Quiénes y cómo crearon al padre del horror cósmico

Hace 125 años nacía Howard Phillips Lovecraft, autor de una mitología poblada por extraterrestres, dimensiones ignotas, viajes en el tiempo y monstruosidades psicológicas.
Sus sueños, sus pesadillas, sus lecturas, sus prejuicios, su abuelo, sus gatos y su madre.
Lucía Manucci nos cuenta cómo fue el entorno que creó las condiciones para que creciera ese hombre y esa obra que nació con él para romper el paradigma del terror.

                                              “La más antigua y fuerte emoción de la humanidad es el miedo, y el miedo más antiguo y más fuerte, es el miedo a lo desconocido.”

H.P. Lovecraft

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Lovecraft y sus padres (1892)

El 20 de agosto de 1890, en Providence, Rhode Island, vino al mundo el padre del horror cósmico, Howard Phillips Lovecraft, el hombre que hizo del miedo una constante en su vida y en su obra, la misma obra que de manera póstuma fue insertándose cada vez en la cultura popular y cuya influencia se manifestó en el arte, la literatura y el cine de buena parte del siglo XX y perdura en el presente siglo.

El pequeño Howard nació en el seno de una tradicional familia de Nueva Inglaterra. Sus ancestros habían llegado a América durante el período colonial y podían rastrearse hasta el establecimiento de la provincia de la bahía de Massachussets. A los años de crianza homogénea que recibió de su abuelo, hubo que sumarles hechos que marcarían a cualquier niño. En 1893 su padre, Winfield S. Lovecraft, quien trabajaba como viajante para la firma de joyeros Gorham & Co., empezó a exhibir signos de psicosis y tuvo que ser internado en el Hospital Butler, una institución psiquiátrica en Providence, donde fallecería cinco años más tarde. Howard supo que su padre había caído en un coma irrecuperable, pero la evidencia apunta a que en realidad murió a causa deuna neurosífilis sin tratar. Su madre, Sarah Susan Phillips Lovecraft, también demostró un comportamiento extraño. Llegó a decir que su sueño había sido tener una hija, motivo por el cual durante vistió a su hijo con ropas femeninas los primeros años de vida de su hijo y le dejó crecer unos largos rizos, hasta que su propio padre, alarmado, se los hizo cortar. Susan no tomó nada bien la situación, se puso a llorar, y pasó el resto de su vida diciéndole a su hijo que no debía salir durante el día porque él era “horrible” y podía “asustar a los vecinos.”

Lovecraft 1892
Así vestía su madre a quien se iba a transformar en un genio del terror.
Lovecraft bebe
Howard Phillips Lovecraft en su más tierna infancia.

Como si esto fuese poco, la rígida y tradicional visión del mundo familiar lo alejaba de otros niños que no tuviesen padres con la misma carga histórica, fortuna, religión y color. En una época en la cual los prejuicios y la discriminación abundaban, Lovecraft recibió desde muy temprana edad y, quizás, con más fuerza de lo habitual, la noción del miedo al otro y la desconfianza hacia todo aquello que es distinto. Ante el horror del mundo exterior, fue un niño que se replegó en el suyo propio. Ante la falta de compañeros de juego, su abuelo procuró alimentar el amor de su nieto por la lectura y las historias: a los tres años ya leía y a los seis componía poemas. A sus lecturas de las “Mil y una noches”, “La Iliada” y “La Odisea”, sumó los gustos personales y las narraciones de horror gótico del abuelo Phillips.

De todos los mundos que su imaginación infantil visitó a través de los libros, ninguno fue tan profundo y duradero como el de las historias de las “Mil y una noches”. En una carta, dirigida a Harry O. Fischer, fechada a finales de febrero de 1937, H.P. cuenta hasta qué punto esa gema de la literatura marco su obra:

“El nombre «Abdul Alhazred» fue concebido para mí por algún adulto (no puedo recordar quién) cuando tenía cinco años y estaba ansioso por jugar a ser un árabe, luego de leer las Mil y una noches. Años más tarde pensé que sería divertido usarlo como el nombre del autor de un libro perdido. El nombre Necronomicón… se me ocurrió, por supuesto, en un sueño.”

La mente del niño que fue Lovecraft unía y conjuraba los elementos de su día por las noches, en nuevas y aterradoras visiones.

“Cuando tenía seis o siete años, solía verme atormentado constantemente por un tipo peculiar de pesadilla recurrente, en la cual una monstruosa raza de entidades (llamada por mí ‘night-gaunts’ -No sé de donde saqué ese nombre (1) ) me atrapaba [y] me llevaba volando… Sin dudas derivé [la apariencia de las criaturas] de una memoria embrollada de los dibujos de Doré (en gran medida de las ilustraciones del ‘Paraíso pérdido’) las cuales me fascinaban durante mis horas de vigilia.”

