Pancho Sierra Súperstar

El Gaucho Sanador es el santo popular argentino por antonomasia. Miles de devotos y decenas de curanderos aún lo mantienen alto en el firmamento sagrado.

Santuario. Foto: Darío La Vega
Santuario. Foto: Darío La Vega

Fotos: Darío La Vega / Diversa (Red de Estudios de la Diversidad Religiosa en Argentina).

Hijo de estancieros descendientes de los primeros pobladores de Salto, provincia de Buenos Aires, los Sierra eran doce hijos de dos matrimonios. Francisco “Pancho” Sierra era el segundo hijo del primero y nació en 1831, aunque se desconoce el día exacto. Son muchas las historias que giran alrededor de su vida y obra, pero en algo hay consenso: “Pancho Sierra es sin duda el mayor representante del esoterismo rural del siglo XIX”, afirma Juan Pablo Bubello, doctor en Filosofía y Letras con orientación en Historia por la Universidad de Buenos Aires.

El “mito de origen” más citado dice que Pancho Sierra fue un estanciero de la zona de Salto, provincia de Buenos Aires, que, a los 30 años, se enamoró de una joven, quizá de nombre Nemesia. “La familia de Pancho Sierra, que no aprobaba la relación, envió a Nemesia a Córdoba para alejarla de Francisco. Él la fue a buscar a Córdoba y al llegar se enteró que Nemesia había fallecido días antes. Cuando regresó a su estancia entró en una profunda depresión, que duró meses”, explica Darío La Vega, estudiante avanzado de Antropología Social y Cultural en la Universidad Nacional de San Martín, buen conocedor de las derivaciones modernas de este santo popular.

Foto: Darío La Vega
Foto: Darío La Vega

La historia de Nemesia es curiosa porque –pese a que podría estar mejor documentado- existen otras versiones: 1) era una criada de su estancia, la diferencia social explicaría la oposición de la familia de Sierra; 2) era su prima, lo que explicaba la oposición de los padres de ambos; 3) se fue y se casó con otro y 4) no se casaron porque murió en Córdoba.

Más allá de cual fuese la causa de la ruptura, a Pancho Sierra nunca más se lo volvió a ver con otra pareja hasta fines de 1890, un año antes de su muerte, cuando se casó con Leonor Fernández, heredera de su estancia y de sus obras de caridad.

Sierra aseguró que en el altillo de su estancia El Porvenir, donde se encontraba recluido, había tenido una revelación de Dios. Desde entonces supo que debía ayudar a los necesitados. Era común que la gente enferma se acercara hasta su posada, entre Rojas y Pergamino, para sanarla con el agua de su aljibe. De ahí que también se lo recordase como “El médico del agua fría”.

Adolfo M. Sierra, quien ejerció las cátedras de Psicología y Lógica en el Colegio Militar de la Nación y Psicología Experimental en el Instituto Nacional del Profesorado de Buenos Aires, aseguró que su tío cursó varios años en la Facultad de Medicina. Pero Bubello, en su “Historia del Esoterismo en la Argentina” (2010), escribió que no existen registros de su paso por esa Facultad. Tampoco halló documentos sobre los estudios secundarios que presuntamente cursó en el colegio Rufino Sánchez de Buenos Aires. Para algunos fue un autodidacta que leía sobre medicina en sus viajes a la Capital; para otros, apenas, un charlatán.

En la revista La Semana Médica en 1910, Leónidas Jorge Facio consideró a Francisco Sierra un modelo de «buen» curandero. Los demás, sobre todo los llegados del exterior, eran «charlatanes que buscan el lucro» o «fenómenos de patología social». De entre ellos «emergía la figura afable y desinteresada de otros curanderos como Pancho Sierra», para usar las palabras de la historiadora María Silvia Di Liscia, autora de “Saberes, terapias y prácticas médicas en Argentina” (1750-1910), Madrid (2002).

La leyenda le atribuye a Sierra innumerables sanaciones y esos relatos continúan hasta hoy a través de diferentes sanadores y médiums espiritistas que, tanto en la Ciudad de Buenos Aires como en distintas localidades de la provincia de Buenos Aires, aún invocan su nombre.

