Un equipo de la Universidad de Cardiff encontró fosfano en la atmósfera de Venus. Para Gustavo Romero, director del Instituto Argentino de Radioastronomía, el hallazgo no es evidencia suficiente de la existencia de vida en el llamado «planeta hermano» de la Tierra.
Un equipo liderado por Jane S. Greaves, de la Universidad de Cardiff, UK, publicó un artículo en la revista Nature Astronomy en el cual comunican la detección de gas de fosfano (hidrógeno fosforado) en las nubes del planeta Venus. La noticia ha sido inmediatamente levantada por la prensa y está teniendo gran repercusión, principalmente por los anuncios que vinculan el descubrimiento con vida en el vecino planeta. La revista New Scientist, por ejemplo, titula “¿Hemos dado con vida alienígena flotando en las nubes de Venus?”, mientras que periódicos argentinos adoptan titulares como “Astrónomos descubrieron indicios de vida en las nubes de Venus” y “Encuentran posibles indicios de vida en el planeta Venus”.
Ahora bien: ¿Qué es el hidrógeno fosforado? ¿Cómo se lo detectó? ¿Es efectivamente indicativo de la presencia de vida en Venus? Veamos.
Un gas peligroso
El fosfano o hidrógeno fosforado es una molécula formada por un átomo de fósforo y tres de hidrógeno (PH3). Forma a temperatura ambiente un gas incoloro, poco soluble en el agua, y extremadamente combustible. Es en extremo nocivo para los seres vivos ya que rápidamente se reduce absorbiendo oxígeno. En la Tierra casi no se halla en forma natural, ya que se reduce en contacto con el aire.
Se lo produce industrialmente como insecticida y para usos relacionados con plásticos y semi-conductores. Además de tóxico, es altamente inflamable. Como todos los demás gases produce líneas espectrales características, que en su caso caen en el rango submilimétrico del espectro electromagnético. Son estas tenues líneas las que habrían sido identificadas por el equipo de Greaves, indicando la presencia de este gas en la atmósfera de Venus, el segundo planeta de tipo terroso a partir del Sol.
Radioastronomía submilimétrica, astroquímica y astrobiología
A fin de estudiar la composición de la atmósfera de Venus, el equipo de astrónomos dirigido por Greaves utilizó el radiotelescopio James Clark Maxwell, ubicado en Hawaii, y el gigantesco interferómetro denominado Atacama Large Millimetre/submillimetre Array (ALMA), ubicado en Chile. Sus observaciones indican una concentración de unas 20 partes por billón (mil millones) de fosfano en la atmósfera de Venus.
Si bien esta cantidad es en extremo pequeña, los radiotelescopios son tan sensibles que la detección se realizó con una certeza de 15 desviaciones medias estándar (lo que implica una certidumbre del orden del 99.9%). Como el fosfano en la atmósfera de Venus debe oxidarse rápidamente tal como lo hace en la Tierra, los científicos concluyen que debe estar siendo producido e inyectado permanentemente.
El gas que emite la radiación detectada debe encontrarse a unos 50 km sobre la superficie del planeta. A esa altura, la temperatura tiene valores similares a los de la atmósfera terrestre (la temperatura promedio en la superficie de Venus es de 464 °C).
¿Por qué la detección de trazas de este exótico gas es visto como significativo para la vida, si es en extremo venenoso? La razón es que en la Tierra el fosfano no se produce naturalmente con facilidad, pero se lo ha observado en la cercanía de ciertos microorganismos. Esto ha llevado a los astrofísicos a sugerir que podría ser un “trazador” de actividad microbiana.
Sin embargo, antes de sacar conclusiones apresuradas es importante aclarar varias cosas.
Un poco de cautela
En primer lugar, no hay evidencia directa de que ciertas bacterias produzcan fosfano. El fosfano ha sido encontrado en sobreabundancia en el entorno de algunos microorganismos, es cierto. Pero la utilización del fosfano como indicador biológico requiere experimentos en laboratorio que muestren claramente que son las bacterias las que lo producen realmente y se identifique el mecanismo por el cual lo hacen.
En ese sentido el fosfano es muy diferente del metano, que ciertamente es producido por organismos biológicos. Sin embargo, el metano también es producido por otros procesos naturales no biológicos. Su utilización para inferencias biológicas requiere un modelo completo de los mecanismos de producción del gas en el planeta, algo que se ha hecho, por ejemplo, para Marte. Algo ni remotamente similar existe de momento para Venus y el fosfano.
Por otro lado, la idea de que el fosfano sea una especie de “firma” biológica parece tener otro defecto fatal. Venus es ahora el cuarto planeta donde los científicos han detectado este gas: Júpiter, Saturno y la Tierra tienen en sus atmósferas trazas de él. Peor aún, la nueva detección de fosfano en Venus muestra niveles casi iguales a los de Júpiter y Saturno.
Pero eso es significativamente más abundante, digamos unas 1.000 veces más abundante, que lo que se encuentra en la Tierra. Si el fosfano fuese un buen trazador biológico uno esperaría que un planeta lleno de vida como la Tierra presentara los niveles más altos. Pero ese no es el caso.
Lo que sí tienen en común todos estos planetas es una importante actividad eléctrica. De hecho, los relámpagos son muchos más comunes en Júpiter y Saturno que en la Tierra. En Venus aún no es claro cuál es el nivel exacto de tormentas eléctricas. Bien podría ser la actividad eléctrica la que en el complejo entorno de las turbulentas atmósferas de estos planetas podría causar la cascada de procesos que resulten en la formación de fosfano.
Evidencia e inferencia
El descubrimiento de líneas espectrales de fosfano en la atmósfera de Venus es interesante en sí mismo, porque, de ser corroborado, sería evidencia directa que hay fosfano en la atmósfera a una altura de unos 50 km sobre la superficie. Si hay fosfano, debe ser producido de alguna manera. Debe haber procesos en la atmósfera de Venus que producen ese gas en forma permanente.
Cuáles son esos procesos, no lo sabemos. Es algo a ser investigado. Inferir que si hay fosfano entonces hay vida es incorrecto, porque esa inferencia no es apoyada por evidencia, ni en Venus ni en la Tierra. Incluso aunque se mostrase que microorganismos en la Tierra producen fosfano y se clarificase el mecanismo detrás de esa producción, de ello no se inferiría que el fosfano en Venus proviene de vida en su atmósfera.
Después de todo, la actividad industrial produce dióxido de carbono en la Tierra, pero no por eso podemos inferir de ese hecho y de que el 96% de la atmósfera de Venus esté conformada por ese gas que haya una sociedad industrial en el planeta.
Primera publicación: CIC Gobierno de la Prov. de Bs. As.
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