poder para así combatir a los “hijos de la noche y del materialismo”. Como puede observarse, Wotan (Odín) no sería otro que el Voltán o Multán de los henia-kamiare (auténtica denominación de los comechingones), estableciéndose así una insólita relación entre las culturas nórdicas tan admiradas por ciertas derechas y los pueblos originarios de Córdoba.

Es tarea dolorosa pero imprescindible aclarar de inmediato que en los pormenorizados listados de caciques comechingones que exhiben las obras académicas –inclusive, curiosa ironía, algunos libros del propio Terrera– no aparece por ninguna parte el mentado Voltán o Multán (o aún Vultán, como figura en otras obras del autor), nombre que por otra parte a duras penas podría tener de comechingón su último fonema.

IQUI SIMIHUINQUI

En sus libros, Terrera comentaba haber recibido tres títulos más que honoríficos: el de Intichacmani, que en quechua significa Hombre con la Fuerza del Sol; el de Wilka Uma, algo así como Cabeza de Pueblo; y finalmente, de boca de un maestro tibetano llamado Saruma (que no tiene existencia real, pues se trataba del terapeuta y gurú rosarino Ángel Cristo Acoglanis), el de Iqui Simihuinqui, que en lenguaje cósmico –según él equivalente, no lo olvidemos, a sánscrito, tibetano, comechingón, azteca, maya, araucano y quechua– significaría Portador del Bastón de Mando.

Como si todo lo dicho fuera poco, en una entrevista concedida en Capilla del Monte a Jorge Suárez, uno de los precursores del sesgo ufológico que actualmente caracteriza al pueblo serrano, el profesor Terrera afirmaba que el santo Grial y el Bastón de Mando podrían ser en definitiva un mismo y único objeto (que se encontraba en poder del propio Terrera, por cierto).

Para el cordobés, el objetivo último de ese extrañísimo maridaje de reliquias sagradas sería el de concentrar la sabiduría metafísica y el poder espiritual del mundo, para poder dar paso al “regeneramiento de la humanidad” a partir del Cono Sur americano. Este singular proceso lo tendría a él mismo a la cabeza, como lo detalló con prosa algo problemática: “Con Simihuinqui e Iqui Simihuinqui, portando el Bastón de Mando, que encontrara en el Uritorco sagrado, el humilde maestro Orfelio Ulises, la Obra de regeneramiento de la Especie humana se completará. En el Triángulo de fuerzas de Terrera que él lo explicitara siempre, se cumplirá tal compromiso”.

Lo antedicho resulta abrumador, pero lamentablemente no es todo. Terrera afirmó que la historia que venimos de relatar estaba reflejada en múltiples fuentes autorizadas de todo tipo, desde poemas medievales de caballería hasta óperas de Richard Wagner, pasando por escritos de Roger Bacon, y por ensayos y enciclopedias de distinta procedencia, lo que –penoso es decirlo– en ningún caso se corresponde con la realidad.

VOLTÁN O MULTÁN (DA IGUAL). Representación de Gutiérrez de un cacique que nunca existió en las sierras de Córdoba.

ARQUEO-FICCIÓN

Con respecto al Bastón de Mando en tanto objeto arqueológico también eligió Terrera el camino de la fantasía, pues mencionó una antigüedad comprobada “en la Universidad Nacional de Córdoba” de entre 8.000 y 10.000 años. El problema es que por entonces no había ni comechingones ni ningún pueblo asentado en la actual Córdoba que puliera grandes piezas de basalto como la que estaba en posesión de Terrera.

Habría que señalar también como dato no menor que ninguno de los estudios académicos existentes sobre los henia-kamiare da cuenta de la existencia de un emblemático bastón de mando dentro de la sociedad comechingona y mucho menos de uno lítico, del tamaño y características de pulido del artefacto terreriano. Su supuesto descubrimiento al pie del Uritorco y a manos de Orfelio Ulises Herrera, por otra parte, se ubica en el ámbito de lo incomprobable, ya que el mismo nunca fue asentado formalmente en documento oficial alguno.

Como suele decirse en ámbito científico, a afirmaciones extraordinarias deben corresponder pruebas igualmente extraordinarias. Pero en este caso estamos muy lejos de ello. Así lo señala la evidencia comentada hasta ahora y de igual modo lo indican algunos de los máximos expertos mundiales sobre los henia-kamiare, a los que hemos consultado sobre el particular.

