Ex Esma: donde el horror se impone al silencio

esmaEl pasado 19 de Mayo la Presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner inauguró el Sitio de Memoria donde pasaron miles de detenidos-desaparecidos: el ex Casino de Oficiales de la Escuela de Mecánica de la Armada, esto es, una de las antesalas (sin duda la más emblemática) del Infierno que vivimos los argentinos durante la dictadura cívico-militar de 1976-1982.
Mi amigo, el periodista y escritor Daniel Riera, estuvo ese día ahí y salió profundamente conmovido. Y otro amigo, Hernán Bisman, fue uno de los curadores de la impresionante obra museográfica realizada dentro del edificio (desde 2008 monumento histórico nacional) junto con Alejandra Naftal y otras cuarenta personas que incluyó a periodistas, diseñadores e investigadores.

Daniel escribió a sus amigos un texto fresco y profundo. “Son mis pensamientos en voz alta”, me dijo cuando me autorizó a publicarlos para que no se perdieran en ese monumento a lo efímero que es Facebook.

Hoy estuve en la Esma. Había estado antes, pero ahora no sé. Quiero decir, en la Esma hicimos un programa de radio con mis amigos de Barcelona, también hicimos una muestra de contratapas de la revista invitados por los chicos de H.I.J.O.S, presenté la reedición de La patria fusilada, entrevisté a Roberto Jacoby, tomé un café con leche y compré un libro de Marie Darrieussecq. Nunca me resultó ni sencillo ni gratuito estar allí, pero siempre sentí que la estaba sacando barata, que había eludido el corazón del horror.

Hoy estuve en el casino de oficiales de la Esma, el lugar por donde pasaron alrededor de 5 mil personas, desde hoy abierto todos los días como un Sitio de Memoria, y pude ver de cerca qué significaban palabras como Capucha, Capuchita, Pañol, Sótano, Traslado. Conocí las oficinas de los Jorges (Acosta, Radice, Vildoza), la casa de Chamorro, el playón desde donde salían los Falcon, la sala desde donde hacían las operaciones de prensa para Para ti y otras revistas por el estilo, la pequeña habitación donde tantas mujeres parieron a sus hijos, la viga donde se golpeaban la cabeza permanentemente los detenidos vendados, las celdas oscuras, mínimas, las inscripciones que algunos detenidos hicieron en las paredes.

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Todo está perfectamente señalizado en un trabajo museológico extraordinario, pero además en varias de las habitaciones se proyectan permanentemente imágenes del Juicio a las Juntas donde los detenidos testifican sobre lo que estamos viendo.

Hoy estuve en la Esma y, como lo suponía, no lo olvidaré jamás. Siempre estuve de acuerdo con que en ese enorme predio se realizaran actividades culturales, ciclos de cine, muestras de arte, etc.

Ahora que el corazón del horror está expuesto con esa crudeza, el sentido de todo lo demás se me diluye bastante: me parece que se devora todo, cualquier taller literario, cualquier proyección cinematográfica, cualquier actividad.

Me parece que alrededor se impone el silencio: es como si el monstruo hubiese vomitado su pestilencia al fin. La presencia de la muerte es tan poderosa que me parece que alrededor hace falta silencio, sólo silencio. Estoy pensando en voz alta, diciendo «me parece» con humildad y sin certezas, elaborando algunos conceptos a toda velocidad, todavía terriblemente impactado por lo que vi, y sobre todo por lo que sentí ahí adentro.

Debo escribir una nota al respecto y escribo estas líneas sin ideas acabadas, con primeras impresiones, para procesar un poco el revoltijo.

De tanto en tanto, alguno de los guías del sitio me sonreía, amable y comprensivo: lo hacían para atenuar un poco el espanto que reflejaba mi rostro, como quien dice “Quedate tranquilo que te entendemos”.

Daniel completó sus reflexiones con un pedido: “Sé que entre mis amigos y contactos hay varios familiares de desaparecidos, militantes por los Derechos Humanos, y etc. Me gustaría que, si alguno lo desea, opine.”

Sus amigos acusamos el impacto, casi todos identificándonos con sus sentimientos. Sólo voy a transcribir el comentario de Angela Urondo, por razones obvias para cualquiera que haya leído a (y conozca la historia de) su padre:

“Yo estudio en la ex Esma, es mucho mejor que quedarse en silencio. Y como vos decís Dani, no es gratuito el mero hecho de entrar y transitar ese espacio. Tampoco fue gratuito convivir con la mierda encerrada tanto tiempo.”

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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