Wael Zuatier

Las mil y una balas

Pablo Robledo, corresponsal argentino en Londres, escritor, traductor, y, sobre todo, amigo y parte de nuestro equipo, intentó que una revista o diario de gran circulación publicara su homenaje a Wael Zuaiter, el luchador palestino que deseaba traducir Las mil y una noches directamente del árabe al italiano. Wael, sus sueños y las fábulas de la princesa Scheherezade fueron segados por una lluvia de balas el 16 de Octubre de 1972. Las dificultades que tuvo Pablo para interesar a algún medio –incluso a medios progre–, de publicar este bello texto dice algo sobre el compromiso de los medios con los David de este mundo y sobre la condición del texto, subversivo para todos los Goliat o sus atemorizados lacayos. La excepción fue Miradas al sur, que lo publicó en su sección La batalla diaria.

Wael Zuatier
Wael Zuatier, In memoriam

Por Pablo Robledo

Era el lunes 16 de Octubre de 1972 y eran, aproximadamente, las diez y media de la noche, hora romana. Wael Zuaiter, poeta, escritor, traductor, intelectual, militante, palestino, volvía a su casa de Piazza Annibaliano 4, Séptimo Piso, Apartamento 20. En un brazo, cargaba los rayos X que le había entregado su doctor, diciéndole que iba a vivir cien años. En el otro, llevaba un vino de higos y la compra del pan. En un bolsillo, un ejemplar de Las mil y una noches.

Pun, pun, pun, pun, pun, pun, pun, pun, pun, pun, pun, pun.

Doce balas le entraron en el cuerpo. Otra, una, quedó incrustada para siempre en el ejemplar del libro. Su cuerpo acribillado, tendido en el corredor que llevaba al ascensor del ala izquierda del edificio. A sus pies, la botella de vino destrozada mezclándose con la sangre. Y el pan. Nuestro. De cada día. Desde su bolsillo, la vida ya no le prometía más mil y una noches.

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El productor radial Jesse Cox escribió esta historia sobre Wael Zwaiter junto con el historietista Matt Huynh. Mirá el video aquí.

Wael leía constantemente las fábulas de la princesa Scheherezade. Soñaba con ser el primero en traducir la obra directamente del árabe al italiano, cosa que nadie ha logrado hacer todavía. Desde hacía 8 años Wael compartía su vida con una princesa de las antípodas, Janet Venn Brown, una pintora australiana que le ganó el corazón y a la que, invirtiendo el procedimiento del libro, le contaba por las noches historias de diásporas y exilios, de mil y otras noches. Janet es ahora el alma mater de su memoria y de Europa, la muestra que la artista de origen palestino,  Emily Jacir, acaba de inaugurar en la Whitechapel Gallery de Londres. En ella figura la instalación Material for a film: Retracing Wael Zuaiter, un work in progress , especie de archivo mutante premiado cuando fue exhibido por primera vez, en la Biennale de Venezia de 2007. En ella Jacir reconstruye minuciosamente, en lo que llama una “revancha artística”,  la vida y muerte de Wael, el hombre que amaba a dos Scheherezedes. De la casa de una de ellas, donde aquella tarde/noche había estado leyéndole cosas de la otra, venia Wael cuando flop, flop, flop, flop, flop, flop, flop, flop, flop, flop, flop, flop. Porque los asesinos usaban Berettas modificadas calibre 22 con  silenciador, la marca registrada de los servicios secretos israelíes. ¿Pero qué sonido habrá hecho la otra bala, la que se incrustó en este libro?

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Ethel Marianne Gladinikoff, Sylvia Raphael,  Abraham Ghemer, Dan Aerbel, Michael Dorf, Jonathan Ingleby, Albert Libbermann. Los nombres de los agentes del Mossad que asesinaron a Wael, escritos con delicada caligrafía femenina, miran la historia desde un gastado sobre vía aérea enmarcado en una pared blanca. La historiografía oficial, la del poder del vencedor, del opresor, del ocupante, tiene siempre un relato deshumanizante.

