Fabio Zerpa, ufólogo y actor, cumplió 86 años el pasado 4 de Diciembre. En las redes sociales quedó claro cuántos y cuánto lo quieren. Muchos de mis amigos en Facebook que son además habitantes de Ufolandia le han prodigado expresiones laudatorias como “¡Maestro!”, “¡Pionero!” y hasta algún “¡Genio!”, sin que les importe demasiado la naturaleza o el campo de pertenencia de sus aportes. Lo cierto es que Fabio Zerpa siempre fue un tipo simpaticón.
Más allá de si tiene o no razón -y, sobre todo, más allá de mi propia opinión, que deslizo más abajo- faltaba en la web una biografía no autorizada sobre el personaje, porque sin ninguna duda Zerpa es un personaje notable.
Esta nota titulada originalmente Fabio Zerpa ¿nos vendió un buzón? y subtitulada “Mitos y verdades y personajes de la ufología nacional” es un perfil del actor uruguayo que escribí para el fascículo V de la colección 200 Argentinos – Vida, Pasión y Muerte (1810-2010), la colección dirigida por Jorge Lanata y Guillermo Alfieri, publicada la revista Veintitrés allá por 2010, a propósito del Bicentenario. Una vez la publiqué parcialmente. Ahora va completa.
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Cierta tarde de 1984 un rockero visitó un centro de estudios psicoespaciales en el barrio de Saavedra. El rockero era Andrés Calamaro, el instituto se llamaba ONIFE-CEP, y el objetivo: conseguir que el director le permitiera usar su nombre en un tema de su nuevo álbum. La canción tenía un estribillo machacón:
“Fabio Zerpa tiene razón/Hay marcianos entre la gente/No sé que quieren ni de dónde son/Ni que hacen aquí en la Tierra/Pero de algo estoy seguro/Que están copando el mundo a traición”.
Zerpa aceptó con una condición: aclarar, con su voz, que “ellos” no copan ni traicionan a nadie sino que “vienen a traer un mensaje de amor y paz”. De entrada, entonces, tanta razón no tenía. Pero la letra de Calamaro y la voz de Zerpa contradiciéndolo consolidó el hit más perdurable de Hotel Calamaro. La asociación mental entre Fabio Zerpa con la búsqueda de inteligencias extraterrestres – por más que los exobiólogos lloren- ya estaba instalada en el imaginario colectivo de los argentinos. Hacía tiempo que su nombre presidía bromas, cuentos y clisé sobre los hipotéticos visitantes siderales. Desde hace 50 años, su presencia allí donde se presenta un fenómeno celeste inusual otorga al suceso carta de extrañeza. Zerpa almuerza con Mirtha Legrand cada vez que un plato volador es noticia y es el candidato a opinar cuando Hollywood dedica a los alienígenas una nueva película (que Zerpa apoyará si los muestra pacíficos). Su celebridad, sus ideas y el tratamiento que le dio al tema son claves para entender la inserción de los ovnis en la cultura popular.
Pedro Fabio Alles Zerpa nació el 4 de diciembre de 1928 en Rosario, un pueblito cercano a Colonia de Sacramento, Uruguay. Hijo de don Pedro Alles, con fama de hombre culto y trabajador, y de María Luisa Zerpa, heredera de una familia aristocrática de origen austriaco, para descifrar una vida entregada a la actuación, el tango y a la divulgación de la existencia de visitantes de otros mundos, hay que retroceder hasta 1950, año en que desobedeció el mandato paterno y decidió aventurarse en El Vapor de la Carrera rumbo al puerto de Buenos Aires. Su padre, don Pedro Alles, había amasado su fortuna para merecer la mano de María Luisa: Dionisio Zerpa, un acaudalado estanciero, le puso precio a la relación.
De esa cigüeña nació Fabito. Todavía usaba pantalón corto cuando empezó a tomar clases de piano con una profesora que fue su primer amor. Su padre, gerente de un almacén de ramos generales, organizaba shows con orquestas de tango que traía de Buenos Aires. Fabio participó en las visitas a Montevideo de Anibal Troilo, Astor Piazzola y Edmundo Rivero. A los nueve años fue cantante en la versión de la ópera La Bohéme de Puccini presentada en Montevideo. Don Pedro le consiguió un empleo en el Banco de la República Oriental del Uruguay, que Fabio aceptó enseguida: ser bancario en los cuarenta fascinaba a las chicas. Su voz, profunda y engolada, le facilitó papeles en radioteatro. Así fue convocado por una compañía que iba a recorrer el Uruguay. Pidió una licencia sin goce de sueldo, pero el banco se la negó. La obra, insistió Fabio, iba a ser auspiciada por la O.N.U. “Fue una gran mentira”, confesó más tarde, “pero muy piadosa, yo amaba profundamente el teatro”. Esa engañifa providencial le reveló las ventajas adaptativas de la actuación.
