Ahora dicen que Jose Ingenieros fue espiritista

Leí con interés el ensayo de María Gabriela Mizraje publicado en la revista «Ñ» del pasado sábado 16, La patria y los espíritus. No voy a polemizar con la autora sobre su enfoque del tema, aunque sí señalar que las especulaciones históricas o sociológicas sin citas bibliográficas son poco amigables: esperan lectores ilustrados o en la misma sintonía y no siempre es el caso. Por ejemplo, no bien terminé la lectura, me pregunté: ¿Acaso José Ingenieros fue espiritista? Si el dato era cierto, no es fácilmente asequible y tampoco se desprende de su obra. Mizraje no menciona la fuente que prueba tal afiliación.

Ingenieros no sólo fue uno de los intelectuales más brillantes de su generación. También fue un socialista enrolado en la masonería, que en su período positivista más oscuro llegó a buscar –y hasta creer encontrar– justificaciones “científicas” para defender el racismo.

Entre fines del siglo XIX e inicios del XX, el espiritismo era bien recibido por las clases educadas: entre otras cosas, era una doctrina que prometía un atajo a la muerte por medio de una “tecnología” que no parecía alejada de la telegrafía. En su obra, Ingenieros no muestra simpatía hacia la doctrina espírita; al contrario, está salpicada de párrafos donde la enfrenta: “Los desequilibrados y los débiles mentales tienen un cerebro que funciona mal y se dejan influenciar por el desequilibrio ajeno. Cada época y cada ambiente están preparados para determinadas sugestiones, que sirven de levadura para la fermentación de tal o cual fanatismo: las crisis religiosas, las sectas políticas y sociales, el espiritismo, el ejército de salvación, el vegetarianismo, son castillos de quimera elaborados por cerebros incapaces del espíritu científico, sobre alguna idea que flota en el ambiente y que suele contener cierta partícula de verdad”. (Al margen de la ciencia, Madrid, Sempere y Compañía, 1908, p.- 156 y 201-202.)

Mizraje también vincula a la Revista de Filosofía (descargar Guía) dirigida por Ingenieros con el movimiento religioso impulsado en Francia por Allan Kardec. Luego concluye: “Si (José) Hernández es el gran espiritista de la cultura decimonónica (1), Ingenieros es, sin duda alguna, el gran espiritista del positivismo argentino y acaso el principal espiritista de la cultura letrada del siglo XX”. ¿Esto es una afirmación literal o una metáfora? Si es una metáfora, es muy confusa. ¿Acaso la autora quiso decir que la filosofía cientificista que Ingenieros cultivaba lo pone en un pedestal próximo a otras formas de fe (la Ciencia, el progreso indefinido, etc)? Si sus pretensiones de objetividad acercaban su ideario a una religión secular, hubiese debido aclarar que el médico socialista fue también un cruzado antimetafísico. El positivismo de Ingenieros fue una declaración de guerra contra el dogma, las entidades sobrenaturales y la superstición, categoría esta última donde incluía al espiritismo.

Tampoco le importaba que entre sus adeptos hubiesen autoridades científicas como el Premio Nobel de Medicina Charles Richet, ex presidente de dos sociedades metapsíquicas entre 1905 y 1919 y autor de cuatro libros sobre el tema, entre ellos Traité de Métapsychique (1922) y Notre sixième Sens (1928). En 1905, Ingenieros visitó al fisiólogo francés y no le perdonó la pasión con que creía en los espíritus: “…está enfermo de misticismo senil; de no tratarse de un hombre por tantos conceptos respetable, diríamos sin reparo que está zonzo. Da tristeza conversarle acerca de mediumnidad y de fantasmas; habla como una vieja de tierra adentro y por milagro no se persigna al nombrar el objeto de sus actuales preocupaciones. Parece un iluminado vergonzante, un hombre de fe que lee la incredulidad en el rostro de su interlocutor.”

Por eso me preguntaba dónde queda aquel “indudable” vínculo positivo entre Ingenieros y el mundo de los espíritus, que a la luz de lo expuesto sólo pudo darse dentro del grupo La Syringa, cuyos socios solían fomentar cultos novedosos, aunque ellos –claro– los hicieron con fines netamente paródicos.

Referencias

En este ensayo el Dr. Pedro Luis Barcia ha cuestionado con buenos argumentos la afiliación espiritista atribuida José Hernández.

El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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