Años más tarde estos seres alados con un vacío en lugar de rostros, enroscados cuernos y largas colas, aparecerían en un poema que lleva su nombre y en “La búsqueda en sueños de la ignota Kadath” y se convertirían en una de los más icónicas especies de su imaginario.

Entre sueños y textos, el único compañero que siguió diligentemente al autor en su niñez fue su mascota, un gato al que llamó “hombre negro”. No asombra que su cuento “Las ratas en las paredes” tenga a un gato con el mismo nombre, cumpliendo un importante papel. La fascinación por los felinos también está presente en “Los gatos de Ulthar” y en “Gatos y perros” (texto, vale aclarar, recargado con los fuertes prejuicios del autor). Quizás como los egipcios, una parte de Lovecraft nunca pudo evitar –a pesar de la racionalización–, ver al felino como un guardián, un protector entre lo que hay en este mundo y los otros.

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Whipple V. Buren Phillips, el abuelo.

En pos de la vocación
Así como sus habilidades sociales se resintieron a causa de haber recibido una crianza tan particular, lo mismo ocurrió con su escolaridad. En su niñez sólo asistió a la escuela durante un año. Pese a que aseguró toda su vida haberse graduado de la secundaria, una crisis nerviosa le imposibilitó concurrir a recibir su diploma. T.S Joshi, su mejor biográfo, ha sugerido que el hecho pudo deberse a que las dificultades de Lovecraft con las mátematicas le imposibilitaron seguir estudios de astronomía, lo que él fervientemente deseaba. En vez de eso pasó los cinco años siguientes en un estado de semi reclusión junto a su madre, mayormente escribiendo poesía. Al parecer no tuvo intenciones de publicar hasta que un debate epistolar donde participó, en la revista pulp The Argosy, capturó la atención Edward F. Daas, presidente de la United Amateur Press, quien lo invito a sumarse a esa organización. Gracias a esto Lovecraft hizo contacto con Robert Bloch, Clark Ashton Smith y Robert Howard, entre otros, y comenzó a escribir para revistas pulp.

Sonia y Howard
En 1919 Susan Lovecraft fue internada en el hospital donde años antes había sido recluido su esposo por lo que fue descripto como “histeria y depresión”. Dos años más tarde falleció y fue justamente poco después de su deceso que su hijo conoció a Sonia Greene. Sonia reunía cualidades y características que inquietaban a la familia de H.P. Era inmigrante, había nacido en Ucrania, ya había estado casada, tenía una hija, era siete años mayor que Lovecraft y era judía. Como si esto no bastara para escandalizar a una familia conservadora, Sonia además era una mujer de negocios independiente que manejaba su propio dinero y viajaba por el país asistiendo a conferencias y convenciones literarias. No es de extrañar que el día de su casamiento, en 1924, no asistiera ni un solo familiar por parte del novio.

El matrimonio duró dos años. Pero Lovecraft nunca completó los trámites de divorcio. Sonia volvió a casarse mientras quien ella creía era su ex marido seguía vivo. A su pesar, Sonia fue, en la práctica, la viuda de Lovecraft, aunque nunca hizo valer sus derechos debido a la apretada situación en la que H.P la había puesto.

La historia de Sonia y H.P fue corta pero no deja de ser un tema sobre el que se ha escrito mucho. La misma Sonia, en su obra The Private Life of H.P. Lovecraft (2) (La vida privada de H.P Lovecraft), nos da cuenta de los hábitos de quien fuera su pareja, antes de que tuviesen que separarse, cuando ella decidió dejar la costa Este, debido a dificultades económicas, para buscar mejor suerte en California, y él no tuvo intenciones de seguirla.

weird talesLovecraft, el miedo, los prejuicios y el mar
De todos los miedos, de todos los terrores que la mente de Lovecraft fue capaz de imaginar, ninguno tuvo un papel tan central en su legado literario, como el miedo al mar.

El mar y el vasto espacio cósmico fueron los grandes desconocidos que Lovecraft pobló de horrores. Su relación con los océanos fue más visceral. Ese miedo tomó una clara forma en “El horror de la playa Martin”, escrito junto con Sonia Greene y en su historia más famosa, “La llamada de Cthulhu” (3). El autor le confesó a un amigo: “He odiado al pescado y temido al mar, y a todo lo que este conectado con él, desde que tenía dos años.” Así como en el cristianismo el olor a podredumbre o azufre está asociado con la presencia del Mal, cada vez que Lovecraft hablaba de aromas a pescado o frutos del mar que hacían perder la cordura o descomponían a sus protagonistas, invariablemente se trataba de aquellos que a él también le disgustaban.

A diferencia de su precursor, William Hope Hodgson, quien fuera marino mercante, el mar en Lovecraft no es simplemente un lugar donde pueden habitar los horrores, sino que es el horror mismo.

En menor medida, aunque no menos importante, el otro gran desconocido que lo inquietaba era todo aquel fuera diferente. Sus prejuicios y su racismo se pueden ver claramente en el ya citado “Perros y gatos” como también en un poema cuya lectura no necesita recurrir al miedo para ponernos los pelos de punta, en uno de los capítulos de “Herber West: Reanimador”, en “El terrible anciano” y en “El horror de Red Hook” (4), entre otros.