Cuando Fabio Alles Zerpa llegó a Buenos Aires tenía 21 años. Sin papeles ni trabajo en puerta, compartió rebusques para calmar el hambre con su compatriota Julio Sosa. El cantor todavía no era El Varón del Tango, pero sus dotes eran evidentes. Fabio, en cambio, debió resistir. Su orgullo le impedía volver con la frente marchita. Logró su primer trabajo cuando un sastre lo contrató para perseguir clientes morosos. Su amigo Juan Carlos Mareco lo presentó en radio Belgrano y se sumó al elenco estable de la emisora. Con dos amigos inventó una escuela de teatro que los ayudó a remontar la miseria. En 1952, cuando millones lloraban y unos pocos celebraban la muerte de Evita, Zerpa logró su radicación y arrancó su intensa carrera en teatro, fotonovelas, radio, cine y televisión. Participó en 14 películas, y actuó en telenovelas como “El amor tiene cara de mujer”, “Cuatro hombres para Eva” y “Alta comedia”. “Fui el Pablo Echarri de la época”, fanfarronea ahora.
Su vida dio un vuelco el 17 de noviembre 1959, cuando vio lo que describe como un “bolígrafo volador” desde un birreactor de la Fuerza Aérea Argentina durante un descanso del rodaje de la teleserie “Cóndores de Acero”, donde personificó a un piloto cuyo avión era acosado por un plato volador. Luego sucedió algo que halagó su vanidad: fue tapa de la Radiolandia, la revista top de la farándula. Esperó hasta 1967 para estar entre los invitados de Mirtha Legrand. Aquel almuerzo catapultó su ciclo de audiovisuales. En 1968 organizó el primer simposio sobre vida extraterrestre en el auditorio de la Facultad de Medicina de Buenos Aires. La sala rebalsó y Víctor Sueiro rubricó en la revista Gente el nacimiento de una estrella. En 1972 explotó su vocación ufológica. Sin colgar los botines. “Nunca dejé de ser actor”, aclara.
CULTURA ALIEN
Su culto por la actuación, el tango y la amistad se reflejaron en la mesa donde presentó su autobiografía, Fabio Zerpa tiene razón (Ed. Atlántida). “Siempre he sido un hombre de la cultura”, dijo el 2 de mayo de 2009 en la Feria del Libro. Estaban Miguel Padilla, presidente de la Asociación Argentina de Actores, la locutora Daisy May Queen, quien adora a Zerpa desde que la hizo regresar a una vida anterior en Roma, y los humoristas Jorge Garaycochea y Juan Carlos Mesa. No lo acompañaron ufólogos. De sus colegas sólo citó a Benjamín “Pelón” Solari Parravicini (1898-1974), tanguero como él, “un hermoso delirante y gran profeta, quien me dijo: vas a escribir más de 20 libros y te veo llenando teatros en Europa”. Cierta o no, le dedicó a esa profecía su vida entera.
Junto con Nicolás “Pipo” Mancera, el animador televisivo que invitaba a sus Sábados Circulares a los principales testigos de ovnis en los sesenta, Pelón Parravicini y Zerpa eran las figuras top de la cultura alien. Pelón juró haber sido teleportado a bordo de un plato volador comandado por telépatas de Venus en julio de 1961, cerca del Obelisco. Él entraba en trance como sus antecesores directos: los hermanos Jorge y Napy Duclout, uno escritor de ciencia y técnica y el otro guionista y cineasta. Los Duclout hablaron de su afición en 1954, cuando difundieron que un platillo llegado de Ganímedes, la mayor luna de Júpiter, iba a sobrevolar Buenos Aires. Desde la azotea del edificio Kavanagh, en Plaza San Martín, anunciaron el cumplimiento de la primera profecía platillista: el encuentro había sido predicho dos años antes por un misterioso espíritu al que invocaban en sesiones mediúmnicas. Aquellas revelaciones inspiraron a Napy rodar el primer film argentino en 3D, “Buenos Aires en relieve” (1954).
