Por qué desapareció el único monumento plativolista de Bélgica

Mientras en Argentina varias localidades aceptaron que los ufólogos erigieran mojones ovni, en Bélgica existía un único monumento dedicado a este tipo de avistamientos. Días atrás, la placa en honor al famoso caso de Lotenhulle, ocurrido en 1955, fue retirada, no por escepticismo, sino por la voluntad de su familia.

El caso del monumento retirado recuerda, de paso, a la placa colocada en el embalse del Dique La Florida en 2018, un acontecimiento mediático de 1978 que recientemente recibió una sólida explicación por parte de Heriberto Janosch (ver al pie de esta nota).

En la tranquila aldea de Lotenhulle, en el municipio belga de Aalter, un pequeño monumento de piedra se convirtió en uno de los más raros artefactos culturales en la cuna del surrealismo europeo: la única placa conmemorativa de Bélgica dedicada a un avistamiento de objetos voladores no identificados que tuvo lugar hace setenta años.

Su reciente y discreta desaparición, sin embargo, no se debió al escepticismo o al desinterés colectivo, sino a una disputa íntima y profundamente humana sobre la memoria, la identidad y el control sobre la narrativa propia, incluso después de la muerte.

La historia comienza en la noche del 21 de julio de 1955, día de la fiesta nacional belga. Marin Vandercruyssen, un paracaidista de 18 años, fue testigo, junto con otros veinte conductores, de un fenómeno insólito: cinco grandes discos plateados que cruzaban silenciosamente la entonces autopista E5 (hoy E40). El impacto para los observadores fue tan notable que, según el testigo, detuvieron sus vehículos para poder contemplar la escena. Los objetos formaban una figura que luego asociarían con los aros olímpicos: tres delante y dos detrás[1][2]. Este evento permaneció en la memoria de la localidad como un misterio nunca resuelto.

DE PARACAIDISTA A UFÓLOGO. Marin Vandercruyssen (1936 -2020) logró que en 2004 los concejales de la aldea de Aalter, Flandes Oriental, Bélgica, colocaran una placa conmemorativa en la ruta donde tuvo lugar el avistamiento. A setenta años del incidente, la familia de Marin consiguió que lo retirasen.

Durante casi medio siglo, el avistamiento flotó como un relato oral, una anécdota compartida entre los vecinos. Recién en 2004, Marin Vandercruyssen, entonces con 67 años, decidió llevar su historia a las autoridades municipales. El acto de institucionalizar el recuerdo transformó la leyenda local en un hecho conmemorable. A pesar del escepticismo inicial de los concejales, el relato de otros testigos convenció al municipio de Aalter de erigir un monumento[1][3]. La losa, colocada junto a una carretera local, inmortalizaba la fecha, el número de testigos, el nombre de Marin e incluso incluía una fotografía suya de joven y cinco símbolos ovalados que representaban los discos[1]. La comunidad había abrazado oficialmente su peculiar hito histórico, transformando un evento fronterizo entre la realidad y el mito en un elemento de su identidad local.

LA MEMORIA DISPUTADA. De cuando el concejal Dirk De Smul anunciaba la renovación del monumento plativolista en la carretera entre Aalter y Deinze. Hoy el monolito se retiró. Un ejemplo de cómo la memoria familiar se impone al folklore local. ©Joeri Seymortier

Sin embargo, la memoria colectiva y la memoria familiar no siempre van juntas. Marin, que con los años devino en un entusiasta de los platívolos, falleció en 2020, y con su partida, la percepción de su legado cambió para quienes le sobrevivieron. Su familia empezó a ver el monumento no como un honor, sino como una pesada losa sobre sus hombros: les dejó de interesar que el apellido familiar estuviera ligado a un suceso ufológico[1].

La asociación pública con lo extraño, lo inexplicable y, para algunos, lo fantástico, se volvió una carga difícil de soportar. “Un estigma”, como definen hoy los partidarios de devolver a los platillos el prestigio social que fueron perdiendo. Así, los Vandercruyssen contrataron a un abogado que envió una carta al ayuntamiento exigiendo la «retirada urgente» del monumento bajo la amenaza de una demanda por daños y perjuicios[1][3].

OLEADA BELGA. Hito en la década de los noventa, la última noticia sobre aquella historia, en 2022, mereció un artículo del editor de Factor en la sección CIENCIA BRUJA DE YAHOO!

Este episodio revela, una vez más, la pugna por el control de la narrativa. El monumento era, para la comunidad, un símbolo de singularidad, un punto de interés que distinguía a Lotenhulle en el mapa. Para la familia, sin embargo, se había convertido en una etiqueta que reducía la complejidad de la vida de Marin a un solo evento, por muy extraordinario que fuera. La familia reclamó el derecho a definir cómo debía ser recordado su ser querido, privilegiando la dignidad de una biografía completa por sobre la curiosidad pública, el folklore local y el turismo.

El municipio de Aalter, atrapado en esta encrucijada entre el patrimonio comunitario y los derechos de las personas, accedió: sin dar explicaciones públicas más allá de confirmar la solicitud, retiró la placa la semana pasada[1][3]. El único monumento plativolista de Bélgica desapareció tan silenciosamente como los discos plateados que conmemoraba.

La paradoja es palpable: justo cuando el monumento fue restaurado en julio de este año, simbolizando un renovado compromiso comunitario con la historia[1], la familia ejercía su veto definitivo. Setenta años después del avistamiento, la pregunta «¿Eran ovnis o no?» aún divide al pueblo. La respuesta ya no estará tallada en piedra. Sí en los medios, dado que el propio Marin, a la pregunta «¿Es cierta la historia de esos ovnis o no?», contestó: «Dejo la puerta entreabierta»[2].

EL MENEADO MONUMENTO DE AALTER. Fue instalado en 2004, con el consentimiento del testigo, Marin Vandercruyssen (foto), y se retiró en 2025, a pedido de su familia. El legado plativolista tuvo una vida efímera vida.

La desaparición del monumento no resuelve el misterio de 1955, pero sí ilustra un registro sociológico más  intenso: la memoria no es estática ni “privada”. Es un campo de batalla donde las lealtades personales o grupales (en este caso familiares) y las narrativas públicas negocian constantemente su espacio. La marca de Lotenhulle ya no existe, pero su historia, y el conflicto sobre quién tiene derecho a contarla, perduran.

AGRADECIMIENTO: A Diego Zúñiga, director de Ediciones Coliseo Sentosa, por proporcionar la información de la agencia EFE en la lista Anomalist.

Referencias bibliográficas

[1] Clapson, C. (30 de septiembre de 2025). Bélgica pierde su único monumento OVNI después de que la familia del observador solicitara su retirada. VRT NWS.

[2] Seymortier, Y. (25 de julio de 2025). Hace 70 años, Lotenhulle vio cinco «discos plateados» en el cielo: «¿Es cierta la historia de esos ovnis o no? Dejo la puerta entreabierta». HLN.

[3] Agencia EFE. (01 octubre 2025). Retiran única placa de recuerdo de avistamiento de ovnis en Bélgica a petición de familia. SWISSINFO

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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