Mención aparte merece su tratamiento hacia las mujeres. Pocas son las féminas que habitan sus historias y menos aún las que adquieren protagonismo. En obras tales como “El horror de Dunwich” y “Hechos tocantes al difunto Arthur Jermyn y su familia”, la sexualidad está supeditada a ser, mediante la cópula, un vehículo hacia una progenie extraña y peligrosa. No por nada Shub-Niggurath es descripta como “La cabra negra de los bosques con sus diez mil retoños.”

mountains weird talesEn “El lazo de Medusa”, la xenofobia, el racismo y el mundo de lo femenino se entremezclan para dar lugar al personaje de Marceline, hermosa y encantadora, pero que para el autor guarda un secreto que al propio Lovecraft casi le resultaría aún más terrible que un origen sobrenatural. También tenemos el especial caso de Keziah Mason, antagonista del relato “Los sueños en la casa de la bruja”. Aquí nos encontramos ante un personaje que hace gala de una fortaleza que pocos cultistas de los mitos han poseído, capaz de plantarse ante el mismísimo trono de Azatoth, una mujer que maneja la magia, los misterios y tiene la habilidad de comprender sobrenaturalmente las matemáticas, don que posiblemente el propio autor habría llegado a envidiar.
Hay algo claro: si el miedo más grande es el miedo a lo desconocido, la ignorancia y el temor a todo aquello que es visto como diferente son sus principales alimentos.

Mitos que no pueden morir
El diez de marzo de 1937, H.P Lovecraft fue internado en el hospital Jane Brown Memorial, a causa de un cáncer intestinal y aquejado además por terribles dificultades económicas. Su sufrimiento acabó el 15 del mismo mes, cuando abandonó este mundo. Las penurias materiales le habían causado desnutrición y el suicidio de su amigo Robert Howard lo había dejado triste y perplejo.

Cthulhu, por Lovecraft
Cthulhu, por Lovecraft

Pero gracias a August Derleth y Donald Wandrei, sus obras comenzaron a difundirse, y hoy en día su influencia se puede apreciar en el cine, el arte, los comics, los juegos y la literatura. En muchos casos, sus continuadores lo colocan como a un personaje más, al lado de Cthulhu y los dioses Primigenios.

Especialmente revelador es el hecho de que el relato “La lámpara de Alhazred” lo haya hecho años antes en un cuento escrito en conjunto por Lovecraft y Derleth. En esta obra, el protagonista, un alter ego del propio H.P., descubre, gracias al legado de su abuelo, un artefacto mágico que le permite ver extraños lugares y seres, que primero se limita a contemplar, hasta que, harto de su deteriorada salud, decide dar un paso más y sumergirse en ellos.

A diferencia del relato, la lámpara no quedó perdida y olvidada. La lámpara de aquel hombre que fue, según Stephen King, “el príncipe oscuro y barroco de la historia del horror del siglo XX”, legó su mágica creación a sus continuadores y a sus lectores, nos dejó en la suma de sus temores y tristezas una cosmovisión que sigue creciendo. Un mundo que llega a muchos para darles ideas nuevas, para llevarlos a otros lugares, para inspirarlos o asustarlos, para visitar solo o acompañado, cuyo descubrimiento marca un antes y un después. Vasto, amplio y misterioso. Como el mar.

Referencias
1) Los Ángeles descarnados de la noche o Criaturas descarnadas de la noche, según la traducción.

2) El título puede ser un juego de palabras. Antes de su casamiento, Lovecraft le había dado a Sonia el libro “The “Private Papers of Henry Ryecroft” (Los papeles privados de Henry Ryecroft) de George Gissing, asegurándole que se identificaba con el protagonista y narrador de la obra, un hombre melancólico, solitario y con una visión de clase y de las convenciones sociales bastante conservadoras.

3) Entre las inspiraciones que sirvieron para dar origen a esta historia cabe citar una que debió tener mucho peso sobre la imaginación de su autor: el poema “El kraken” de lord Tennyson.

4) Sin duda para escribir este cuento Lovecraft se inspiró en el tiempo en que vivió en el empobrecido barrio que da título a la historia, un lugar que -según las opiniones xenófobas del autor- le debió resultar particularmente incómodo: era una zona poblada por muchos inmigrantes.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

The H.P Lovecraft Archive
The H.P Lovecraft Historical Society
Howard Phillips Lovecraft: La vida de un caballero de Providence. S.T. Joshi. 
Brian Lumley
H. P. Lovecraft: A Biography. New York: Barnes and Noble, 1975. De Camp, L. Sprague.
The Lovecraft Lexicon (2005). Tempe, AZ: New Falcon Pub. Pearsall, Anthony B.
“Lovercaft: miedo a lo desconocido” (documental) 
Películas imprescindibles basadas en sus obras

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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