Hace seis años, el diputado salteño ansiaba ser «el Bolsonaro argentino» con un fervor que él mismo atribuía a un llamado divino. Pero el destino le reservaba una sorpresa.
Era el 4 de noviembre de 2018, y Alfredo “Cepillo” Olmedo participaba en una ceremonia de bendición en una iglesia evangélica en Salta. Con la solemnidad del momento, un pastor de la Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD), congregación que algunos consideran el “pentecostalismo macumbero” por sus relaciones encontradas con las religiones afroamericanas, comenzó el rito de consagración, envolviendo a Olmedo en palabras cargadas de fervor religioso, patriótico y promesas de poder.
«No van a poder borrar la memoria de tu nombre de esta Nación», clamaba el pastor, mientras los feligreses extendían las manos sobre Olmedo, con los ojos cerrados, en una imagen que parecía el inicio de su aspiración presidencial.
El acto cerraba en un éxtasis de bendiciones y con un grito que retumbó en el recinto: «¡Viva la patria!». Pero en el preciso instante en que el «varón bendecido» abrazaba a sus seguidores, algo salió mal.
Y sucedió lo inesperado (ver el video hasta el final).
LA CAÍDA DEL PRIMER BOLSONARO ARGENTINO. Alfredo Olmedo era bendecido por evangelistas cuando sucedió algo inesperado.
«Mucho peso, mucho peso,» se oyó murmurar en el micrófono abierto mientras Olmedo, su sueño presidencial, y sus intenciones de liderazgo se desplomaban, literalmente, en una escena que rápidamente se volvió viral.
Inspirado por el ascenso de Jair Bolsonaro, Olmedo, reconocible por su permanente campera amarilla, buscaba proyectarse como el líder argentino de una nueva derecha, respaldado por el apoyo neo evangélico. Tras el percance y un desempeño electoral deslucido, sus aspiraciones quedaron eclipsadas.
La historia de Olmedo no terminó allí.
Heredero de una familia millonaria y metido en negociosos turbios, su paso por la política no le privó de manejarse con un estilo gangsteril. El ascenso de Javier Milei lo encontró convencido de que él le había preparado el camino al libertario: no sólo respaldó la idea de los vouchers educativos sino que defendió el castigo físico como método de enseñanza en las escuelas públicas.
En abril de 2024, en un último intento de mantener su cuota de poder, ocupó la presidencia del Parlasur, el parlamento del Mercosur. Pero su mandato fue breve y escandaloso. Acusado de «inadecuaciones y conductas despóticas», Olmedo fue destituido tras una votación impulsada por el bloque de Unión por la Patria, que contó con el apoyo de representantes de Argentina, Brasil, y Uruguay. Entre las acusaciones, se le atribuyó abuso de poder, desde la exclusión arbitraria de parlamentarios hasta el despliegue indebido de personal de seguridad, lo cual generó tensión e incluso enfrentamientos físicos.
Olmedo, fiel a su estilo provocador, se defendió:
Claramente, la casta política quiere cobrar sin trabajar. Hay gente en la delegación argentina que no viene a trabajar.»
Sin embargo, el tiempo ha dejado claro que, pese a su intento de apalancarse en el ascenso de Milei, Olmedo se enfrenta al ocaso de sus ambiciones, relegado a su banca como parlamentario. Su destino parece, irónicamente, sellado por el mismo «mandato de Dios» al que un día se encomendó.