«No es fácil hacer esta confesión sin pagar un precio por ello. Pero resulta que de un tiempo a esta parte me he convertido en contactado. Que no se malinterprete. No recibo mensajes telepáticos de Ashtar Sheran. No son alienígenas que capturan mis cuerdas vocales para hacerme decir cosas que jamás se me ocurrirían. He sido contactado por DEII-99, quien asegura proceder del planeta Ummo (ojo, porque ser contactado por ummitas debe ser una de las formas más racionales del mundo de ser contactado por extraterrestres)…» Así comenzaba mi confesión contactista. Pero quedó inédita. «Otra verdad» apremiaba: el autor de la broma confesó e hizo su declaración de intenciones, que invitamos a leer aquí. A continuación, el contexto de una broma filatélica y todas las postales recibidas desde Agosto de 2015.
La historia del planeta Ummo es bastante conocida, yo mismo he escrito varios artículos sobre ella, pero a los recién llegados les gustará saber que, desde mediados de los años sesenta, unos primos lejanos de ciertos neoummitas llamaban por teléfono, enviaban correspondencia con información sobre su ciencia, cultura y tecnología desde los cuatro rincones del mundo y hasta estimulaban la organización de congresos donde se conmemoraba la fecha de su llegada a nuestro planeta. Desde Agosto pasado, en pleno siglo XXI, cuando lo normal sería esperar un email o un WhatsApp, los agentes de Ummo en la Tierra comenzaron a enviar postales. Son curiosas: tienen estampillado propio, el color de los sellos varía en arreglo al país desde donde proceden, y dedican cada mensaje o imagen a algún momento memorable de la saga ummita relacionado con el lugar desde donde escriben.
El firmante de estos mensajes no es DEI-98, que según el remitente ha fallecido, sino DEII99. A diferencia de los pioneros, ya no se jactan de compartir una “información científica desconocida en la Tierra”, sino que echan anclas con el pasado. Desde distintas postas hacen una serie de nostálgicas referencia a las legendarias epopeyas de la avanzadilla de Ummo que según contaban descendió por primera vez en el pueblo de La Javie, Francia, el 28 de marzo de 1950.
Pues bien, hace escasas semanas me convertí en uno de los cinco receptores conocidos de una nueva generación de envíos postales atribuidos a Ummo, famoso planeta creado por ciertas mentes inquietas en la década del sesenta y años posteriores, e instalado en imaginario de los aficionados a la ufología a través de un complejo entramado de presuntas evidencias físicas, llamadas telefónicas, reuniones clandestinas y, sobre todo, cientos de informes técnico-científicos enviados por estos anónimos corresponsales desde todo el mundo. Y, casi tan pronto esto sucedía, apareció en la web un artículo pretendiendo conocer la identidad de los responsables. ¡Y yo era uno de los acusados! Así, en pocos días, me convertí en “contactado” y… en sospechoso de urdir un nuevo fraude ummita. ¡Todo a la vez!
Casi desde que aquella ficción fabulosa comenzó, el 14 de enero de 1966, cuando el esoterista y escritor Fernando Sesma Manzano (derecha) recibió el primer llamado ummita, varios contertulios del café Lion, punto de encuentro de los aficionados al misterio residentes en Madrid, sospecharon que detrás del barullo estaba la mente maquiavélica de José Luis Jordán Peña (izquierda), Técnico Superior en Telecomunicaciones y, con los años, referente de la “parapsicología escéptica”.
En 1993 Jordán Peña se autoincriminó en un descargo que dejó un sabor amargo entre los amantes del misterio. Algunos aceptaron que su confesión cerraba el capítulo principal y abandonaron la fe ummita; otros siguieron pensando que él sólo fue mecanógrafo, ilustrador y brazo ejecutor de los designios de los verdaderos ummitas; y otros, como el Ingeniero Juan Domínguez Montes (a quien presentamos en una nota anterior), lo creyeron mero continuador de un experimento iniciado por otros, intelectualmente más capacitados y con mayores incentivos para perpetrar el engaño. Por último, y sin descartar otras opciones, hubo quienes consideraron a Jordán Peña un gran embrollón, un fumista capaz de montarse aquel fraude y otros por el estilo.
