Jacques Vallée, místico y científico a mucha honra

En septiembre pasado acompañamos por varios días a Jacques Vallée, el científico que inspiró a Steven Spielberg para crear al personaje del ufólogo en Encuentros Cercanos del Tercer Tipo, la emblemática película estrenada hace 40 años. La visita de Vallée comenzó en el Centro Cultural de la Ciencia, durante la conferencia de Rubén Lianza, y terminó en Victoria, Entre Ríos, donde se reencontró con Juan Oscar Pérez, un gaucho que hace 36 años tuvo una experiencia extraordinaria, y participar en el largometraje que abordará el caso, Testigo de otro mundo (antes, Humano. El Llamado Guaraní), dirigido por Alan Stivelman. Descubrimos en Vallée a un tipo adorable, de vuelta de todo, y comprometido con sus ganas de saber, más allá de la ciencia que tan buenos frutos le dio. La breve aventura que antecedió a esta crónica nos recordó que para formarse una opinión sobre un autor es fundamental conocer su ambiente, sus deseos, sus preocupaciones y también, un poco, su personalidad.

Por Alejandro AgostinelliFotos: (c) Eduardo Bermúdez/Humano

Ese hombre alto que camina sin apuro campo traviesa, vuelve la mirada con lentitud y avanza a trancos largos, como una mantis religiosa, no parece ser quien es. Ese tipo de sonrisa bondadosa, que mira los árboles de la Estancia Las Margaritas como si los quisiera escuchar, no parece Jacques Vallée. Esa suerte de Krishnamurti científico, ese Russell místico, es una figura emblemática para entusiastas e investigadores del fenómeno ovni de todo el mundo. Podría ser emblemático para los interesados en la ciencia ficción, los curiosos de la prehistoria de las nuevas tecnologías y los emprendedores hambrientos de éxito. Pero esas no son sus facetas más conocidas. En 1987 comenzó a hacer fortuna en Silicon Valley como inversor en fondos de capital de riesgo, apostando en startups dedicadas a tecnología médica de vanguardia, hardware y empresas web. Vallée se recibió de matemático en la Sorbona, hizo una maestría en Astrofísica por la Universidad de Lille e inició su carrera como astrónomo del Observatorio de París, en 1961. Ese mismo año ganó el Premio Julio Verne por la primera de sus cuatro novelas de ciencia ficción, “Le Sub-espace”, que firmó con el seudónimo Jerome Sériel. También protagoniza un guiño subrepticio en “The X-Files”. En un episodio autoparódico que fascina a los fans, Jose Chung’s From Outer Space, la agente Dana Scully hace la autopsia de un supuesto alienígena. La piel que creía estar cortando era en realidad el látex de un disfraz que llevaba Robert Vallée, un Mayor de la Fuerza Aérea de los EE.UU. El otro piloto se llamaba Sheaffer, quien en el mundo real es Robert Sheaffer, un periodista escéptico con una vida casi paralela a la de Jacques.

-Oh, sí. Parte de ese episodio estuvo basado en mi novela “Fastwalker”.

Lo dice en voz baja, como ocultándose. Así devela su primera virtud, su humildad imposible. Claro, ahí, en ese capítulo, estaban sus grandes temas: la manipulación psico-cultural, el simulacro y el absurdo, tres componentes sustanciales que Vallée le presume a los ovnis.

Vallée nació en Pontoise, Valle del Oise, Francia. Emigró a los Estados Unidos en 1962, contratado por la Universidad de Texas. Trabajaba en el Observatorio MacDonald cuando desarrolló para la NASA el primer mapa detallado de Marte. En 1967 recibió su doctorado en ciencias de la computación por la Universidad de Northwestern y co-diseñó el primer sistema chat para Arpanet, la red antecesora de la nube que mantiene al mundo conectado. Pero no sólo escudriñó de cerca el Sistema Solar y ayudó a Internet a gatear. También asesoró a la Universidad de Michigan cuando la Facultad de Ingeniería montó su primer laboratorio de inteligencia artificial.

LLEGADA. La primera visita de Vallée a la Argentina no solo alborotó a los ufólogos. También fue una noticia relevante para La Nación (16/04/80) y Clarín (ver galería, abajo).

