El Legado Fantástico de Ameghino, el Inventor del Nahuelito

Investigadores del Museo de La Plata, dependiente del CONICET, analizaron el origen del mito del Nahuelito, rastreando su conexión con las teorías del naturalista Florentino Ameghino y su impacto en la comunidad científica internacional.

El reciente artículo La Patagonia fantástica: el pangolín de Ramón Lista, el mamífero misterioso de Ameghino, y la comparsa del plesiosaurio de madera casi se puede considerar una avant-première del documental “Plesiosaurios vivos”, que estrenarán Iris Serrano y Magrio González en 2025.

Cómo nació la leyenda de la criatura lacustre prehistórica en la Patagonia.

Por Marcelo Gisande

“Patagonia, embarazada de mitos que se mezclan con el viento”, reza una de las creaciones emblemáticas del artista popular José Larralde. Es que las tierras más australes de la Argentina desbordan de historias que rozan lo fantástico, y una de las leyendas más difundidas es la del Nahuelito, el monstruo marino que habitaría el lago Nahuel Huapi, en Bariloche, al que muchos dicen haber visto, pero nadie pudo documentar en imágenes. Presente en los relatos de los pueblos originarios de la región, el mito comenzó a tomar fuerza a fines del siglo XIX a partir de afirmaciones del naturalista Florentino Ameghino sobre la existencia de un “misterioso mamífero” prehistórico aún vivo.

En un trabajo que se acaba de publicar en la Revista del Museo de La Plata, un grupo de investigadores del CONICET indaga en el impacto y el “éxito” que tuvieron los dichos de Ameghino para influir en la opinión pública y en la prestigiosa comunidad científica nacional e internacional de la época, a partir del estudio de documentos que abarcan desde el siglo XIX hasta nuestros días, y pone en discusión los cambios en la percepción que el campo académico y la sociedad fueron teniendo sobre la posibilidad de supervivencia de animales prehistóricos.

EL EQUIPO DE INVESTIGACIÓN. Tonni, Vizcaíno, Pérez y Toledo. Foto: CONICET Fotografía/R. Baridón)

¿Milodonte vivo?

La Cueva del Milodón es una formación natural ubicada al sur de Chile, en la provincia de Última Esperanza, que comenzó a ser explorada por científicos a fines del siglo XIX y en la que se hallaron incontables restos paleontológicos y arqueológicos, desde grandes mamíferos hasta evidencia de actividad humana. Para 1898, aún se estaban estableciendo los límites geográficos entre Chile y Argentina por lo que la potestad de la cueva no estaba clara, lo que permitió la realización de una expedición científica organizada por expertos del Museo de La Plata, entre los que se encontraba el perito Francisco P. Moreno, por entonces, su director. En esa campaña se pudo recolectar un fragmento del cuero momificado de un milodonte, un perezoso gigante que habitó durante el Pleistoceno –entre cerca de 2 millones y medio hasta 10 mil años atrás–. Este animal herbívoro llegó a pesar 1 tonelada y a medir más de 3 metros de longitud, y fue uno de los animales terrestres de mayor tamaño de América del Sur.

RETAZO DE MILODONTE. Su cuero fue llevado por F. P. Moreno a La Plata. Llegó en el vapor Azopardo el 23 de julio de 1898, para ser ingresado al MLP y luego fue trasladado a Inglaterra para ser presentado en la Zoological Society of London, a comienzos de 1899. Hoy se encuentra depositado en el Natural History Museum de Londres.  Izquierda, vista externa del cuero con abundante pelaje rojizo bien preservado. Derecha, vista interna del cuero con numerosos osículos asomando desde el tegumento deshidratado. Imágenes copyright © The Trustees of The Natural History Museum, London.

“El cuero llegó al Museo de la mano de Moreno, y eso abrió un nuevo capítulo para la paleontología de la época”, relata Leandro M. Pérez, investigador del CONICET en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (FCNyM, UNLP) y uno de los autores de la reciente publicación.

El fragmento estuvo en La Plata no más de una semana, porque la idea era llevarlo para ser presentado al público en la Sociedad Zoológica de Londres, Reino Unido. Por algún motivo, en el transcurso de esos siete días, aparentemente alguien le habría facilitado un recorte del cuero a Ameghino, que en esa época ya no estaba trabajando en el Museo por diferencias personales y profesionales con Moreno. Y Ameghino se apuró a publicar un artículo en el que daba cuenta del hallazgo, postulando la supervivencia de estos animales en la Patagonia, porque para él la aparente ‘frescura’ de la pieza sugería que el ejemplar había muerto recientemente. Y le puso nombre y todo: Neomylodon listai”.