En la película Munich, de Steven Spielberg, el personaje de Wael es representado por el actor Makram Khoury. En el libro Vengeance: The true story of an israelí counter-terrorist team, de George Jonas, el asesinato de Wael es contado en primera persona, del singular y del plural, en varias páginas y con lujo de detalles. En otro libro, One day in September: The story of the 1972 Munich Massacre, de Simon Reeve, entre varios errores, el asesinato de Wael ocupa solo una página, como si fuera un personaje menor de una novela secundaria. Todos los escribas vencedores coinciden, grosso modo, en dos cosas. Que Wael no tuvo nada que ver con el ataque a la delegación israelí a los Juegos Olímpicos de Múnich 72 y que su muerte fue parte de la Operación Ira de Dios, encargada por la Primera Ministra israelí Golda Meir. Ninguno, sin embargo, cuenta que Wael era un humanista, que se oponía al uso innecesario de la violencia, que rescataba insectos en situaciones peligrosas, que volvía sus pasos para liberar la hoja de una planta atrapada en alguna puerta. ¿Qué dioses, por más iracundos o coléricos que fueran, podrían tener interés en matar a un hombre así?

foto wael

¿A qué abismos, sin saberlo, se habrá estado asomando Wael, sonriendo, en esta foto sacada en Roma, la ciudad que había adoptado como segundo hogar? Hay pocos pedigríes más palestinos que el haber nacido en Nablus, donde Wael nació y creció, en la por entonces Palestina del Mandato Británico, en 1932. Miembro de una eminente familia nablusense, su padre, Adel Zuaiter, fue un catedrático, abogado y político que tradujo a Voltaire, Rosseau y Montesquieu al árabe y se opuso firmemente al plan de colonización y ocupación sionista apoyado y subvencionado por los ingleses. De niño Wael quería ser músico, la música era su pasión, pero su padre le sugería ser más práctico y estudiar otra cosa. La Nakba de 1948, la catástrofe que dejo a él y a su pueblo sin una tierra a la que llamar patria, lo sorprendió en la adolescencia. En Nablus había alimentado su amor por la poesía, el ajedrez, la música clásica, la filosofía, las lenguas, la pintura, la traducción, el mundo allá afuera. De allí se fue, intentando ir  a ver ese mundo.  En Kuwait comenzó a estudiar arquitectura e ingeniería, pero abandonó la idea, aunque trabajó como agrimensor en el desierto y pudo juntar algo de dinero. Conoció a un grupo de músicos de opera alemanes que estaban de gira y se fue con ellos. Llegó a Alemania, donde estuvo seis meses, y no gustó de lo que vio. Próximo destino, Stazione Roma Termini.

La pantera rosa

Taran tatan, tatan, tatan, tatan, tatan, tatan, tatan tataaaan, tarararatatan tataaan taaataaan tarararatatan tatan tatan, tatan, tatan, tataaan. En una pantalla de plasma se repite el clip editado de partes de una película. En 1963, luego de un rodaje en Cinecittá, se estrenó La Pantera Rosa, con la actuación estelar de David Niven,  una jovencísima Claudia Cardinale, Peter Sellers y….Wael Zuatier. Extra extra, su personaje era de mozo,  y mientras suena la música de Henry Mancini, vemos que Wael se desplaza por las imágenes como un fantasma. Es decir, como un palestino de la diáspora.

En un reportaje realizado por Sarah Irving y publicado en The Electronic Intifada, Janet Venn Brown cuenta que era tan carismático que el director le había ofrecido un papel superior al de extra, con algunas líneas que decir. Pero cuando llegaba el grito de “Acción!”, Wael quedaba petrificado y olvidaba sus líneas. Tenía miedo escénico.

Siempre pobre de pobreza suma, hizo cuanto trabajo se le presentaba para poder pagar el alquiler y la comida. Aun así, el teléfono y la luz estaban siempre cortados. Las liras nunca alcanzaban para esas cosas, pero si para comprarse libros, un gramófono, discos LP, y frecuentar los ambientes bohemios. En ellos conoció a Rafael Alberti, Jean Genet, Pier Paolo Pasolini.