Acudimos así a María Andrea Recalde, arqueóloga argentina que acopia –además de los títulos universitarios de licenciada, profesora y doctora en Historia– una vasta experiencia como investigadora, docente y escritora, con eje en la Universidad Nacional de Córdoba y en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. “Hay varios errores, por no llamarlos inventos, relacionados con este objeto”, comenta.

“En primer lugar -prosigue la Dra. Recalde-, es imposible vincular un objeto semejante a 8.000 años. Las evidencias arqueológicas no indican la existencia de jefes permanentes y menos caciques. Segundo, no contamos con evidencia arqueológica de la presencia de elementos de mando o poder entre los jefes. De todas maneras, lo que queda claro es que no había un único jefe por región, sino que había uno por poblado, ya que los lazos de parentesco fueron centrales para fortalecer los vínculos de unión entre grupos y sostener a ciertas autoridades”.

DR. SEBASTIÁN PASTOR: «No es un objeto arqueológico de las sierras de Córdoba», afirmó categórico.

Otro destacado referente sobre el mismo tema es Sebastián Pastor, especialista a cargo de la mayor colección de artefactos comechingones del mundo, el Museo Arqueológico “Numba Charava” de Villa Carlos Paz, e investigador del CONICET. Sus expresiones sobre el Bastón de Mando son de una precisión meridiana: “Claramente no es un objeto arqueológico de las sierras de Córdoba. Mucho menos se puede pensar en una cronología de 8.000 años, esto realmente no tiene ni pies ni cabeza: la cultura serrana hace 8.000 años iba completamente por otro lado, nada que ver con eso. Y no solo no tiene correlato con la arqueología de Córdoba, diría que en general con el ámbito sudamericano. Para mí es un objeto contemporáneo, una falsificación”.

SEMBLANTE LÍTICO

Toda la evidencia analizada apunta, entonces, a una única conclusión, a estas alturas penosamente obvia: por fuera de la mente del profesor Terrera jamás existió un cacique Voltán; este bastón no es un objeto comechingón, no tiene 8.000 años de antigüedad, no se relaciona con ningún contexto arqueológico sudamericano, y su descubrimiento, posterior estudio y custodia transcurrieron por fuera de los senderos de la ciencia oficial.

El Bastón de Mando es, por ende, un objeto moderno o contemporáneo; en el peor de los casos, una falsificación realizada con fines inconfesables; en el mejor, una artesanía reciente confundida por lo que no es. ¿Es el autor de este lamentable intríngulis el casi legendario Orfelio Ulises Herrera o nuestro bien conocido Guillermo Alfredo Terrera? ¿O bien un tercero? Probablemente nunca lo sabremos.

Dicho esto, debemos deplorar enérgicamente que la amplia obra académica que el profesor Terrera desarrolló en el cénit de su capacidad intelectual permanezca hoy completamente olvidada, mientras que de él sobrevive el recuerdo de historias y afirmaciones tan insostenibles como las que nos ocupan.

Es de lamentar también que quienes buscan honrar su memoria ignoren completamente su legado cultural y dediquen el tiempo a magnificar los devaneos crecientemente inconexos de sus últimos años. Obrando así, logran exactamente lo contrario de lo que se proponen. Sería hora de que, comprendiéndolo, cesaran en su afán, dejando de lado sus libritos esotéricos a favor de admirables obras de recopilación y sistematización como «Cantos tradicionales argentinos», «El caballo criollo en la tradición argentina», «Caciques y capitanejos en la historia argentina» o «Vocabulario y refranero popular argentino».

Al César lo que es del César.

BIBLIOGRAFÍA ESENCIAL

De Filippi, Sebastiano: «La Ciudad de la Llama Azul. Luces y sombras sobre el cerro Uritorco»; Editorial Biblos, Buenos Aires, 2018

De Filippi, Sebastiano – Soto Roland, Fernando: «Los Señores del Uritorco. La verdadera historia de los comechingones»; Editorial Biblos, Buenos Aires, 2019

Terrera, Guillermo Alfredo: «El Bastón de Mando. Historia y metafísica»; Sol Rojo Editora, Córdoba, 2001

Terrera, Guillermo Alfredo: «El Valle de los Espíritus. Las luces cósmicas y la ciudad de Erks»; Editorial Kier, Buenos Aires, 1989

Terrera, Guillermo Alfredo: «Los Comechingones. Historia y metafísica»; Sol Rojo Editora, Córdoba, 2004

Terrera, Guillermo Alfredo: «Wolfram Eschenbach, Parsifal, Orfelio Ulises»; Editorial Kier, Buenos Aires, 1992

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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