Esta noche El anillo del Capitán Beto es un horno mágico que funde mis recuerdos; ahí están el tablero de comandos de una nave espacial decorada con una foto de Carlitos, un banderín de River, unos malvones, la triste estampita de Ceferino y un retrato de Luis Alberto Spinetta, que se murió antes de tiempo gracias a Dios, que iguala a santos y demonios. En esa pieza maestra del cohete-bondi, donde los recuerdos se mezclan, el astronauta argentino viaja a través de una brecha abierta como el continuum 4 espacio temporal de Juan Salvo, el héroe de “El eternauta” de H. G. Oesterheld.
En una entrevista que dio hace décadas a la revista Pelo (que rescata el sitio Dos potencias) Spinetta habló de la carga folclórica de aquel maravilloso tema basado en un transporte público típicamente argentino y grabado en, ay, 1976. “Detalles de construcción como la puerta hidráulica y todos esos fatos son genialidades argentinas”, explicaba El Flaco. Pese a su nave-colectivo con tecnología de punta hecha en Haedo, el cosmonauta argentino -que iba sin brújula ni radio- se las arreglaba con un anillo extraño. Un anillo que ahuyentaba los peligros del cosmos y lo protegía de todo. De todo menos de la tristeza. “Es en ese momento que Beto decide volver a su infancia. Pero no quiere olvidarse de todo y comprende que no puede volver, queda solamente su anillo, que es su elemento protector”, explicaba seguramente entusiasmado El Flaco.
“Finalmente se pierde, y pasan muchos años hasta que lo encuentra una cultura evolucionada, una cultura que interpretó el espacio, y al encontrarlo descubren que el anillo tenía inscripto un signo del alma; o sea que todo el poder del Beto quedó identificado en su anillo, y de su ser quedó solamente la poesía, como la parte absolutamente etérea que no tiene ni forma ni visión, y que es el alma, el alma de todos”.
Seguí tu vuelo, Flaco querido, una cultura más evolucionada va a descubrir el misterio de tu alma.
La historieta “Vuelos de Argento”, que ilustra este post, fue publicada originalmente en la revista El Expreso Imaginario Nº 18 de enero 1978. Sobre el autor del guión y las ilustraciones, Rolando Ariel Rojo, René Olivares escribió una cálida evocación de la historieta inspirada en la canción donde L.A.S. canta, por ejemplo, “¿Por qué habré venido hasta aquí, si no puedo más de soledad?”
El anillo del Capitán Beto
Intérprete: Luis Alberto Spinetta
Ahí va el Capitán Beto por el espacio,
con su nave de fibra hecha en Haedo.
Ayer colectivero,
hoy amo entre los amos del aire.
Ya lleva quince años en su periplo;
su equipo es tan precario como su destino.
Sin embargo un anillo extraño
ahuyenta sus peligros en el cosmos.
Ahí va el Capitán Beto por el espacio,
la foto de Carlitos sobre el comando
y un banderín de River Plate
y la triste estampita de un santo.
¿Dónde está el lugar al que todos llaman cielo?
Si nadie viene hasta aquí
a cebarme unos amargos como en mi viejo umbral
¿Por qué habré venido hasta aquí, si no puedo más de soledad?
Ya no puedo más de soledad.
Su anillo lo inmuniza contra el peligro,
pero no lo proteje de la tristeza.
Surcando la galaxia del Hombre,
ahí va el Capitán Beto, el errante.
¿Dónde habrá una ciudad en la que alguien silbe un tango?
¿Dónde están, dónde están
los camiones de basura, mi vieja y el café?
Si esto sigue así como así, ni una triste sombra quedará,
ni una triste sombra quedará.
Ahí va el Capitán Beto por el espacio,
regando los malvones de su cabina.
Sín brújula y sin radio,
jamás podrá volver a la Tierra.
Tardaron muchos años hasta encontrarlo.
El anillo de Beto llevaba inscripto un signo del alma.