HIPNOSIS, IDIOMAS Y REMACHES
Durante los sesenta -en pleno apogeo de la carrera espacial- asomaron nuevas figuras, películas y revistas dedicadas al asunto. El hito cinematográfico fue “2001, Odisea en el espacio” (1968), de Stanley Kubrick (1928-1999), y series como Star Trek, Los invasores y Mi marciano favorito. Llegó de Europa el concepto de revista paracientífica, con Planeta y Cíclope y salió la primera publicación local: 2001, periodismo de anticipación. Realizada por Enrique Llanas, Alejandro Vignati (1934-1982) y Eduardo Azcuy (1926-1992), 2001 tenía una tirada de 80 mil ejemplares. Por esos años Azcuy y Zerpa acompañaron al capitán Omar Roque Pagani (1921-1996), al frente de una comisión de estudios ovni de la Marina, a investigar encuentros como el que vivió una familia en Trancas, Tucumán, el 21 de octubre de 1963. Los testigos directos fueron “atacados” por haces de luz y un gran objeto con gajos metálicos y remaches. Zerpa esgrimió a modo de trofeo unos residuos idénticos al que dejan los proyectores antiaéreos durante maniobras militares. Fueron los años de la “ufología técnica”. El inventor Ariel Ciro Rietti (1923–2001), constructor deun detector de ovnis, fundó con el periodista Cristian Vogt la Comisión Observadora de Ovnis (Codovni). Para ellos, los ovnis eran naves de otro mundo que rehuían el contacto para no influir a la humanidad. También surgieron místicos convencidos de recibir mensajes de los “Hermanos Superiores”, como Agapito Millán (1891-1966) y Oscar Pérez Alemán (1908-2005), quienes involucraron en sus aventuras a Vogt y a Rietti, citándolos a encuentros con platillos incumplidores. Otro contactado, el sastre polaco Eustaquio Zagorski (1904-1981), fue el “testigo estrella” del sacerdote oficial de la ovnilogía, Benito Segundo Reyna (1900-1982), un jesuita cuya afición irritaba a sus superiores, entre ellos el actual Papa Francisco, Jorge Bergoglio. Zagorsky dominaba un idioma E.T. al que llamaba varkulets y Reyna le encargó traducir el Martín Fierro en esa lengua.Un abogado aguó la fiesta. Oscar Galíndez, pionero de la corriente científica de la ufología argentina, explicó que el varkulets era una creación consciente.
En 1973 Zerpa lanzó su revista Cuarta Dimensión, que publicó por 18 años, y se presentó en la tele don Francisco García, el “marciano por parte de madre” que anunció el descenso de 50 naves sobre la Laguna de Chascomús, donde casi termina ahogado cuando las naves no aparecieron. En octubre de ese año el camionero Dionisio Llanca afirmó haber sido abducido en Bahía Blanca. Zerpa considera al caso el hito de su carrera, por cuya investigación se jacta de haber recibido un “premio mundial” en un congreso de ufólogos. Pero el asunto demostró los riesgos de improvisar. Asistido por psiquiatras amigos, Zerpa hipnotizó a Llanca, para lo cual usó pentotal sódico. El psicólogo Héctor Solari alegó que las respuestas de Llanca fueron inducidas y tenía tendencia a sufrir epilepsia (conclusiones que Zerpa se encargó de cajonear).
EL HOMBRE QUE DESAFIÓ AL RIDÍCULO
Si bien Zerpa reniega de la “ciencia ortodoxa”, siempre se enorgulleció de sus estudios terciarios. Pero desertó en la Facultad de Derecho y su profesorado de Historia lo obtuvo en el Instituto Alfredo Vázquez Acevedo, un conocido colegio secundario de Montevideo. A los 21 años llegó a Buenos Aires donde, asegura, estudió Psicología, Antropología y Sociología. En los ochenta intentó fundar (con un grupo de profesionales, tarotistas y astrólogos) la Universidad Disciplinas de Apertura, pero el 3 de marzo de 1992 inscribió a su oenegé como Fundación. Su currículum no excitaría suspicacias si hubiese realizado algún aporte comprobable dentro del campo que lo consagró. Acaso por esta razón el nombre de Zerpa suele estar asociado con un título menos honorable (“porteño chanta”), credencial falsa, ya que nació en el Uruguay.
De la transformación del galán de telenovelas a ufólogo, Zerpa siguió en los escenarios para decir que no estamos solos en el cosmos. No hay evidencia para afirmar si está en lo cierto o no. Pero a sus espectáculos asistieron miles de argentinos, a quienes logró impresionar con un proyector de diapositivas, su voz sugestiva y su poder de persuasión.
Fue un precursor: comenzó a hablar de extraterrestres cuando hacerlo era exponerse al ridículo.
La historia, otra de sus pasiones, dirá si salió indemne.
Fuentes:
Fabio Zerpa tiene razón. Biografía desclasificada. Por Fabio Zerpa y Marcelo Daniel Gil (Editorial Atlántida, 2009).
Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina. Por Alejandro Agostinelli (Ed. Sudamericana, 2009).
Fabio Zerpa en la dimensión desconocida; «Siete Días Ilustrado» (1972) Si hacés clic descargás la nota en PDF.
Informes: Pablo López Kaiserián y Teresita Escario