Mausoleo de Pancho Sierra. Foto: Darío La Vega
Mausoleo de Pancho Sierra. Foto: Darío La Vega

EL CURANDERO SANTIFICADO
“Cuando tenía unos diez años, de vacaciones en Punta Mogotes, acompañé a la madre de un amigo a consultar a un curandero. En la sala de espera había un cuadro enorme con la imagen de un hombre canoso y de larga barba blanca. Al rato, salió el curandero y el tipo iba vestido como un gaucho. La vestimenta de gaucho no concordaba con mi idea de ‘curandero’; en ese tiempo la imagen que teníamos era la de ‘el manosanta’ de Olmedo. Con el tiempo, supe que el hombre del cuadro era Pancho Sierra, el gaucho sanador”, cuenta La Vega, que también es miembro de Diversa (Red de Estudios de la Diversidad Religiosa en Argentina).

Desde que comenzó a estudiar religiosidades populares, La Vega participó en diferentes festividades, celebraciones y rituales. Tampoco se privó de estudiar el santuario de Pancho Sierra en Salto, a 200 km. de la Ciudad de Buenos Aires, en el norte de la provincia de Buenos Aires, donde el curandero gaucho nació y murió.

Durante una de sus visitas, el pasado 4 de Diciembre, día en que se conmemora su muerte, Darío recorrió el cementerio de Salto y entrevistó a algunos de los cientos de devotos que se acercan a la tumba del Gaucho Sanador, que también es el centro de veneración, para agradecer, pedir y ser bendecidos. “Allí le llevan flores, rezan y, los más agradecidos, dejan exvotos”, cuenta La Vega. “Lo interesante es ver cómo muchos curanderos o sanadores se ubican dentro y fuera del cementerio para realizar sus sanaciones. Los devotos hacen largas filas para ser sanados, bendecidos o ambas cosas a través de ellos, porque los sanadores funcionan como intermediarios entre el santo y el devoto, a la vez que el santo es intermediario con Dios”, redondea.

Manuel Payne, curandero mapuche. Foto: Darío La Vega
Manuel Payne, curandero mapuche. Foto: Darío La Vega

ESPÍRITUS, MALES Y RITUALES
Se podría decir que los sanadores continúan la obra de Pancho Sierra. “Pero a 120 años de su muerte existieron reapropiaciones y resignificaciones de su figura. Por ejemplo, a principio del siglo XX los espiritistas tomaron su imagen como la de uno de sus maestros. Existen varios centros espiritistas que continúan erigiendo a Pancho Sierra como guía espiritual y siguen frecuentando el cementerio. De hecho, hay bustos de Sierra y placas conmemorativas en la pared exterior del cementerio que pertenecen a estos grupos espiritistas”, explica La Vega.

Psicoterapia del oprimido. Por Alfredo Moffat
Psicoterapia del oprimido. Por Alfredo Moffat

Alfredo Moffatt, en su clásico Psicoterapia del oprimido” (Ecro, 1974), también entrevistó a espiritistas entre los panchosierristas durante su visita a Salto, en 1973. “Este hermano, luego de permanecer cerca de la tumba de Sierra, entró en trance, comenzó a temblar violentamente moviendo la cabeza hacia los costados, soplando con fuerza en forma continua. En un momento se encarnó en él el espíritu de Pancho Sierra y así (su espíritu) comenzó a hablar por su boca. Luego se desplazó dentro del cementerio seguido por quienes deseaban curarse con él”. Moffatt también vio, por esos años, gauchos que proponían tratamientos con yuyos, una mujer exorcista y otra que practicaba una suerte de “terapia del grito”, un alarido desgarrador que era parte de su ritual para alejar el mal de las personas.

“Sierra gastó casi toda su fortuna repartiendo ayuda y comida a los necesitados”, escribió Moffat, psicólogo social y fundador de la Escuela de Psicología Argentina. Este detalle quizá explica por qué su prédica casi no tuvo oposición: la sospecha de estafa, una acusación siempre vigente, era poco efectiva para atacar a Pancho Sierra.

