“La segunda muerte” (Santiago Fernández Calvete, 2011) podría haber sido el capítulo argentino de “Los Expedientes Secretos X” si el arma del asesino no hubiera sido la combustión espontánea, un fenómeno ajeno a la idiosincracia y la tradición paranormal de nuestra patria. Pero «Pueblo Chico» -el distrito donde transcurre la acción- no necesariamente queda en la Argentina. En verdad, todo lo que sucede en «La segunda muerte» podría ocurrir en cualquier parte donde coexistan un secreto doméstico a voces, cierta predisposición genética a aceptar la creencia en personas que poseen dones extrasensoriales y una parroquia católica presidiendo la plaza. Entonces démosle un crédito a las incineraciones inexplicables como una forma posible de morir, donde la falta de evidencias puede ser obra de un perfecto asesino, una secta de receta o parte de un poder sobrenatural, y hasta la piedra de toque que le permitirá a Alba Aiello (Agustina Lecouna), la agente de policía a cargo de investigar el crimen, decidir que ahí tiene un caso, un misterio cuya resolución postergará su falta de deseo de vivir.
Alba, que tiene a sus propios muertos en el placár, encuentra en El Mago, un niño clarividente (Tomás Carullo Lizzio), un aliado que le podrá ayudar a resolver el caso. El mismo niño aparece conectado desde el inicio cuando el vehículo que conduce su padrastro, sospechoso de haber asesinado a su madre, atropella un espíritu, una leyenda urbana materializada, una aparición mariana o una mujer desconsolada.
El camión que choca contra el fantasma es la primera vez que se te mueve la butaca en una película de ritmo contenido, con climas , imágenes, actuaciones y musicalización muy bien logrados, donde confluyen el diálogo entre el ateísmo y la religión (la policía desprecia al catolicismo y la magia, hasta que su escepticismo se trastueca cuando el visitante milagroso adivina su pasado con detalles que nadie le pudo contar) y el diálogo entre la religión y el esoterismo (la institución que administra la fe del pueblo está en cuestión y la única que quiere hacer justicia debe recurrir a los servicios paranormales de un niño para esclarecer el crimen, que pronto se complejiza y serializa).
El intendente exige a la mujer policía y al párroco de Pueblo Chico una salida, cualquier salida, interesado en mantener el statu quo y poner fin a las murmuraciones antes que en buscar la verdad, y la investigadora decide continuar lo que ya es una búsqueda personal: le ha tomado cariño a El Mago y él, que conoce su pasado oscuro, no la juzga y le ofrece algo en qué creer.
La historia adquiere un giro original cuando la Virgen María es la principal sospechosa de la oleada de crímenes que se ensaña contra una familia rural. Aquí, la película pierde la oportunidad de explotar una veta presente en el mundo real: la demonización evangélica hacia la figura de la madre de Dios. Este fantasma mete miedo en “La segunda muerte”, pero no veremos pastores o gags evangélicos, que le podrían haber dado una encarnadura más realista a los despojados diálogos del filme.
Con todo, la ambivalencia moral de la Virgen es un notable acierto del guión. “¿Cómo una madre va a permitir la muerte de su hijo?”, se pregunta Alba, e interpela a los religiosos, conectados con el sórdido secreto que sólo descubriremos, en una intuición que se presta a segundas y hasta a terceras lecturas, hacia un final donde, quizás, no sólo los buenos zafan del fuego.
Un thriller que podría haber sido más corto, más rápido, menos intrincado incluso, pero que te mantiene despierto y atento desde el principio hasta el fin en un festival de tonos sepia, encuadres jugados en medio de la tormenta y sonidos imponentes que dan un curso alentador al género fantástico de factura nacional.
Dónde la dan: Espacio INCAA-Gaumont, Hoyts Unicenter Shopings, Horarios.
Calificación:
Clasificación: 1 meñique fracturado: pésimo. 1 meñique: malo. 2 meñiques: regular. 3 meñiques: bueno. 4 meñiques: muy bueno. 5 meñiques: excelente.