“El 90 por ciento de la ciencia ficción es una porquería, pero el 90 por ciento de cualquier cosa es una porquería”, sostuvo Theodore Sturgeon, autor de “Más que humano” (1953). Es difícil acertar un pleno. Para rescatarse y estar dentro de ese 10 por ciento hay que poner garra. Gustavo E. Romero dice que Ad Astra hizo todo lo contrario: no pega una. Si no hay verosimilitud alguna, ¿con qué cara pedir la suspensión de la incredulidad? La promo prometía realismo científico, pero no es lo que encuentra el espectador. La crítica de Romero –Astrofísico Relativista y actual Director del Instituto Argentino de Radioastronomía (IAR)– compensa con creces la falta de talento del cineasta: explica todo lo que está mal, mientras uno se ríe y aprende.
Si todos los comentaristas de cine escribieran con la honestidad con que lo hace Romero, el trabajo del crítico cinematográfico sería, más que un trabajo, una cátedra.
Alerta: este comentario está plagado de spoilers, en la confianza de que el lector ya ha desistido verla.
Vi Ad Astra. Con horror, con repulsión, con asco. Contando el tiempo para que termine. Bajando la mirada por vergüenza ajena. Desde Blade Runner 2049 no me sentía así viendo un film de ciencia ficción. Seamos claros: Ad Astra es mala, muy mal, pésima, una porquería, de hecho ya ni se sabe qué es. El que con casi 100.000.000 de dólares se puede hacer una cosa así es un fuerte argumento contra la naturaleza humana. Debe haber algo fallido en el ser humano, sin duda, para poder llegar a semejantes extremos en la relación costo/resultado. El mero azar puede producir, por nada, algo mejor.
Brad Pitt es un astronauta. Hijo de otro astronauta, Tommy Lee Jones, en el papel más patético de su carrera. El padre partió hace 30 años hacia Neptuno en una nave propulsada por antimateria y no volvió más. Dejó al hijo y a la esposa. Y eso creó un trauma en el joven Pitt. Pobre Pitt, si hubiera tenido un padre violador, alcohólico, asesino, fumador de pasta base, qué sé yo, casi cualquier padre, se pegaba un tiro directamente. Va por la vida dando lástima por esa «pérdida». Un día, está en la nueva Estación Espacial Internacional (conectada por un ascensor a la Tierra, concepto correcto y posible) y llega un «pulso de rayos cósmicos del espacio» que hace explotar algunas cosas y Pitt cae de la escalera ya que estaba haciendo una actividad extravehicular. Así es: cae, pero no sigue en caída libre como cualquier cosa en órbita baja geosincrónica, sino que cae hacia la Tierra. Increíble. El director piensa que por estar conectada la estación por un ascensor el astronauta no va a caer en caída libre, y el principio de equivalencia no vale, y Pitt cae como si cayera de un avión a 10.000 m de altura. La cosa es que no solo cae, sino que no se quema (por desgracia, ya que esto sucede al comienzo de la película) por la fricción con la atmósfera. Y eso que solo tenía un traje de tela pedorra. La cosa es que el héroe abre un paracaídas y se salva. Una estupidez que anonada.
Poco después, Pitt es llamado por los usuales generales de las fuerzas armadas para contarle un secreto (pensé que el general sería el infeliz de Forrest Whitaker, pero no, era otro infeliz: de hecho eran tres: uno latino, una negra, y un blanco, así queda claro que están todos representados). Le explican que en Neptuno una liberación de antimateria genera pulsos de rayos cósmicos que amenazan destruir la Tierra (sic). «Nos enfrentamos al fin del mundo tal como lo conocemos». Creen que es su padre. Que no murió, y que por alguna razón usa su nave para hacer eso. Había ido a Neptuno para comunicarse con extraterrestres, ya que aparentemente desde allá es más fácil. Bien, hay una misión para Pitt. Debe ir a Marte, donde hay una base subterránea que no es afectada por los pulsos (no se entiende por qué son afectadas las bases subterráneas de la Tierra) y desde Marte debe mandar un mensaje a su padre para que afloje la mano. Asombroso: ¿por qué no lo graban en la Tierra y lo mandan a Marte en vez de enviar a Pitt? Respuesta: para que oigamos por dos horas la voz en off de Pitt cuestionándose la relación con su padre, que nos importa nada en absoluto. Y para meter algunas escenas de acción traídas de los pelos. Hélas aquí: en la primera parada, la luna, debe ir en rover de la base A, donde aterrizó, a la base B en la cara oscura desde donde saldrá a Marte. ¿Por qué no aterrizó en B? Bueno, porque debía pasar algo para despertar a la gente, que ya no da más con este bodrio. ¿Qué pasa durante el viaje en auto? Un ataque de piratas lunares. Así es. Atacan, y atacan porque sí. No hay nada que robar. No se sabe por qué lo hacen. Atacan a matar y listo. Todos mueren menos Pitt y Donald Sutherland, también sacado del geriátrico para esto.
