Por Alejandro Agostinelli
Por la irregularidad con que me ocupo de este blog no suelo saludar aniversarios, pero esta vez cambio el paso, lo voy a saludar porque es una de las historias que me interesa arrastrar hasta la luz. Es una típica noticia silenciada, excluída e invisibilizada por los medios hispanohablantes. Prueben, sino, de buscar alguna noticia en español sobre los cien años que cumplió, la semana pasada, uno de los más graves atentados que sufrieron los practicantes de las religiones africanas en América Latina.
El caso es conocido como “Quebra de Xangô”, y está tan ausente en idioma español que ni siquiera resulta fácil traducir el concepto central. (Alejandro Frigerio, el mayor especialista argentino en religiones afroamericanas, tampoco está seguro de traducir correctamente la expresión. No está seguro si “quebra” se relaciona con “quebrar o fracturar el Xangô”. Dicho sea de paso, Frigerio me explica que Xangô puede referirse a la imagen del orixá… “o quizás se les diga Xangôs a las religiones afro de Alagoas –como se les dice o se les decía en la vecina Pernambuco; podría ser que en Alagoas también se les diga así”.)
“Quebra de Xangô” (2010), un documental producido por el antropólogo Siloé Amorim.
Una acepción probable de “quebra” podría ser “paliza”, prosigue Frigerio, porque aquel 1º de febrero de 1912 fueron palos, golpizas y atentados incendiários lo que recibieron pais y mães de santo de los terreiros (templos) Candomblé, Umbanda y de otros cultos de la población de Maceió, en Alagoas, estado del noreste de Brasil. El brazo ejecutor fueron tropas policiales lideradas por Clodoaldo da Fonseca –primo del entonces presidente de la república, el mariscal Hermes da Fonseca– integradas por miembros de la llamada Liga de los Republicanos Combatientes. El objetivo de la acción fue derribar al gobernador alagoano Euclides Malta, que estaba hacía 12 años en el poder.
Tal vez la respuesta al misterio de “Quebra” se encuentra en un párrafo de “La noche de la gran hoguera desvariada. Revuelta popular y persecución religiosa en Alagoas en la primera república”, del científico social Rafael Ulisses Neves (Uiversidade Federal de Sergipe). Escribe:
Cuando sonó el grito de guerra, “¡Quiebra!”, los integrantes de la Liga que a esa altura no debían obediencia a ninguna autoridad, ni terrestre ni mágica, cayeron con toda su furia sobre los terreiros. El primero en ser alcanzado, por su proximidad, fue el terreiro del propio Chico Foguinho, cuyos seguidores fueron sorprendidos en el auge de la ceremonia religiosa, algunos de ellos todavía con el santo incorporado. La muchedumbre enfurecida entró a patadas, rompiendo todo lo que encontraba delante de sí, obedeciendo a la determinación del líder, e golpeando a los iniciados que demoraron a huir.
Diversos artículos coinciden que el ensañamiento, aquel virulento brote de ignorancia (porque no es otra cosa la intolerancia racial y religiosa) acabó en una masacre brutal que dejó cicatrices espantosas en la cultura local, pero nadie menciona número de muertos o heridos.
Malta había sido acusado por sus oponentes de “decadencia moral” por sus relaciones con las comunidades afro-brasileñas de Maceió. El estigma que se le endosaba a estos cultos no eran diferentes de los que reciben ahora desde otras veredas religiosas o ideológicas, ya que los líderes de los principales grupos africanistas fueron acusados de brujería, en el marco de un crisol de creencias que los atacantes, siguiendo la tradición del buen cazador de brujas, también suscribían. La oposición al gobierno de Malta lo ligó con los líderes afro para desestabilizarlo. El gobernador fue depuesto y el proceso de afirmación de la cultura negra, en una sociedad casi totalmente liberada de la esclavitud, sufrió un retroceso enorme.