A pocos meses de cumplirse medio siglo de aquella pionera llamada telefónica apareció una secuela digna de tal nombre. No estábamos ante el primer intento. Entre las bromas fehacientemente reconocidas o identificadas tenemos las cartas enviadas desde los EE.UU. por los argentinos Heriberto Janosch, Adalberto Ujvari y Martha B. González, a comienzos de los ochenta (Ver Ummo: la increíble verdad, por Heriberto Janosch, en Cuadernos de Ufología, Nº 5, 2da Época, abril 1989, pp. 46-47) y, en 2006, los emails enviados por tal John Axee, un supuesto ummita cuyos análisis de la realidad política española eran idénticos a otros que solía enviar Jordán Peña -quien, cuando se lo hice notar, reconoció su responsabilidad de inmediato.
El 9 de septiembre de 2014, el Gran Mestre José Luis Jordán Peña entró en la inmortalidad. Así, el retorno de los ummitas hubiese requerido del concurso de médiums espíritas.
Pero ellos regresaron de todos modos y nadie le dio a estas postales excesiva relevancia, salvo aquellos especialistas en misterios deseosos de atrapar a los impostores (particularmente si los impostores son adversarios ideológicos) o los frikis a los que estas cosas nos divierten.
Recibir estas postales endulzó mi ego: no es poco compartir este privilegio con una personalidad como Ignacio Darnaude. Quizá -pensé en un principio-, las estaba recibiendo por ser el único argentino, o unos de los pocos, que sigue absorto los avatares de aquel fantástico fenómeno humano (o ummano) que transgredió los límites del género epistolar: la obra desarrollada a lo largo de casi 30 años por esa gente que juró proceder de Ummo, aquel planeta ubicado a 14,4 años luz de la Tierra en órbita alrededor de Iumma (según ellos, la estrella Wolf 424, luego identificada como un sistema binario).
Aquellos neo-ummitas no hubieran merecido mi respeto si no figuraba entre sus corresponsales José Juan Montejo, minucioso recopilador de las filigranas históricas que constituyeron aquel pequeño movimiento social e indómito cazador de mil batallas wolfianas. Pues bien: muy pronto él también fue de la partida. Y se lo leía muy feliz cada vez que recibía sus postalitas.
Ni siquiera cuando fui ungido contactado he dedicado tiempo o esfuerzos al análisis de estas postales. Darnaude se las remitió a uno de sus hijos, quien hizo un trabajo excelente (que hasta donde sé ha quedado inédito). Los más sesudos activos analistas del material fueron el escritor y ufólogo escéptico Luis Reinaldo González Manso (sobre cuyo papel central en esta historia abundamos aquí), y el abogado y experto en la cuestión, Montejo, quien a su vez recibía las observaciones de un grupo de ummólogos de Francia, país donde existe una tradición de interés por el asunto de larga data.
Contra la pretensión de su creador, y pese a sus colorines, he encontrado a estas postales tristes. Poco creativas y menos generosas que las de sus predecesores, es inevitable compararlas con aquellos informes técnicos que ofrecían abundante información sobre la tecnología, la ciencia y la filosofía de Ummo. No niego que son un intento ingenioso por reescribir varios pormenores de la saga. Hablan de un cambio político en Ummo (la postal francesa incluye un nuevo anagrama en colores), confirman la existencia del antiguo corresponsal americano (por la postal remitida desde Pittsburgh), su base francesa estuvo bajo el agua en vez de bajo tierra (las instalaciones subacuáticas fue un tema en boga a principios de los 60 con las experiencias del capitán Jacques Yves-Cousteau), etc.
Pero creo que no reflejan cabalmente aquella proeza, que también era burda pero con cierto encanto retro. Y entiendo que es así porque la nueva hornada alude a un pasado glorioso que ya no es. ¿Por qué? Porque los ummitas ya no pueden volver a ser reales, entendiendo por realidad la atmósfera cultural que respiraron los receptores primigenios, en un tiempo en que aún era posible creer en una aproximación alienígena por carta, teléfono y monitoreada por ojos telecaptores.
LAS POSTALES
ENLACE EXTERNO
Historia de una obsesión (2015). Por Reinaldo Manso
RELACIONADAS
Postales de DEII-99 (II). La última novela ummita Entrevista a Luis Reinado González Manso
Noticias de DEI-99 desde Londres (I)
El Señor de Ummo ha muerto
Influencias terrícolas (1) Ummo en Lost y en la nalga de Misa
El acontecimiento ufológico del año (sobre Ignacio Darnaude)
Más lecturas
Ummo. Historia de una obsesión (2015). Por Reinaldo Manso
Ummo. El planeta de los corresponsales anónimos Por Luis R. González.
Enredos, embrollos y falacias en nombre de WOA. Por Luis R. González.
Historia de Ummo. Por José Juan Montejo.
Adiós a Rafael Farriols. Por Alejandro Agostinelli