Josep Guijarro, periodista enrolado en la corriente de amigos del misterio, escribió en la revista Año Cero el artículo titulado La génesis de Friendship no fue un globo MIR. Su nota responde a un post publicado en Factor hace un año, en ocasión del 30º Aniversario de la observación masiva de un presunto ovni sobre el cono Sur dividido en dos episodios, uno ocurrido el 13 de agosto y otro el 17 de septiembre de 1985.
En Santiago de Chile se vio en la tarde el 17 de agosto y así comienza el caso “Friendship”, una presunta isla ubicada en el Sur del país donde sus extraños habitantes han desarrollado una tecnología que les permite curar todos los tipos de cáncer. Pese a sus prodigiosos avances, los «hermanos» juegan a responder preguntas difíciles a radioaficionados metidos a ufólogos.
En una de sus comunicaciones, los Friendship dieron a entender que estaban pilotando… el “ovni”, mismo que resultó ser un globo Montgolfier Infrarrojo (MIR) lanzado por la agencia espacial francesa CNES desde Pretoria, Sudáfrica. Cuando el CNES se adjudicó aquel globo también enterró a Friendship. Pero algunos, como Guijarro, inhuman el cadáver e insisten en reanimarlo.
La aventura de los alienígenas radioaficionados es inseparable de la confusión con el globo francés. Guijarro, que en su día le dio el beso de la muerte a Friendship, necesita negar esa explicación. Por el simple hecho de que aquella fascinante historia quizá no hubiese surgido con la misma fuerza sin aquella famosa observación.
Intro. Por Alejandro Agostinelli
Allá por 1991, durante una visita a Santiago de Chile, el ufólogo Rodrigo Fuenzalida me hizo escuchar la grabación de las conversaciones entre un grupo de radioaficionados chilenos y una autodenominada congregación Friendship localizada en una isla austral, cerca de Chiloé, o en Chiloé. Sus habitantes eran rubios, altos y angelicales, descripción que podía corresponder tanto a nazis, alienígenas o a nada de eso, sólo a un engaño iniciado por un par de bromistas que luego, con la ayuda de los ufólogos y los medios, cobró vuelo propio. Le dije a Fuenzalida: cuando esto tome estado público se transformará en un mito como el de los anónimos corresponsales del planeta Ummo. No quise poner mi granito de arena y decidí esperar. El tiempo me dio la razón.
En un viaje que hizo a Chile en 1994, el periodista y ufólogo español Josep Guijarro se enamoró de aquella historia, como le sucedió a muchos de nosotros, que vimos en los relatos en torno a esa isla de la fantasía una saga donde, como en las precarias cartas enviadas por los anónimos ummitas, convergen conspiracionismo, ufología religiosa y ciencia ficción. Enamorarse de una historia extraordinaria no tiene nada de reprochable, pero ¿a cuento de qué rechazar la evidencia de que aquel día lo que flotaba sobre las ciudades fue un globo estratosférico francés? ¿Tiene sentido que el primer sobrevuelo diurno de naves alienígenas de verdad coincida con la incursión de un aparato terrícola? ¿La casualidad no es exagerada cuando aquel ovni es idéntico al globo que había lanzado el CNES por aquellas fechas?
No debería hacer falta aclarar que no tenemos nada contra Guijarro ni contra quienes desean creer en Friendship, pese a que la exagerada promoción del mito en los medios locales ha despertado oleadas de esperanza vana entre enfermos de patologías severas y que jamás ha habido una sola evidencia sobre la efectiva realidad de tal «congregación».
Alienígenas curanderos. «Friendship» está naturalizada en los medios chilenos que promueven conspiraciones y misterios. Pero si alguien busca evidencias duras sólo tropieza con habladurías.
Con todo, debemos subrayar una coincidencia que aún nos impresiona: esos ET que usaban una tecnología tan increíble como las comunicaciones radiales para contactar con los seres humanos son los mismos que afirmaron haber sobrevolado al país ¡en globos estratosféricos lanzados desde Pretoria, Sudáfrica, el 26 de Julio de 1985!
Como en nuestro post anterior creemos haber dicho casi todo lo que valía la pena decir sobre el expediente, invitamos al notable experto argentino en globos estratosféricos, Luis E. Pacheco, a contestar el artículo de Guijarro.