Y, una noche en la Opera de Roma, conoce a quien, en una amistad que duraría toda su vida,  fue su mentor italiano, el gran novelista Alberto Moravia, con quien más tarde realizaría dos viajes a Medio Oriente.

Luego de su muerte, en 1979, Janet publicaría un libro-homenaje titulado Per un Palestinese (edición en inglés de 1984, titulada  For a Palestinian: A memorial to Wael Zuaiter) con contribuciones de Edward Said, Jean Genet, Maxime Rodinson, Fadwa Touqan, Elio Petri, Ugo Pirro y el mismo Moravia.

For a Palestinian-A memorial to Wael ZuaiterMoravia también lo despidió con un emotivo artículo que funcionó como pieza de acompañamiento del que sería el último texto político, póstumo, escrito por Wael. Publicado bajo el título Testamento d’un militante Palestinese por el semanario L’Espresso, el 22 de Octubre de 1972, se lee en 2015 con la misma actualidad con que se podría haber leído hace 43 años. Nada ha cambiado para los palestinos, y si algo, la situación ha empeorado y empeora cada vez más.

Haciendo una brillante analogía, le plantea a los italianos qué pasaría si los gitanos reivindicasen como propia la Toscana y con la ayuda de un imperio extranjero masacrasen y expulsasen de sus tierras a los toscanos para crear allí un Estado gitano. Se interroga por qué la prensa mundial habla sólo de 9 muertos en el aeropuerto de Múnich, cuando los muertos fueron 14 si se cuenta a los militantes palestinos y 16 si se cuenta a los policías alemanes. Enumera los ataques de la aviación israelí a los campos de refugiados del Líbano y Siria: 11, uno por cada israelí, que costaron miles de vidas. Wael cierra sus opiniones citando al místico inglés Francis Thompson.

Che tu non puoi agitare un fiore senza disturbare una stella

             That thou canst not stir a flower without troubling of a star

¿Pero cómo llego Wael a disturbar tantas flores que molestaban a las estrellas?

En 1967, cuando estalla la Guerra de los Seis Días, Wael se desespera. La fabulosa maquinaria de propaganda y desinformación israelí, la Hasbara, funcionaba a pleno y el país agresor era presentado como el país agredido. La mayoría de sus amigos y conocidos estaba de vacaciones. La mayoría de la población italiana parecía apoyar o simpatizar con el relato sionista. Los bares que frecuentaba se le hacían insoportables. La tristeza lo invade. La impotencia también. Decide entonces llamar a su amigo Sinan, que vivía en París. Este lo pasa a buscar por Roma y, en auto, emprenden el largo camino hacia Amman, Jordania. Cuando llegan, la guerra ya había terminado y el colonialismo sionista había anexado Cisjordania, la península del Sinaí, Jerusalén Este, la Franja de Gaza y las Alturas de Golán. Abatido, desanimado, testigo de un nuevo éxodo, y siguiendo los consejos de un tío, Wael vuelve a Roma. Donde ya nada sería lo mismo.

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El historietista Matt Huynh y el productor Jesse Cox realizaron este video.

Abandona, de cierta manera, el arte, la literatura, la música. Su pueblo lo necesita, pienso que pensaba. Cientos de miles de hombres, mujeres y niños palestinos vuelven a convertirse en refugiados de su propia tierra, una vez más expulsados por el expansionismo sionista. Su destino, salvo raras excepciones, serán los campos de refugiados del Líbano, Siria, Iraq, Jordania. Los que tienen más suerte, llegan a Europa. Y allí esta Wael- muchos historiadores sostienen que era primo lejano de Yasser Arafat. Cuentan que el líder palestino lo despidió en su funeral blandiendo los cheques enviados a y siempre devueltos por Wael, con el argumento de que él no cobraba dinero por defender la causa de su pueblo- para ofrecerles lo que más amaba y conocía: libros.

