1. ¿Puede verse el atentado a Charlie Hebdo como un enfrentamiento entre «terrorismo islámico» y «libertad de expresión»? ¿Debe ser ilimitado el derecho de la libertad de expresión, si supone ofender a personas por su ideología, creencia y etnicidad?
No, verlo así sería simplificar el problema de una manera tan extrema como la violencia de los atacantes. Reducirlo a la teoría de «ángel vs. demonio» es hacerle el juego a la ultraderecha xenófoba e islamofóbica o a quienes desde el “progresismo” le hacen eco, como Martin Amis o Arturo Pérez-Reverte. La libertad de expresión de las ideas es total e ilimitada, o no lo es. Pero acabemos con la hipocresía y los dobles estándares, radicalicemos el sanitarizado lenguaje periodístico/académico. Si hablamos de terrorismo islámico, hablemos también de terrorismo judeo-sionista, terrorismo cristiano-capitalista o terrorismo-hinduista. Nada curiosamente, las víctimas de los tres anteriores son, en su grandísima mayoría árabes o musulmanes. “Antes que eso, me corto los huevos”, fue la respuesta que el caricaturista Sine le dio en 2009 a Philippe Val, jefe de redacción de Charlie Hebdo, cuando éste le obligó a pedir disculpas a la comunidad judía por una caricatura sobre el hijo de Sarkozy. Sine fue inmediatamente despedido (fundó su propio semanario, el Sine Hebdo) y luego llevado a juicio por anti-semitismo. Entonces, ¿es la libertad de expresión de Charlie Hebdo más libre para satirizar a unos y nada libre para satirizar a otros? ¿Es el terrorista islámico más o menos terrorista que los otros? Encontrar, al menos en el mundo de las ideas, el equilibrio entre la libertad de expresión ilimitada (y sin autocensura) y las “heridas sensibilidades” político-religiosas es difícil. Pero no imposible.
2. Es inevitable repudiar un asesinato masivo a sangre fría a periodistas. Pero la violencia del grupo islámico ¿no invita a pensar la violencia discursiva ejercida desde los medios y la violencia estructural presente en las sociedades occidentales?
Estos deleznables asesinatos no tienen justificación alguna. Punto. En la Europa de la austeridad, la violencia discursiva es exacerbada en los medios mainstream y la estructural sumariada en los brutales recortes. La fiesta fue de unos pocos pero la pagan unos muchos, al racismo y la discriminación los idea un puñado y afecta a millones. Pero el contexto socio-político, histórico y presente, es global. Europa paga, de alguna manera, su nefasto pasado colonialista y su aventurero presente militarista asociado al imperio estadounidense. Irak, Afganistán, Abu Ghraib, Guantánamo, los vuelos de rendición y las torturas en sociedad con la CIA, los drones, Saddam y Khadafi, Libia, Siria, las falsas primaveras árabes y, por sobre todo, la eterna humillación de Palestina. ¿Hace falta esta lista? El caricaturismo político suele expresar la voz subyacente y reprimida de los pueblos y en pocos lugares del mundo tiene la tradición y el poder de llegada a las masas que tiene en Francia y en el mundo árabe.
Entonces, ¿cómo no ver en cada caricaturista a un enemigo del poder cualquiera sea su signo, político oreligioso, cualquiera sea su fe? Naji Al-Ali, el dibujante de Handala que es todo un símbolo de la identidad palestina, fue asesinado de un tiro en la sien por un doble agente a las órdenes del Mossad en la puerta de su redacción en Londres, en 1987. Su obra vive y perdura pintada en las paredes de los campos de refugiados y los muros de la ocupación. Ojalá que los asesinados de París vivan y perduren en su franco-tiradora, anarca y libertaria tinta, salpicando un mundo mejor.
3. Hay ateos militantes identificados con las víctimas (“todos somos Charlie”). Hay religiosos no islámicos que descargan su ira contra el mundo musulmán y olvidan la intolerancia de sus propias iglesias. Ahora bien, el atentado a Charlie Habdo se produjo en un marco de creciente intolerancia social, religiosa y cultural. ¿Qué estrategias y agentes se deben considerar para descomprimir el escenario de tensiones que origina este tipo de atentados? ¿Qué secuelas imagina en una Europa en crisis?
Las estrategias, de todo tipo, de un poder político que en Europa está subordinado a un metapoder económico y a su alianza geoestratégica con los EE.UU., no van a cambiar. En todo caso, se van a endurecer. Las democracias burguesas de la Europa del Rey Mercado, autoconsiderada heredera de la tradición Occidental y Cristiana, están triplemente amenazadas. Por un lado, el creciente avance de los partidos y movimientos de la ultraderecha xenófoba, racista e islamofóbica (Frente Nacional, UKIP, Pegida, Amanecer Dorado). Por el otro, el cada vez mayor descontento con la clase/casta política y la aparición de movimientos extra-parlamentarios de difícil predictibilidad política (Podemos, Syriza).
Y, por último, el que los profetas del odio llaman “el enemigo interno” o la “quinta columna”, lobos solitarios o grupúsculos de orientación religiosa radicalizada. Ante los primeros, se responderá con un giro aun mayor de los partidos o coaliciones en los gobiernos hacia medidas de derecha o extrema derecha pura y dura. Ante los segundos, se acentuarán las leyes restrictivas y el control estatal de todo tipo de disenso o intentos de organización masiva por fuera de lo tradicional. Ante los terceros, se endurecerán aun más las políticas migratorias y las leyes contra las libertades individuales. En un contexto de creciente xenofobia e islamofobia, y la peor crisis económica de su historia reciente, Europa se asemeja cada vez más a la Alemania de principios de los años 30, pero sin un claro Führer.