Antes voy presentar a Pacheco, a quien conozco, respeto y aprecio desde hace cuatro lustros.
Hace más de diez años, Luis inició un proyecto personal único en el mundo. Creó y lanzó, en una web abierta y gratuita, un repositorio con toda la información posible sobre estos artefactos. De más está decir que los globos de alta atmósfera son parte, aún hoy, de una tecnología versátil y competitiva para contribuir a campos como la astrofísica de partículas, el estudio de la dinámica de la atmósfera o la detección de la radiación remanente del Big Bang.
Así nació el Proyecto StratoCat (derivado del inglés, Stratospheric Catalogue), que hoy almacena información de casi 9.000 globos lanzados desde 1947, así como detalles de ubicación y operación de diferentes bases de lanzamiento, experimentos realizados, artículos de interés histórico, líneas de tiempo y una incipiente enciclopedia de temas ad-hoc.
Friendship en la TV chilena. En 2015 en TVN, con Rodrigo Fuenzalida y Fabián Sáez.
Parte 2. Lo que Friendship no deja ver. El sesgo de Guijarro. Por Luis E. Pacheco
Trataré de clarificar algunas afirmaciones de la nota de Josep Guijarro que, ya sea por desconocimiento u omisión de información son, cuanto menos, erradas. Pero además quisiera aclarar que hace más de diez años, en pleno auge de la controversia sobre Friendship, intercambié con él algunos mensajes en listas ufológicas. Nunca pudimos debatir en profundidad, y no justamente porque yo no quisiera.
Titular de la nota de Guijarro en Año Cero. Para leer hacer clic en la imagen.
Este nuevo artículo me da la tardía oportunidad de saldar aquella deuda.
El mito en torno de la Isla Friendship, sus misteriosos habitantes y sus no menos fantásticas habilidades tiene –o tenía– un sinnúmero de exegetas y detractores. A mí no me encontrarán en ninguno de los dos bandos. Sí comentaré aquellos aspectos del caso relacionados con mi área de interés: los globos estratosféricos.
Guijarro intenta demostrar que los globos MIR lanzados desde Sudáfrica en Julio y Agosto de 1985 no tuvieron nada que ver con el presunto ovni visto en Santiago de Chile el 17 de Agosto de ese año. Confieso haber leído varias veces su texto y aun no encuentro evidencia alguna que sustente su pretendida refutación: apenas una serie de datos inconexos, una lectura muy liviana del contenido de StratoCat, y comparaciones inadecuadas. Por eso reafirmo: el objeto visto en varias poblaciones de Chile y en especial en Santiago ese día y el que apareció en los cielos de la capital argentina un mes después, eran globos estratosféricos MIR lanzados por la agencia espacial francesa CNES desde Sudáfrica.
El punto desde donde los globos fueron lanzados aparece luego de que la cuestión surgiera en el ámbito paranormal hispanohablante. Las primeras investigaciones apuntaban a que éstos provenían de Australia. Esto es absolutamente cierto, con buen tino y algo de sentido común las autoridades chilenas que se ocuparon del caso, cuando vieron que el “ovni” llevaba una trayectoria Oeste-Este, tomaron un planisferio y, en pos de su posible origen, dieron con una enorme isla llena de canguros y koalas, Australia, y decidieron consultar al Dr. John Zillman, una eminencia en materia de meteorología, titular por años de la Organización Meteorológica Mundial
Zillman afirmó que era imposible que uno de sus globos hubiese llegado a las costas de Sudamérica. Acto seguido: si no era un globo australiano, debía ser un OVNI…
¿Cuál era el problema? Que nadie estaba preguntando en el lugar correcto.
Es común incluir dentro de la categoría “globo meteorológico” o “globo sonda” a cualquier balón que anda dando vueltas por ahí, más allá de cuál es su composición o función. Pero equiparar la efímera vida de un globo sonda de apenas 1 a 3 metros de diámetro que revienta al llegar a su máxima altitud, con un globo estratosférico de varios cientos de metros que además puede navegar a alturas de 30 o 40 km durante horas o días, es cuanto menos ridículo. Pues bien, esto ocurre a menudo. Incluso, muy a menudo.
Si en vez de consultar con la oficina meteorológica de Melbourne hubiesen contactado con la base de lanzamiento de globos estratosféricos de Alice Springs, en el centro de Australia, o se hubieran comunicado con algún científico que hubiera estado involucrado en el pasado con el uso de estos artefactos, probablemente hubieran recibido una mejor orientación.
