El lector Leonardo Fachin escribió un breve texto sobre lo que ha significado Fabio Zerpa en su vida, quizá en contraposición a algunas ideas nuestras esbozadas en un post anterior, y nos lo envió. Su reflexión es varias veces más interesante que el desahogo envenenado de sus adversarios, que los tuvo más allá de si sus reclamos estuvieron o no justificados. Leer el texto de Fachin (y por eso lo jerarquizamos) supone socavar el mito de una audiencia homogénea: aquello que para unos es pura bobada, un engaño o un pasatiempo ridículo, para otros es fuente de inspiración. Y todos, a partir de sus propios conocimientos o experiencia, pueden tener parte de la razón.
Soy clase 1975, corría el primer lustro de la década de 1980, y los sábados a las ocho de la noche mi viejo se apoltronaba en su silla, abrazado al radiograbador Philips traído por mi abuelo de Italia, para escuchar «Amigos de Huracán» con Cacho Di Nome. No recuerdo cuál era la emisora, pero sí que, cuando terminaba el largo lamento sobre la realidad del equipo, porque eso era aquel programa, llegaba otro: «Más allá de la Cuarta Dimensión», con Fabio Zerpa atrapaba la atención de toda la familia. Envuelto en un halo de misterio con música acorde y la voz profunda del locutor que hacía la presentación, llegaba aquella magia que no permitía que nadie encendiera el televisor hasta el final de la emisión.
Quizás por sus dotes de actor o por su convicción sobre la cuestión, sus relatos me resultaban fascinantes. Encuentros cercanos de gente común como podía ser mi familia, aventuras maravillosas y espeluznantes a la vez. Mi piel de gallina al oírlo es la sensación física que más recuerdo. El tiempo fue pasando y, a medida que el pensamiento lógico y racional me iba mostrando el sendero de la realidad, aquellas historias fueron perdiendo credibilidad. Será discutible si Zerpa se creía sus historias (yo estoy seguro de que sí) o si los viajes al Uritorco eran «curros» para «facturar» o si formaban parte de sus convicciones. En definitiva, nadie es perfecto, y quien esté libre de pecado que arroje la primera piedra.
Lemmy Kilmister dijo:
«Una buena banda no es aquella que te hace mover un rato el pie, sino que además desata tu imaginación».
Yo usaría esa idea modificada para decir que un buen contador de historias no es aquel que más se apega a la realidad sino aquel que desata tu imaginación.
Fabio Zerpa despertó mi curiosidad a temprana edad y eso se lo adeudaré por siempre. Incluso con la veracidad de aquellas historias desbaratada por la lógica, no me arrepiento de haberlas creído. Imagino a un niño del siglo XIX maravillado por Julio Verne o H. G. Wells, eso fue Fabio Zerpa para mí.
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