“Como la noticia corrió como reguero de pólvora, cuando Moreno llegó a Londres con el cuero, toda la comunidad científica internacional ya estaba hablando del Neomylodon de Ameghino y muchos daban por cierto que en la Patagonia había un milodonte vivo”, comenta Pérez. “Esto generó, además del enojo de Moreno, una euforia total en Europa, y también en Argentina. La comunidad científica estaba movilizada por la posibilidad de la supervivencia de perezosos gigantes, y se organizaban campañas desde distintas partes del mundo para viajar a la Patagonia a cazar al milodonte”.

Fue así que durante los últimos años del siglo XIX se sucedieron varias campañas para atrapar al supuesto animal, “una fiebre por encontrarlo que surgió a partir de algo apócrifo, porque Ameghino, a lo sumo, tuvo acceso a una pequeña porción del cuero para estudiarlo”. A la par de las expediciones, Ameghino seguía fogoneando el interés mundial. Según se desprende de su correspondencia, el naturalista contribuía a acrecentar el mito: hablaba del Jemmich, una criatura que “los tehuelches conocen muy bien, pero sus historias siempre se han tomado como fábulas” y apuntaba que esta supuesta especie habitaba madrigueras a orillas de distintos lagos patagónicos.

Ameghino empezó a mezclar el hallazgo del cuero con la mitología de los pueblos originarios, entonces la forma del milodonte original empezó a mutar en el imaginario de la gente, pasó a ser un animal de hábitos acuáticos. Incluso, en un periódico de Estados Unidos aparece una ilustración de una especie de plesiosaurio peludo, mezcla con nutria con grandes dientes comiendo pasto, mientras un grupo de seres humanos lo ordeñaba. Así se instaló más la idea de que era un animal misterioso”

Como era de esperar, las distintas expediciones de caza regresaron con las manos vacías. No había perezosos gigantes sobrevivientes en la Patagonia.

La pieza Roosevelt

En 1913, dos años después del fallecimiento de Ameghino, el por entonces presidente de Estados Unidos Franklin Delano Roosevelt visitó la Argentina, y en ese contexto recorrió el Museo de La Plata. Apasionado por las ciencias –fue el fundador del Museo de Historia Natural de Nueva York–, Roosevelt se mostró especialmente interesado en las colecciones de paleontología. Moreno le obsequió un fragmento de otro cuero de milodonte que hoy forma parte del museo norteamericano. “Al llegar a Estados Unidos, esa pieza generó un nuevo furor, porque varios medios importantes de allá publicaron notas contando la historia de los descubrimientos en la Cueva del Milodón”, detalla Pérez.

LA VISITA DE ROOSVELT. El 14 de noviembre de 1913, T. Roosevelt y comitiva visitaron el Museo de La Plata. A la derecha, con galera y bastón, Dardo Rocha, fundador de la ciudad de La Plata; con lentes y tomándose el sombrero con la mano, T. Roosevelt. Fuente: CC n° 790 del 22 de noviembre de 1913.

La expedición de Onelli

Tras la muerte de Ameghino en 1911, y de su archienemigo Moreno en 1919, la historia del misterioso animal y la fiebre por cazarlo fueron mermando hasta casi desaparecer, aunque de tanto en tanto circulaban algunas historias sobre supuestos avistaje de seres misteriosos asociados a cuerpos de agua patagónicos.

En 1922 el por entonces director del Jardín Zoológico de Buenos Aires Clemente Onelli recibió una carta de un habitante de El Bolsón, Río Negro, en la que le comentaba haber visto a orillas de un lago un extraño animal de cuello largo y cola de cocodrilo. “Habían pasado once años del fallecimiento de Ameghino, pero Onelli interpretó que se trataba del milodonte vivo que el naturalista había descripto. Entonces organizó una campaña para buscarlo”, cuenta Pérez.

La misiva tomó estado público y la presión que esto generó para dar a conocer la noticia hizo que Onelli brinde una entrevista al diario La Nación en la que cuenta que irían a la Patagonia a cazar un milodonte vivo. “En la nota, el medio coloca un subtítulo que dice ‘¿Será un plesiosaurio?’, entonces en la opinión pública quedó instalada la idea de que efectivamente era un plesiosaurio”, puntualiza Pérez, y agrega: “Obviamente que la expedición no halló nada. Estuvieron unos días, regresaron a Bariloche –donde estaban alojados– y volvieron a Buenos Aires”.