Al mismo tiempo en que consigue empleo como traductor en la embajada de Libia y se convierte en el Representante y Vocero-oficial según algunos, extraoficial según otros-en Italia de Al Fatah, el movimiento mayoritario dentro de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Wael inventa una biblioteca. Un departamento en el edificio de Janet se había vaciado y decide entonces alquilarlo y convertirlo en centro de lectura para los afortunados palestinos que escapaban de los campos y llegaban a Roma a estudiar. Combina así su compromiso político con su humanismo cultural.

WaelEl 27 de Mayo del 71, en una carta personal dirigida a Jean Paul Sartre, Moravia le introduce a Wael con motivo de un viaje que iba a realizar a Paris, pidiéndole que le dedique máxima atención a su amigo. Su mundo se convierte en un mundo de acechanzas, viajes, militancia, traducciones de artículos, medidas de seguridad, conciertos, noches enteras con Janet- recitando poesías en inglés o leyendo la Divina Comedia, discursos, análisis políticos, tardes en el Bar Trieste de la Piazza Annibaliano. Pero sobre todo, un mundo de libros. Wael, el hombre que amaba los libros.

Y libros fue lo que encontró la policía cuando allanó su casa después del crimen. El mundo de sus libros. Cuando  el 8 de Julio de 1972 en Beirut el Mossad asesina al escritor, activista político y vocero del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) Ghassan Kanafani, Wael comienza a sospechar el peligro. Desarma el departamento-biblioteca y traslada una parte de los libros a un sótano-depósito de su edificio, y la otra a su biblioteca. Después de  Múnich, la sospecha se convierte en certeza. Hay grupos de agentes israelíes cazando y asesinando palestinos por Europa. Le comenta a Janet que lo están siguiendo, pero ella no le cree. Los sicarios ya lo estaban vigilando.

William Blake, Corneille, Schopenhauer, Walt Whitman, Thoreau, Virgilio, La Odisea, La Ilíada, Ezra Pound, Rimbaud, Poesía China, Freud, Pavlov, Eugenio Montale, Sofocles, Goethe, Robert Graves, Crimen y Castigo, T.S. Eliot, Bodas de Figaro, Aladino, Versos Alemanes, Mitos Aborígenes, Filosofias de la India, Kierkeegard, Engels, Marx, Lawrence Durrell, Genet, Wordsworth, Julian Huxley, Lieders del Romanticismo Alemán, Toynbee, Mitos Griegos, Como ascoltare la musica. Sus libros sobrevivientes. Pero ahora desaparecidos. Como sus poemas y escritos, quemados por él mismo ante el peligro inminente.

Su biblioteca

Sus libros y el espíritu de sus poemas y escritos junto a un LP de la Octava Sinfonía y  la partitura de la Novena Sinfonía de Gustav Mahler, que también estaba en su casa. Y que la policía secuestró como “elemento sospechoso”. Porque un poeta, y más si palestino, es y será siempre sospechoso. Y ahora suena la música de la Novena Sinfonía, Whitechapel, el barrio de Jack el Destripador.

Y se mezcla con postales antiguas de Nablus, cartas de amor escritas a mano, fotos del viaje con Moravia por Kuwait-Líbano-Siria-Iraq, la moneda de diez liras con la que hacía funcionar el ascensor, escuchas grabadas de la policía romana, revistas italianas de apoyo a Palestina, mapas de Roma, una voz grave y segura-la del poeta-haciendo traducción espontánea del árabe al italiano, una copia original de su último artículo, direcciones, números de teléfono encontrados en una agenda, la hermana Naila,  el hermano Omar, telegramas, hojas arrancadas de la Divina Comedia, su tumba (en Yarmouk, el campo de refugiados palestinos de Damasco, porque hasta aun muerto el sionismo le negó el derecho al retorno), detalles del recorrido nocturno de dos enamorados, dibujos de pajaritos. La vida. Su vida. La vida de Wael.

La divina comedia

unnamedY a la salida, o la entrada, da lo mismo, porque la vida, como la muestra, va en círculos, en un enorme muro de madera blanca, muy pequeña, en blanco y negro, la foto. Sacada en Roma, en la noche del 16 al 17 de Octubre de 1972. La muerte.

La muerte de Wael Zuaiter, el hombre que nunca llego a traducir Las mil y una noches.

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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