En 1980, Vallée viajó por primera vez a la Argentina invitado por Fabio Zerpa para dar un ciclo de charlas y entrevistar a testigos de ovni locales. Desde hacía dos años los medios cubrían una intensa oleada de avistamientos. En 1977 se había estrenado “Encuentros Cercanos del Tercer Tipo”. El film causó un impacto evidente en creencias y conversaciones callejeras. Vallée mismo había sido convidado de piedra de aquel furor: Steven Spielberg se había inspirado en él para crear el personaje de Claude Lacombe, el científico que encarnó Françoise Truffaut en la película. “Spielberg me contó que había leído mis libros cuando era estudiante. Y puso un francés en el film para tener el punto de vista de un extranjero”, dice.

Después de sus negocios tecnológicos, la ufología, la disciplina que estudia las causas de las experiencias con ovnis, es su máxima pasión. Dedica el resto del tiempo a la familia (viaja a Paris para visitar a su hija Catherine y a sus nietos tres veces al año) y a escribir sus memorias. Hace poco salió el tercer volumen de Forbidden Science, la recopilación de sus diarios personales. Allí revela, por caso, que le ayudó a Spielberg a pensar cómo los científicos descubren el sitio donde van a descender las naves, en la Torre del Diablo, Estado de Wyoming.

Vallée junto a Juan en Estancia Las Margaritas, en Victoria, Entre Ríos. Foto: Eduardo Bermúdez/Humano (c) 2016

EXTRAÑA PAREJA
Es un domingo de sol radiante. Jacques pasea entre el verdor que rodea el parque, un molino que parece arrancado de El Quijote y el inmenso palo borracho que preside esa estancia lujosa, a 20 kilómetros de Victoria, provincia de Entre Ríos. En esa ciudad está el cerro La Matanza, el segundo puesto de vigilancia platillista de los argentinos después del cerro Uritorco.

El paisaje victoriense, en particular por la transparencia de su cielo nocturno, es el que eligió Alan Stivelman para rodar varias escenas de Testigo de Otro Mundo, un largometraje documental que intentará tender puentes entre dos, tres, varios mundos. En uno de esos mundos un científico heterodoxo se interroga sobre la naturaleza de esas formas de consciencia que, según cree, controlan la evolución de la Humanidad; en otro, un campesino quiere saber qué le pasó, qué desató aquella experiencia que le dio un vuelco a su vida.

En este sitio, Jacques Vallée se reencontró con Juan Pérez, un gaucho de 50 años que tiene su estatura, pero que no es espigado sino corpulento, viste bombachas de campo, botas y sujeta su pelo renegrido con una boina de lana con los colores de Boca Juniors. Era un adolescente de sólo 12 años cuando, el 6 de septiembre de 1978, vio emerger a dos extraños seres de un escenario cuasi onírico cerca de la zona rural donde vivía con su familia, al sur de la provincia de Santa Fe.

Esa vivencia, que no sólo no pudo explicar, sino que le costó describir, le dejó a Juan huellas imborrables. Una causada por el creciente asombro que sintió a medida que atravesaba el denso banco de neblina que no le dejaba ver con claridad aquello que creyó una casilla armada por tractoreros y acabó siendo el más insólito espectáculo extraterreno que un niño, especialmente un niño alejado de la televisión, es capaz de imaginar. “Yo me acerqué de puro curioso, no sentí miedo”, aclara Juan. Más grande fue el susto, continúa, cuando casi se le escapa el caballo e imaginó el castigo de su padre, estricto custodio de la rutina familiar: como todas las mañanas, Juan debía cuidar la tropilla. Su curiosidad lo llevó hasta la escalinata de “aquello”, donde ató el caballo. Al subir vio a las dos criaturas –una alta, la otra bajita– dentro de lo que parecía un artefacto, con tableros de control y una mesa donde uno de los seres partía huesos de una res. La totalidad de la experiencia, repleta de filigranas rocambolescas, poco habituales en los sueños, tiene una dimensión surrealista. Por esos días Juan también mostró una herida en su brazo, que llegó a medir seis centímetros y le terminó de cicatrizar a los tres años. Juan atribuyó esa herida a un pinchazo que le causó con su uña el ser más alto. Se podría decir que por un malentendido Juan estuvo a punto de quedarse con uno de sus guantes. Pero no pudo ser, el pequeño arriero huyó al galope, perseguido por dos naves dignas de la mejor ciencia ficción, y se lo arrebataron. El caballo no la pasó bien y quedó malherido. Juan presume que esa fue la causa de la muerte del animal.

