Mientras especialistas de todo el mundo coinciden en que la cuarentena, el aislamiento social preventivo y obligatorio y la distancia social son parte de las decisiones globales más efectivas para controlar la expansión del coronavirus y evitar el colapso del sistema de salud, nunca faltan pelotudos.
A modo de ejemplo, diseccionamos un tuit de Agustín Laje.
Las falacias de Agustin Laje, Licenciado en Ciencias Políticas, escritor y abanderado de la lucha contra la llamada “ideología de género”, atraen a muchos que aplauden sus ocurrencias, en ocasiones sin detenerse a reflexionar y otras en sintonía con su derechismo, que consiste en mirar el mundo desde el crisol ombligocéntrico del trumpismo.
El mediodía del 21/3 su ideota alcanzó, solo en twitter, 19,9 mil RT y 11,5 mil personas estaban «hablando de esto». Tratándose de un imán de cabezas huecas, citarlo implica el riesgo de jerarquizar a un pavote. Pero reconozcámosle un mérito: hay que tener capacidad de síntesis para comprimir dos falacias tan groseras en 232 caracteres.
1) “Por más que el gobierno lo prohíba, la gente sigue saliendo a la calle. Es un hecho. Y la gente seguirá saliendo igual. Por lo tanto: hay que legalizar la salida de las casas”.
Según el influencer, si existen personas que se exponen voluntariamente a una enfermedad de propagación social, hay que legalizar su decisión. El Estado, por lo tanto, no le debe negar a nadie su derecho “legal” a contagiarse, diseminar e incluso morir por CONVID-19.
Equivale a decir: si miles de personas por día cruzan las avenidas con el semáforo en rojo “porque así lo desean”, el Estado debe autorizar a que el tránsito vehicular se las lleve puestas.
¿Parece una imbecilidad? A veces las cosas son lo que parecen.
2) “Hay que legalizar la salida de las casas. Mi cuerpo, mi decisión. ¿A qué les suena este argumento?”
Laje iguala aquí el derecho de las mujeres a decidir un aborto –práctica que, sobre todo, pone en peligro o mata a la gestante clandestina– con la libertad para circular de personas que no solo se exponen a sí mismas al virus sino que contagian a terceros. ¿Acaso la madre que aborta puede contagiar a alguien?
Laje mezcla zapallos con adoquines. Pero la frase retuerce la lógica porque así se lo obliga su entrenamiento dialéctico y su limitada capacidad para razonar fuera de su molde ideológico. Otro tuitero, Andrés Kilstein, acertó en contestarle: “cuando solo tenés un martillo, todos los problemas se parecen a un clavo”.
Tengamos en cuenta que en estos casos se presenta una componente adicional, que ya la pregonaba el amigo Aquiles Fabregat en los 80:
“La inteligencia humana, amigos, es limitada; pero la estupidez no tiene límites”.
Hay conspiranoicos o ingenuos que sobreviven a base de fake news que se ríen de la cuarentena pero no comen vidrio y respetan las medidas propias de un estado de emergencia sanitaria.
Pero estos otros, los sofistas negacionistas, son mucho más peligrosos.
ENLACES EXTERNOS
Voceros del virus: pseudoprogres, tibios y extremistas
Contrastando “15 mentiras sobre el aborto” de Agustín Laje
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