EL SILENCIO QUE ENFERMA. No fue la única ni la última represión violenta emprendida contra las religiones negras establecidas en América Latina. Pese a que pasaron cien años de aquellos acontecimientos, pese a que el aniversario recuperó la memoria desde las profundidades hasta el prime time de los noticieros brasileños, estos hechos no consiguen salir de su condición de hechos suprimidos, olvidados, desaparecidos. En diversos medios aparecen, sobre todo, las poco creíbles declaraciones del gobernador Teotonio Vilela Filho, disculpándose ante los negros por los templos destruidos en la acción policial. “La sociedad alagoana quedó partida, asombrada con este episodio. Hoy, en nombre de todo el pueblo alagoano, vine aquí a pedir perdón a todos los pueblos afro, de todos los matices, por una tragedia que hasta hoy dejó marcas en la historia de Alagoas y para que sirva de ejemplo y no tengamos episodios como estos en el futuro”, dijo.
“Alagoas es el estado brasilero que mantiene un pelourinho (el sitio donde se castigaba a los esclavos) simbólico para los negros en plena actividad, en el tronco de la miserabilidad, pagando con sangre derramada la ausencia de políticas públicas. Si el gobernador solamente pide perdón por la Quebra de 1912 y no implementa políticas públicas por la preservación de la vida de nuestros jóvenes negros, de nada servirá”, repuso Ana Cláudia Laurindo, docente y activista de Alagoas.
De la «Quebra de Xangô» no sólo no ha llegado a escribirse un capítulo, ni siquiera figura en los libros de historia de Alagoas. Y cien años después la violencia continúa. Según el Ministerio de Justicia de Brasil, Alagoas lidera los índices de homicidio y analfabetismo contra los negros del país. Es más probable que un negro muera en Alagoas que en cualquier otro punto del país.
Neves Rafael enfatiza que “el tema del silencio ocupa una situación central aquí”, tanto porque el episodio llenó de miedo a los practicantes del culto, encerrándose en sí mismos, como por la insólita actitud de antropólogos consagrados de Alagoas, que jamás se ocuparon del asunto.
La violencia también se impone cuando propaga miedo y del terror para silenciar la verdad. Neves cita un estudio de las formas violentas que adquiere el lenguaje engendrado por los actores sociales de los cañaverales de Alagoas, realizado por Geovani Jacó de Freitas. Este sociólogo ha incluido el silencio con otras formas discursivas como los rumores, los chismes y el folclore, siendo para él un “mecanismo que funciona como estrategia de supervivencia de la integridad física y que ofrece la posibilidad de la convivencia colectiva”. (Ejemplo: el silencio del que se finge muerto, incluso cuando el verdugo le aplasta con su bota la mano.)
Los efectos de la “Quebra de Xangô” afectaron a la religiones afrobrasileñas en el vecino estado de Pernambuco, dice la historiadora Clara Suassuna, directora del Centro de Estudios Afro-Brasileños (NEAB). Las consecuencias del racismo, dice, son profundas aún en nuestros días. “Tenemos que pensar que el estado de Alagoas es, sobre todo, afrodescendente (67%) y la mayoría está por debajo de la línea de pobreza (65%)”, informa Suassuna.
Como íbamos diciendo, la semana pasada los herederos de aquellas religiones liminares celebraron un ritual donde, en un momento dado, los devotos se recostaron en el piso simulando el gesto de los pais y mães de santo de la época, pisoteados y pateados por las botas de la Liga Republicana.
Y evocaron aquella tragedia como corresponde, ruidosamente.
MÁS INFO:
La noche de la gran hoguera desvariada. Revuelta popular y persecución religiosa en Alagoas en la primera república. Por Ulisses Neves Rafael (Uiversidade Federal de Sergipe).
Xangô Rezado Baixo: um estudo da perseguição aos terreiros de Alagoas em 1912. Tesis doctoral de Ulisses Neves Rafael.