IDEA. En 2014, Diego Viegas fue a ver la ópera prima de Alan Stivelman, “Humano. Sudamérica renace” (2013). A la salida conversaron. Alan sacó de su bolso un libro que estaba leyendo. Era Los extraños, escrito por el psiquiatra Néstor Berlanda y el psicólogo Juan Acevedo. Allí hablaban de Juan. Alan advirtió la riqueza humana de la historia y surgió la idea de hacer la película. “Es muy difícil hacer lo que hará Alan, que será explicar todos los niveles de información, todos los niveles de posibilidad de un encuentro como el de Juan”, dirá Jacques Vallée.

A comienzos de 2016 Stivelman le escribió a Vallée una carta para hablarle del documental centrado en las experiencias de Juan Pérez. “Mi idea era entrevistarlo en San Francisco, pero él, cuando conoció los detalles, quiso venir. Enseguida se puso a disposición”, dice el director.

La primera vez que Vallée estuvo en Sudamérica no hablaba español. A sus 77 años hizo un curso acelerado con una profesora rosarina que tiene una escuela en San Francisco. “Necesitaba conversar con Juan sin intermediarios. Vine para aprender del testigo e intentar ayudarlo a entender lo que le pasó”, dice en perfecto español.

Para Vallée, su caso está dentro de un puñado de casos únicos. “Desde el comienzo para mí estuvo claro que él estaba diciendo la verdad: todos, incluyéndome, creímos que habían sido extraterrestres. Me interesé en la máquina, en los detalles del disco y en la física de la situación. Tampoco había un solo avistamiento sino varios en la misma área. Estábamos lidiando con un cúmulo de eventos”. Experiencias como las de Juan, piensa Vallée, quizás requieren de preguntas que aún nadie ha formulado.  “Antes las religiones tenían las respuestas, después le siguió la ciencia. Ahora las religiones no tienen respuestas y la ciencia sí, pero sus respuestas no siempre son buenas. Por eso nos preguntamos lo mismo una y otra vez. Antes era una cuestión filosófica. Ahora es una cuestión de supervivencia. Es una cuestión existencial”, asegura.

Con Vallée, casi todos los caminos de la conversación llevan a los ovnis, que para él son un ejemplo de las complicaciones de la realidad. “En la Tierra hay formas de consciencia con poderes muy grandes que pueden cambiar nuestra realidad; por eso es muy importante aprender a comunicarnos con ellas”. Dirá, sin vacilar, Vallée.

ENTRE RAYOS Y NEBLINA
Las evidencias físicas que el caso de Juan reunía podían ser discutibles, pero había consenso sobre su sinceridad. El grupo ufológico local que recibió el caso, el Círculo de Investigaciones Cosmobiofísicas, demoró meses en reconstruir los hechos. Juan era un niño retraído, con limitaciones para expresarse, explicó el psicólogo social y ufólogo Raúl Bertolini. La maestra de Juan aseguró que no era un chico dado a fantasías.

Jacques y Janine. También regresó para recordarla. Foto: Ricardo Vilches.

En 1980 Jacques viajó acompañado por su esposa Janine, psicóloga infantil y presente en las entrevistas. Ella también lo encontró un testigo creíble.

Roberto Banchs, otro ufólogo que investigó el caso, fue lapidario: “Es una proyección psicopatológica”. Los seres eran, para él, una adaptación personal de C-3PO y R2-D2, los robots de “Star Wars” (1977). Juan Pérez refunfuñó: “Que se lo lleven a él, a ver qué dice”. Explicó que en su casa nadie iba al cine. “Estas influencias no invalidan la probable realidad del suceso. Al contrario, la complementan”, escribió el antropólogo Diego Rodolfo Viegas en un capítulo sobre las vivencias de Pérez que incluyó en su obra “Antropología Transpersonal” (Biblos, 2016).

En abril de 1980, Vallée sugirió que evitaran que la noticia trascendiera. Su pedido se cumplió: solo salió en dos revistas especializadas. En 1988 Juan participó de una mesa redonda en un congreso de ufología en Rosario. Desde entonces nadie había vuelto a saber de él. ¿Cómo hallarlo? En la guía telefónica había cientos de Juan Pérez. Viegas y el psiquiatra Néstor Berlanda contrataron un detective para localizar a Juan. Lo encontraron en 2010. “Ahí estaba él, solo con sus animales. Por años no tuvo con quién hablar sobre lo que le pasó. A veces sintió miedo. Las noches de neblina, por ejemplo, le recuerdan lo que le pasó y de la casa no sale”, remarca Viegas.