Un personaje de la época que presenció los rituales de Sierra fue el periodista Cosme Mariño, primer director del diario La Prensa. “Hemos presenciado la romería permanente de enfermos de toda clase que acudían a caballo, en charret, coches y sulkys. Hemos visto de paso su manera de curar, generalmente con agua magnetizada o por medio de la sugestión. Pero a veces lo hacía por la imposición de manos, por lo general ya conocía desde que el enfermo detenía su carruaje cuál era su mal”, escribió el autor de “El espiritismo en la Argentina” (1930).

“Sierra –sigue La Vega– es un santo de la religiosidad popular y es parte de nuestra historia. Sobre todo de la historia de esa región norte de la pampa bonaerense. Al tener tantas certezas sobre datos de su vida, su muerte o sus curaciones, uno puede ver cómo el nombre de Pancho Sierra y la historia de la región se encuentran imbricados. Muchos tienen, en mayor o menor medida, un antepasado que se relacionó con él, que fue sanado por él, que trabajó para él o para su familia, que vivió cerca o que tiene algún tipo de anécdota con el Gaucho Sanador.”

"El Arriero del Infinito", revista sobre la vida de Pancho Sierra. Foto: Darío La Vega
«El Arriero del Infinito», revista sobre la vida de Pancho Sierra. Foto: Darío La Vega

Ernesto Sábato, nacido en Rojas, a unos 50 kms. de Salto, que en su famosa novela “Abbadón, El Exterminador” hace varias referencias respetuosas de Pancho Sierra. En esos tiempos el curanderismo era perseguido, pero él era un “intocable”. Cuando visitaba Buenos Aires lo iba a visitar su amigo, el presidente Julio Argentino Roca. Juan Pablo Bubello en su historia del esoterismo argentino señala que además estaba relacionado con Máximo Paz, Bartolomé Mitre, Rafael Hernández y Adolfo Alsina. Por otro lado, que solamente usara agua fría le daba cierta inmunidad ante la acusación de ejercicio ilegal de la medicina.

En rigor, las prácticas de Sierra estaban penalizadas. “Nadie puede ejercer el arte de curar sin diploma o título dado por el ex Tribunal o la actual Facultad de Medicina”, especificaba en 1855 el Consejo de Higiene Pública del gobierno porteño. Dos décadas después, otra ley de la legislatura provincial sancionó el ejercicio de la medicina especificando que los títulos legales para curar los debía dar la Facultad de Ciencias Médicas.

Altar en la capilla de Paulina Casamajos en Salto. Foto: Darío La Vega
Altar en la capilla de Paulina Casamajos en Salto, provincia de Buenos Aires. Foto: Darío La Vega

QUÉ LO HACE DISTINTO
Darío La Vega también descubrió que las historias sobre Pancho Sierra, e incluso las historias de sus devotos, “poseen una impronta católica que no difiere mucho a la de otros del mismo santoral.” Sin embargo, se diferencia un poco más de otros santos populares, como San La Muerte o el Gauchito Gil.

“Como diría Bourdieu, Pancho Sierra posee un mayor capital social, económico y simbólico. Se debe a una serie de rasgos peculiares: existen muchos más datos históricos sobre Pancho Sierra que sobre otros santos populares; por ejemplo, sabemos que realmente existió y que hay varios lugares relacionados con su vida que quedan, además de los mitificados; era un persona de la elite de la época, un hacendado respetado; y, por último, era bien tratado por algunos medios de la época, como la revista Caras y Caretas”, continúa La Vega.

Quizás la diferencia más notable entre todas estas creencias es la legitimidad institucional que algunos le otorgan o le niegan a estos santos. “Éste detalle fue quizás el aspecto más revelador para mí mirada”, se entusiasma el investigador: “cómo la institucionalización de una devoción logra ubicarla en una posición hegemónica dentro del imaginario social por sobre otras devociones no institucionalizadas.”