Bien, Pitt, siempre con voz en off y moviéndose lento para que la película parezca seria, sale para Marte con una tripulación de idiotas. Literalmente. A mitad de camino, luego de mucho sufrir por su padre y su esposa abandonada en la Tierra, Liv Tyler, repitiendo las caritas de Armageddon pero ya no tan sexy, se encuentran con una nave abandonada. Es grande el sistema solar, pero ahí está: enfrente de ellos. Obvio, Pitt con sabiduría de protagonista, dice: «no debemos investigar». El capitán insiste y Pitt los acompaña. Allí, para meter algo de acción, se les ocurrió que unos mandriles se comieran a la tripulación. Estos matan el capitán, pero Pitt, como corresponde, los elimina. Y siguen viaje a Marte.
Resumo: llega a Marte y manda un mensaje que le hacen leer. No da resultado. Pero por ahí le se ocurre «hablar a su padre desde el alma» y el padre responde aunque no se sabe qué porque no le dicen. Pitt se altera y deciden mandarlo a la Tierra. La jefa de la base en Marte le dice que su padre mató a toda la tripulación, incluidos los padres de ella y que las autoridades ahora mandaran una nave con una bomba atómica para terminar con el picarón de Tommy Lee. La jefa de base, sin embargo, al final es buena y ayuda a Pitt a colarse en la nave. Los que la pilotean son los mismos salames de antes. A pesar de él, se produce una pelea y Pitt debe matarlos a todos. Cosas que pasan. Viaja por 72 días y parece que se vuelve loco por la soledad (era un súper astronauta pero se ve que no aguanta ni un cuarto de turno en la Antártida). Llega sucio y barbudo a Neptuno. Y allí está su padre en la nave. Pitt estaciona del otro lado del anillo de Neptuno, cosa que le sea más difícil volver. Va, se encuentra con su padre, y el gran misterio es revelado: no hay vida extraterrestre. El resto de la tripulación quiso volver, pero Tommy no logró digerir la píldora, y quiso seguir intentando encontrar «alguien más». Tommy no tuvo más remedio que eliminarlos. En la lucha se rompió el motor, y de ahí salen los «pulsos de antimateria » que producen los rayos cósmicos que amenazan la Tierra (soy físico, imaginen mi dolor a esta altura). Discusión ridícula, mensaje explícito («somos lo único que hay, debemos cuidarnos»).
Como Tommy hizo varias macanas debe morir y se suicida tirándose a Neptuno. Brad, llorando por haber logrado la «reconciliación» con el padre, vuelve en forma ridícula a la nave suya y hace explotar con una bomba atómica la nave del padre, lo que curiosamente no libera más antimateria que se supone estaba en el motor. Asombrosamente se impulsa con la explosión para llegar a la Tierra. No importa que una explosión atómica en el vacío no genere una onda de choque. De hecho, ya no nos importa nada, salvo que Pitt pare de hablar en off.
La escena final es también el golpe final: Pitt en la Tierra saborea un café («las cosas buenas de la vida»). Por la ventana del bar se ve a la esposa, dispuesta a perdonarlo, y Pitt la mira con cara de «ahora entendí». Y listo. Nos quedamos con las ganas de que mueran todos.
Le doy sin vacilar 10 al film. Es el número de bofetadas que le pegaría al director de encontrármelo.
Esta película, como Arrival, como Blade Runner 2049, es un síntoma más de la increíble degradación de nuestra época embrutecida.
Malditos sean los que la hicieron.
Publicado originalmente en ACMA Análisis de Cine y Material Audiovisual de Ciencia Ficción.
Ad Astra: hacia las estrellas. Ciencia Ficción. (EEUU, China, Brasil, 2019). Duración: 122 minutos. Dirección: James Gray. Guión: James Gray, Ethan Gross. Intérpretes: Brad Pitt, Tommy Lee Jones, Donald Sutherland, Ruth Negga, Liv Tyler. Dirección de Fotografía: Hoyte Van Hoytema. Música: Max Richter. Montaje: John Axelrad, Lee Haugen.
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