Por Daniel Galarza Santiago
¿La ideología política orienta nuestras posiciones respecto de la ciencia? ¿Quién es más «anticientífica», la izquierda o la derecha? Se le endosa el negacionismo al calentamiento global o el apoyo al creacionismo a la derecha y a movimientos como los antivacunas y antitransgénicos, a la izquierda. Pero ¿es realmente así? ¿no será que el conspiracionismo sobrevuela a derecha e izquierda por igual?
El autor de esta nota, Daniel Galarza Santiago, estudió Filosofía en la Universidad de Guadalajara, México, especializándose en filosofía de la ciencia. Es también creador del excelente blog El escéptico de Jalisco, y es parte del equipo de Filosofía en la Red. Daniel sigue el tema desde hace tiempo y aceptó con gusto desarrollar el estado de la cuestión para Factor.
¿Es realmente la izquierda tan anticientífica como la derecha? Así es como muchos comentaristas (incluyendo autores del escepticismo científico) parecen pensarlo. Basta con citar afirmaciones de Michael Shermer, el título del libro más célebre de Mauricio-José Schwarz, la continua crítica a grupos de «La izquierda feng shui« por oponerse a los transgénicos, las farmacéuticas o las antenas de wi-fi, o el uso tan generalizado en blogs escépticos del término «izquierda regresiva». Quienes dicen que en la izquierda (liberal) se pregona la anticiencia en la misma equivalencia que su opuesto, hacen ciertas comparativas alegando que, mientras en la derecha se niega el cambio climático y la evolución, en la izquierda es más común encontrarse con antivacunas y antitransgénicos.
Un interesante artículo de Chris Mooney, escrito hace algunos años, ya advertía que la creencia según la cual la izquierda es tan anticientífica como la derecha no se sostiene del todo –pese a que lo han asegurado incluso célebres autoridades del llamado “mundo escéptico”.
Ciertas formas de negacionismo, como el del calentamiento global y el creacionismo, son evidentemente promovidos por la derecha conservadora (y también por buena parte de la derecha libertaria que se jacta de ser anticonservadora y procientífica), mientras que movimientos tecnófobos como los antivacunas y antitransgénicos, comúnmente asociados con la izquierda, son sostenidos casi en las mismas proporciones en ambos extremos del espectro político. Es más: si bien es fácil hablar de izquierdistas antitransgénicos o partidarios de las terapias alternativas en detrimento de «Big Pharma», también es fácil encontrar rostros de la derecha y del libertarianismo abiertamente antitransgénicos.
¿Es equivalente el número de conservadores negacionistas al de izquierdistas tecnófobos? Aunque sin duda sería interesante responder a estas preguntas en los países hispanoparlantes y determinar qué diferencias existen con los angloparlantes, en estos últimos, al parecer, las cifras no apoyan esta idea.
Empecemos por una serie de hechos básicos. Es sabido que los conservadores confían menos en la ciencia y en los científicos que los liberales y los «moderados»; en cada problema social importante con posibilidades de solucionarse o aminorarse a partir de políticas basadas en la ciencia, existen mayores probabilidades de que los conservadores se resistan a este tipo de soluciones.
Dicho esto, ¿existen más antivacunas y antitransgénicos entre los izquierdistas liberales que entre los militantes de derecha? Sobre las vacunas, en un artículo de 2009, Kahan et.al. demostró que la negación de la vacuna contra el VPH se encontraba bastante relacionada con valores ideológicos propios de la derecha, tales como «jerarquía» e «individualismo». Por su parte, Lewandosky et. al. (2013) no encontraron relación entre la oposición a las vacunas e identificarse de izquierda. Tampoco se identifican territorios propios de la izquierda o de la derecha con mayor incidencia de sarampión (enlaces del original):
“Y los 21 estados que han visto casos y brotes abarcan toda la gama política; incluyen California y Massachusetts, pero también Alabama, Tennessee, Texas y Ohio (hogar de un gran brote en la comunidad Amish, un grupo de personas que difícilmente puede llamarse «liberal»). El año pasado, mientras tanto, hubo un brote de sarampión en torno a una megaiglesia de Texas.”
Para Lewandowsky, el factor más importante para volverte antivacunas es el conspiracionismo, al que no es ajeno la derecha ni la izquierda.
Con la oposición a los transgénicos tampoco parece haber un compromiso ideológico únivoco y claro. En el mismo estudio de Lewandowsky, quien tomó como muestra representativa una encuesta realizada a 1,001 estadounidenses, «la oposición a los alimentos GM no se asoció con construcciones de cosmovisión», lo que sorprendió a los investigadores debido a «los informes en los medios que han vinculado la oposición a los alimentos modificados genéticamente con la izquierda política». En una encuesta realizada por CBS News a 1,052 estadounidenses la conclusión fue similar: «el 90 por ciento de los republicanos, el 94 por ciento de los demócratas y el 95 por ciento de los independientes estaban en favor» del etiquetado de los alimentos transgénicos, medida que la comunidad científica ha rechazado en múltiples ocasiones, incluyendo a la AAAS.