Es lógico, en Chile no tienen experiencia. Ese país nunca usó ni lanzó globos estratosféricos. Al revés de la Argentina, que no solo contó por años con un programa de este tipo sino que, además, fueron argentinos los que acusaron primero al culpable del alboroto ufológico de 1985.
La primera mención al origen sudafricano de los MIR del 85 fue realizado por el Instituto de Astronomía y Física del Espacio (IAFE) de Buenos Aires, en una gacetilla de prensa emitida al día siguiente de la aparición del ovni sobre esa metrópoli, pero que no tuvo mayor difusión pública en los días posteriores al hecho.
Otro de los protagonistas que darían nombre y apellido al intruso de los cielos bonaerenses fue el ufólogo Carlos Demaría, quien en noviembre de ese año hizo contacto por carta con el CNES, que le envió la contestación afirmativa de que efectivamente se trató de un MIR francés lanzado en Julio desde Sudáfrica.
Los detalles de ambas comunicaciones se encuentran disponibles en StratoCat, en uno de los capítulos del articulo Crónica de un OVNI que no fue, que aborda el incidente del 17 de septiembre de 1985 sobre la capital argentina.
Dicho sea de paso, Guijarro parece no haber leído nuestro trabajo en su totalidad. Ha preferido dejar traslucir que el globo MIR es una “explicación forzada”, seguramente parte de la vasta conspiración global que trata de ocultar el tema Friendship. No lo culpo. Parafraseando al gran Groucho Marx, “nunca pertenecería a un club que admitiera como socio a alguien como yo”: ese trabajo de 18 capítulos, y su anexo documental, incluyendo información hasta entonces inédita, es un mamotreto insufrible que me llevó cerca de seis años escribir, y que no desearía su lectura completa ni a mi peor enemigo.
Pero he aquí que la tarea del investigador es INVESTIGAR y, por lo tanto, en pos de la verdad y del esclarecimiento de los hechos, no debe dejarse ninguna posibilidad de lado, ni siquiera una difícil de digerir.
Guijarro elige hacer una comparación poco feliz cuando trata de equiparar el tiempo de vuelo que le tomó a Joe Kittinger cruzar el Atlántico en globo en 1984, uniendo EE.UU con Italia en 86 horas con el periplo que efectuaron los MIR de 1985 para cruzar ese mismo Océano.
[ttshare]Friendship: si alguien busca evidencias duras sólo tropieza con habladurías.[/ttshare]
Trataré de ser conciso:
1) El cruce de Kittinger se produce volando en promedio a una altura de entre 8.000 a 10.000 pies como máximo, esto es para aprovechar las corrientes de aire hacia el este más favorables.
2) El desplazamiento de los MIR lanzados desde Sudáfrica se produce en sentido inverso al que afirma Guijarro. Cuando propone la comparación olvida –o ignora– que el régimen de vientos estratosféricos en el invierno austral es hacia el este por lo cual, los balones lanzados por el CNES no realizaban el cruce del Atlántico hacia el oeste sino que primero debían cruzar el Indico, Australia y el Pacífico antes de llegar a las costas sudamericanas. Esa fue una característica única de sólo dos de las campañas de lanzamiento sudafricanas, la de 1981 y la de 1985. El resto de las realizadas por el CNES en años anteriores y posteriores siguieron derroteros inversos ya que los balones fueron lanzados durante el verano austral, como explico en detalle aquí.
3) Intentar equiparar ambos cruces es cuanto menos ridículo, tanto por la diferencia de alturas de vuelo, cuanto por la clase de globo utilizado y el objetivo buscado. La misión del aeronauta norteamericano fue efectuar el cruce lo más rápido posible; el objetivo de los aeróstatos galos fue realizar mediciones de ondas de gravedad en algunos casos y de concentración de vapor de agua en otros, a lo largo de su ruta de desplazamiento, pero sin importar la duración. Y algo más: cuanto más largos fueran los vuelos, más datos científicos iban a poder recabar.
Siguiendo el artículo de Guijarro, llegamos a la parte donde su autor comete el desliz de su vida… Eso sí, nobleza obliga: pega el patinazo por culpa de quien esto escribe.