EL PLESIOSAURO. Así se llamó la carroza de la comparsa en San Carlos de Bariloche, febrero de 1923, estacionada sobre la calle Mitre, esquina Villegas, frente al Banco Nación. Fotografía de Rafael Soriani. Gentileza del Museo de la Patagonia.

Un año después, en 1923, un vecino de Bariloche, el empresario Primo Capraro, dueño de un aserradero, mandó a construir una carroza de madera con forma de plesiosaurio para hacerla desfilar en el carnaval de Bariloche. “Ellos eran amigos, pertenecían a la comunidad italiana. Pero esa figura fue utilizada en tono de burla hacia Onelli por su infructuosa búsqueda”, apunta el investigador. Onelli murió en 1924 y, con él, cesaron los intentos por cazar al misterioso animal, pero la idea del plesiosaurio quedó instalada en el imaginario barilochense hasta que casi medio siglo después, en 1970, un periodista publicó la noticia sobre un supuesto avistamiento: “El Nahuelito dio la cara”.

CARAS Y CARETAS, LA ADELANTADA. Portada del número 35 del 3 de junio de 1899 de Caras y Caretas. La ilustración, realizada por Manuel Mayol Rubio, muestra dos cazadores agazapados detrás de una roca que observan al milodonte. El animal, que llevaba una bandera británica, tiene una leyenda en su torso diciendo “empréstito”, por los préstamos económicos que la Argentina recibía por parte del Reino Unido. La imagen podría tratarse de la reconstrucción gráfica más antigua que se registra del perezoso de la Cueva del Milodón. Gentileza de la Biblioteca Pública de la Universidad Nacional de La Plata.

Para reconstruir la historia y encontrar los puntos de unión entre el primer hallazgo en el actual territorio chileno hasta la consolidación de la leyenda, el equipo de investigadores realizó un profundo relevamiento de publicaciones científicas, de la correspondencia entre Ameghino y su hermano Carlos y otros colegas de prestigio, y de diarios y revistas de las distintas épocas. “Se trata de una historia real de científicos muy importantes de la Argentina que se fueron metiendo en un berenjenal por disputas personales e intereses académicos, y que por esas diferencias terminaron mezclando todo”, puntualiza Pérez.

Con todo, el enfrentamiento entre ambos dejó como resultado un mito que persiste hasta nuestros días y los esfuerzos por encontrar al supuesto monstruo sureño continuaron hasta el siglo XXI: según documentaron los expertos, en 2001, el presentador de televisión británico Charlie Jacoby, nieto del expedicionario Hesketh Prichard, quiso homenajear a su abuelo al cumplirse los cien años de su frustrada expedición y viajó a la argentina con el objetivo de cazarlo. Tampoco tuvo éxito.

Antecedentes

Precedió a la impecable investigación de CONICET, el trabajo de divulgación e investigación realizado por los autores e investigadores argentinos Mariano Moldes, Pablo Capanna, Pablo Sapere, Fernando Jorge Soto Roland, Mariano Buscaglia e incluso la neurocientífica Paula Kauffman (1969-2006), autora de la formidable novela «El lago» (2005). También se destacó el papel de Iris Serrano y Magrio González en la recuperación de las partituras de varios tangos y un foxtrot inspiradas en el famoso plesiosaurio mientras trabajaban en su documental sobre Nessie, el Nahuelito y la historia de la expedición de Clemente Onelli.

Elegimos creer que, sin aquellos adelantados, la investigación del CONICET quizá no hubiese tenido lugar. O hubiese sido más pobre. Desde luego, nadie espera ese tipo de reconocimientos en un paper científico. Al pie de esta nota, el lector encontrará más información en la habitual galería de enlaces.

(Apostilla del Editor)

MAGRIO-SERRANO. En noviembre de 2024, un adelanto del documental «Plesiosaurios vivos», que Iris Serrano y Magrio González estrenarán en 2025, fue seleccionado para participar en el Work in Progress del Festival de cine de Mar del Plata.

Referencia bibliográfica:

La Patagonia fantástica: el pangolín de Ramón Lista, el mamífero misterioso de Ameghino, y la comparsa del plesiosaurio de madera. Pérez, L. M; Toledo, N.; Vizcaíno, S. F.; y Tonni, E. Revista del Museo de La Plata.

Sobre la investigación de:
Leandro M. Pérez. Investigador independiente. FCNyM.
Néstor Toledo. Investigador independiente. FCNyM.
Sergio F. Vizcaíno. Investigador superior. FCNyM.
Eduardo P. Tonni. Profesor Emérito. FCNyM.

Fuente: CONICET / LA PLATA

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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