Como motivo principal de su oposición a esta tecnología:
“El 25 por ciento de los republicanos preocupados, el 29 por ciento de los demócratas preocupados y el 25 por ciento de los independientes preocupados respondieron «no es seguro comer transgénicos».”
Las diferencias ideológicas se vuelven más notorias cuanto más se precisa el nivel del espectro entre izquierda y derecha (los cuales no son un continuo, sino un conjunto de diferentes ideologías que comparten métodos y presupuestos distintos, pero con objetivos similares).
“Aunque los demócratas, los republicanos y los independientes no se ven tan diferentes ante los OGM, resulta que si divide a los demócratas y republicanos en diferentes grupos ideológicos, puede discernir una mayor diferenciación de izquierda a derecha en el tema (incluso si las preocupaciones siguen extendiéndose en el espectro).
La encuesta de CBS News hizo exactamente eso. Además de su afiliación a un partido, a las personas también se les preguntó si se autoidentificaban como «muy liberal», «algo liberal», «moderado», «algo conservador» y «muy conservador». Desglosado de esta manera, el 92 por ciento de los encuestados «muy liberales» estaban «algo» o «muy» preocupados por los transgénicos, en comparación con solo el 71 por ciento de los encuestados «muy conservadores». (Los que eran «algo liberales», «moderados», y «algo conservadores» se parecen bastante; sus porcentajes son 79, 75 y 74, respectivamente).”
Mooney alude a estudios y encuestas similares que arrojan los mismos datos. No parece haber duda sobre la estrecha relación entre las ideologías políticas y religiosas de la derecha, y su entusiasta negacionismo del cambio climático y de la evolución. Pero aquellos temas en los que muchos suponen una mayor tendencia hacia el negacionismo por parte de la izquierda, resulta que en realidad está distribuida en ambos lados. Para Mooney, los datos «no apoyan la idea de que la negación de la vacuna es una causa especial de izquierda. En cuanto a los OGM, si bien la resistencia puede ser más fuerte en el extremo izquierdo, las preocupaciones sobre este tema también son bastante importantes en todo el espectro.»
Así, Mooney postula al menos dos tipos de negacionismo por separado: por un lado, un negacionismo científico políticamente influenciado, en el que los sectores de la derecha niegan la ciencia por compromiso ideológico y/o intereses políticos (sea en cuestiones ambientales o en educación); estos grupos cuentan con poder político y económico (empresas, políticos, y medios de comunicación sesgados) para presionar y ejecutar acciones contrarias a la ciencia, pero a favor de su ideología o sus negocios. Estos grupos son fuertemente apoyados por el sector conservador de la política norteamericana, y son vistos como aliados. Básicamente, esa es la descripción de la derecha contraria a las políticas climáticas y la evolución en las escuelas, pero que también arremete contra la anticoncepción, la relación entre el aborto y la salud pública. Por el otro lado, un tipo de negacionismo que se fomenta desde ambos lados del espectro político sin ser preferencia de uno u otro.
El primer tipo de negacionismo, institucionalizado dentro del partido republicano (la derecha estadounidense) con una base activista, no tiene un paralelo en la izquierda institucionalizada o el partido demócrata. Mooney advierte que esto no excusa a nadie:
“Eso no es exonerar ningún tipo de negación científica. Tampoco es negar que haya liberales o izquierdistas por ahí que tengan creencias no científicas: las encuestas anteriores capturan claramente a esas personas; sin embargo, la negación de la ciencia conservadora moderna sigue siendo un fenómeno único.”
Nada de esto significa que no deban seguir siendo investigadas las causas por las cuales las personas adoptan alguna forma del negacionismo científico. A su vez, estas investigaciones en el mundo anglosajón abren la puerta para comenzar a entender el mismo fenómeno en América Latina, donde la izquierda y la derecha no siempre suele estar tan bien identificadas.
Qué interesante sería contrastar, en el futuro, el negacionismo inherente a las ideologías políticas a nivel global, basado en datos y no tanto en la deducción lógica a partir de ciertos supuestos.
(*) La ilustración de este post procede de la portada del ensayo de Mauricio-José Schwarz “La izquierda feng-shui” (Ariel, 2017).
POST-DATA DEL EDITOR al 8/2: El posteo original incluía un autorretrato de Mauricio-José Schwarz mostrando la portada de su libro, «La izquierda feng-shui», cuya lectura recomendamos a quien desee tener un panorama completo sobre el tema a debate. Quitamos la fotografía a pedido del autor. Y publicamos su réplica.
RELACIONADAS