Me disculpo por otra digresión autorreferencial: salvo algunos artículos y colaboraciones de otros autores, el 95% de la información publicada en StratoCat es buscada, procesada y publicada –en español e inglés– por quien esto escribe en sus ratos libres. Ese es mi placer y a la vez mi condena. De allí que en diez años de existencia, si bien he avanzado mucho y el proyecto se ha afianzado como referencia obligada a la hora de hablar de globos, aún existen grandes baches de información, ya sea por falta de tiempo para procesarla o directamente por falta de datos.
Guijarro afirma falsamente que dichos lanzamientos no existieron sólo por el hecho de que no aparecen en el listado de globos lanzados en 1985 publicado en el StratoCat. La realidad es que el sitio, como dije al principio, recoge la información presente en su base de datos que hoy cuenta con más de 13.000 registros, 9.000 de los cuales están publicados online.
Desde su génesis, la base de datos que da soporte al proyecto fue creada para permitir el ingreso de registros de lanzamiento de globos con la condición de saber con exactitud la fecha y sitio desde donde fue lanzado cada balón. Es posible, por ejemplo, ingresar algún vuelo efectuado desde determinado sitio en un mes dado sin saber el día exacto, pero no mucho más. Esto es, esencialmente, para resguardar la integridad de la información publicada y evitar equívocos difíciles de subsanar al manejar tanta información.
En el caso de los MIR de 1985, sé perfectamente que la campaña fue desarrollada entre el 15 de Junio y el 15 de Agosto, que los lanzamientos fueron realizados desde las instalaciones de la Estación de Seguimiento de Satélites de Paardefontein, al norte de Pretoria, y que fueron ocho balones lanzados en Julio y Agosto, de los cuales, en el articulo publicado en StratoCat y citado por Guijarro, sólo menciono siete pues uno de ellos apenas duró uno o dos días en vuelo. La razón por la cual tales misiones no están incluidas en StratoCat es que, lamentablemente, no obtuve la fecha exacta de lanzamiento. Ni siquiera poseo el dato de cuántos fueron lanzados en un mes y cuántos en el otro. Por lo mismo, hasta no tener la información precisa, no podré reflejar esos registros en el StratoCat.
No obstante, existen varias fuentes documentales que se refieren a dicha campaña, que permiten confirmar que sí existió la campaña y que fueron ocho los globos lanzados por el CNES desde Paardefontein. Se trata de trabajos publicados en revistas científicas de prestigio internacional relacionadas con el ámbito de las ciencias espaciales:
La Montgolfiere infrarouge: Acquis et futur (Advances in Space Research, Volume 7, Issue 7, p. 59, 1987).
Telecommande pour ballons longue distance (Advances in Space Research, Volume 7, Issue 7, p. 59, 1987)
Por último, existe una referencia adicional publicada en el suplemento La Lettre du CNES en su edición Nº 100 con todos los detalles (menos las fechas) de la campaña: experiencias lanzadas, tipo de globos usados y sistemas de control empleados. Se puede acceder a una copia desde aquí.
Para reafirmar su posición de que los MIR no existieron, Guijarro analiza la tabla de globos lanzados en 1985 (disponible aquí) y confunde las banderas de Noruega con Islandia, o menciona un globo lanzado desde TORBAR cuando en realidad es el nombre del experimento (lanzado desde Gimli, Canadá) y no su lugar de origen.
No me detengo en estos detalles triviales por ensañamiento. Los resalto porque tales ejemplos de torpeza y falta de atención al leer (que ya no al investigar) no ayudan en lo más mínimo a Guijarro en su intento por mantener a flote el caso de sus amores contra toda evidencia.
En síntesis, no me importa mucho si el asunto Friendship tiene mayor o menor credibilidad. Pero es evidente que el andamiaje de toda esa construcción se basa fuertemente en que un ovni se observó el 17/8/1985 en Santiago de Chile y éste, como hemos visto, ha sido satisfactoriamente explicado.
Si la totalidad del evento también tiene una explicación más mundana de lo que originalmente nos vendieron, será cuestión de esperar para ver el derrumbe del mito. Para cuando eso suceda yo ya tengo reservado un asiento en primera fila.
ENLACES EXTERNOS
No es globo todo lo que reluce (Guijarro responde a Pacheco).
La génesis de Friendship no fue un globo Mir. Por Josep Guijarro.
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