El anticlericalísmo a la marchanta que celebra la destrucción de la Catedral de Notre Dame se da de la mano con los saqueadores de likes que le inventan cuartetas a Nostradamus para llamar la atención. El caso del sociólogo que visitaba una vez por semana la iglesia para un estudio sobre la fe mariana en América Latina.
“La única iglesia que ilumina es la iglesia que arde”. ¿Quién puede, de buena fe, disfrutar del colapso de un emprendimiento humano? Enamorados de la destrucción, sépanlo: la catástrofe no fue total. El fuego fue controlado. ¿Quiénes celebraron el incendio? Los que confunden la compleja riqueza del patrimonio cultural con el poder discrecional (y cada vez más residual) de la Iglesia. No hubo muertos ni heridos. El tesoro concreto, pero también el histórico y social de Notre Dame —los legados culturales son construcciones colectivas— fue rescatado. El cuerpo de bomberos de París, un ejército de 400 trabajadores, combatió el fuego y triunfó. ¿Qué responder a ese anticlericalismo a la marchanta? ¿Qué decir del coro hipócrita que lloriqueó porque «vio arder la identidad de Occidente”, como escribió algún salame que funge de editorialista?
Las gárgolas no despertaron de su sueño ni éste se volvió pesadilla; fue, apenas, una interrupción. El incendio fue espectacular, sí. Pero limitado. Las gárgolas por ahora no saltarán de las cornisas de la catedral para arrasar con la incredulidad de los impíos. Ninguna profecía de Nostradamus se ha cumplido. Un equipo de restauración reconstruirá el edificio, incluyendo los monstruos alados.
Notre Dame sobrevivirá.
Los verdaderos problemas siguen siendo otros.
Como los monstruos, aunque reconocerlos dé cierto trabajo.
APOSTILLA NOSTRADÁMICA. Los aprovechadores que usan las catástrofes humanas y culturales para juntar likes no dudaron en poner circulación una cuarteta del infaltable Michel de Nostradamus: «Cuando la gran catedral se ilumine en rojo, comenzará el descenso del hombre», fue una de las «visiones» atribuidas al médico francés. Ninguna expresión ni remotamente similar aparece en sus cuartetas. Recordemos, además, que las «pegadas» de Nostradamus casi siempre son interpretaciones a posteriori. Las ocasiones en que algunos autores han pretendido hallar coincidencias, había que forzar mucho el concepto profético (en general oscuro y difuso) para que pareciera un acierto. En las predicciones que se le pretenden a Nostradamus para 2019, el incendio de la catedral brilla por su ausencia -por ejemplo, en este informe de History Channel, medio cuyos engaños o descuidos interpelan los valores de excelencia, ética e integridad que declama la compañía. Entre el siglo XX y XXI ocurrieron grandes acontecimientos que no aparecen en ninguna de sus cuartetas, salvo que estemos habituados a dar saltos ornamentales de fe.
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