Ramón Barreto, curandero. Otro heredero de la tradición iniciada por Pancho Sierra en Salto. Foto: Darío La Vega
Ramón Barreto. Otro heredero de la tradición iniciada por Pancho Sierra en Salto. Foto: Darío La Vega

Todas estas cuestiones, a los devotos, les da igual. “Prenderle una vela a San Cayetano en una iglesia o prenderle una vela a Pancho Sierra en el cementerio de Salto muchas veces tiene que ver con procesos de sociabilización previos y con la efectividad que los devotos le suponen a estos santos antes que a su alegada pertenencia –o no– a la Iglesia Católica. La narrativa católica que nos atraviesa como argentinos predispone, más no determina, nuestras devociones. Entonces hay dos niveles distintos desde donde reflexionar sobre estos casos: desde el imaginario social, donde la “institucionalización” es una cualidad legitimadora, y desde la praxis individual, donde lo relevante es la sociabilización previa y la ‘efectividad’ que se le atribuye al santo.”

El antropólogo es curioso, por definición. Pero debe tomar distancia de quiénes son y en qué creen para comprender a los otros desde una perspectiva más enriquecedora. “Justamente, mantener una mirada antropológica es articular entre cercanía y lejanía a la hora de reflexionar sobre estos temas. Parafraseando al antropólogo brasileño Roberto Da Matta, vestir la capa de antropólogo es transformar lo exótico en familiar y lo familiar en exótico. En un principio mi relación era de lejanía, no tenía vínculo con Pancho Sierra. Era una devoción desconocida pero también exótica para el porteño medio. A medida que uno se acerca puede ver que tienen una lógica que no nos es tan ajena, que encaja en nuestro imaginario porteño mucho más de lo que suponemos porque esta muy ligada a lo gaucho y a nuestra identidad pampeana”, explica La Vega.

El especialista también observó que existe una creciente tendencia de curanderos y sanadores que reivindican la figura de Pancho Sierra y, a la vez, que dicen proceder de los pueblos originarios.

Manifestación espiritista en la tumba de Pancho Sierra en Salto. (Caras y Caretas, 22-12-1900)
Manifestación espiritista en la tumba de Pancho Sierra en Salto. (Caras y Caretas, 22-12-1900)

En busca de un buen ejemplo, La Vega utiliza el caso de Manuel Payne, un curandero que atendía en la vereda del frente del cementerio de Salto. “Este hombre asegura pertenecer a la Nación Mapuche; por cierto él tiene colgada una bandera mapuche y dice ‘trabajar’ con Pancho Sierra, el Gauchito Gil, San La Muerte y Ceferino Namuncurá según el tipo de ‘trabajo’ que debe realizar”.

El punto final es una promesa de nuevos capítulos. “La revalorización y visibilización de la imagen de los pueblos originarios que se viene dando en los últimos años, sin dudas, dieron lugar a estas nuevas expresiones religiosas en esta región. La imagen de Pancho Sierra visibiliza y articula toda una red de sanadores rurales que nos muestra una cara desconocida de la pampa gringa.”

Otro asunto pendiente es su vigencia, fuertemente asociada con el espiritismo. Según el historiador Fermín Chaves no existen referencias históricas de que Pancho Sierra practicase la mediumnidad, con sus consultantes ni en otras circunstancias. Esto habría sucedido sólo después de su muerte, es decir, Sierra fue un “espiritista por atribución”.

ENLACES RELACIONADOS
Pancho Sierra en Salto (blog especializado por Alejandro Frigerio y Darío La Vega de Diversa).
Pancho Sierra, el gaucho reinventado (Galería). Por A. Agostinelli. En Yahoo! Argentina
¡Santas banquinas! Devotos de los santos populares. Por A. Agostinelli En «AbroComillas
Me río de San La Muerte (o el imaginario auge de las «sectas satánicas»)
El antimilagro de San Nicolás, el primer contratiempo. Por Gabriel Michi
Nunca estuvimos tan cerca de santificar a Evita. Por Cecilia Galera
El gauchito que convive entre los santos Por A. Agostinelli

El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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