Viegas y Berlanda combinan la psiquiatría, la antropología y una visión que le pide permiso a la magia y a las neurociencias para estudiar el chamanismo en nuestra cultura. Viegas descubrió que la madre de Juan era guaraní, que él hablaba el idioma y deseaba conservar el legado. Supo de su vida solitaria y de la estigmatización que sufrió por su relato. La hipótesis del antropólogo es que, en 1978, un “agente”, presumiblemente bienhechor, hizo contacto con Juan quien, sensible por gracia de su linaje chamánico, estuvo por recibir el don de la profecía y otras facultades psíquicas. Pero esa “iniciación” quedó trunca, dice Viegas.

Jacques Vallée estudió castellano solo para conversar con Juan Pérez sin intermediarios. Foto: A. Agostinelli

Segunda noche. La patrona de la Estancia “Las Margaritas” anunció que la cena está servida.

-Es un placer enorme tenerte aquí, Jacques. Eres maravilloso. Cuando quieras volver, te vamos a estar esperando.

-Si me presentan una linda señora argentina, ¿por qué no?

Jacques soltó una carcajada. La mujer quedó petrificada. No esperaba esa salida. Vallée es de poco reír.  Pero su estampa impregna un clima reverencial. Si bien es un tipo sencillo, su presencia, silenciosa si nadie le da charla, es algo abrumadora.

Compartimos con Vallée una larga sobremesa en la estancia «Las Margaritas».

Ya sentados alrededor de la mesa, unos disfrutan de una sopa y otros de unos penne rigate decorados con una hoja de pasto verde. Hay un Syrah. Juan no toma. Jacques tampoco. Dialogan. Juan cuenta sus cosas. Vallée escucha. La corriente de simpatía es visible. En 1980 Juan era adolescente. Vallée, un cuarentón que ya había escrito tres libros. “Anatomía de un fenómeno” (1965) y “Desafío a la ciencia: El enigma ovni” (1966), que inauguraron la “era científica” de los ovnis. Cuando llegó “Pasaporte a Magonia” (1969) se convirtió en “hereje entre los herejes”, ya que tomaba distancia de los buscadores de extraterrestres para revisar el papel del mito y el folklore en la génesis de esta nueva generación de relatos populares.

Desde entonces escribió otros diez títulos sobre el tema y cuatro volúmenes técnicos sobre computación, redes e internet. Le preocupa la aceleración de la tecnología. “Es un gran peligro para la humanidad. No es posible continuar así”. Recoge un celular y acusa: “Esto no es un teléfono. Es una computadora muy complicada, cambia todas las relaciones de la sociedad. Pero el ser humano no ha cambiado. Tiene el mismo cerebro que hace 2.000 años. Vamos a una discontinuidad, a un cambio abrupto. La primera fase de la vida humana se va a terminar”, afirma con tranquilidad, como si no fuese una mala noticia. “¿Habrá una segunda era? De eso no estamos seguros”. De pronto se puso apocalíptico Vallée, que saborea el tercer café de la noche.

Lianza, Agostinelli y Vallée.

CIRCULO PERFECTO
Vallée cree que existe “otra conciencia” detrás de los casos de ovnis más extraños. Tiene ideas firmes. Pero escucha a todos, a ver si todavía se pierde algo. El día que se tomaba el avión de vuelta recibió en el hotel al Comodoro (RE) Rubén Lianza, director de la Comisión de Estudio de Fenómenos Aeroespaciales (CEFAe) de la Fuerza Aérea Argentina. El aviador le explicó que el siguiente paso de su organismo era vincularse con grupos oficiales que se ocupan de analizar informes sobre ovnis. Vallée, sin perder un segundo, escribió delante suyo una carta de recomendación al director del GEIPAN, dependiente del Centro Nacional de Estudios Espaciales de Francia y primer grupo oficial dedicado a la identificación de estos fenómenos.

Esa tarde también estuvo con el psicólogo Juan Acevedo, descendiente de guaraníes y fundador del Comunitario Otorongo Wasi. En el bar del hotel Esplendor, Acevedo le obsequió su mate personal y un paquete de yerba orgánica. Para mi pueblo, le explicó, ésta es una planta sagrada. Vallée aceptó este regalo de los dioses preguntándose si lo podría pasar por la aduana.

Dijo varias veces que vino a cerrar un círculo. Abrió ese círculo en 1980, cuando conoció junto a su esposa al niño que tuvo esa experiencia tan especial y cerró ahora, aunque le preocupa el destino de ese gauchito que, a los 50 años, sigue siendo un hombre joven. “No somos tan distintos. Todos, Juan y nosotros, seguimos buscando las mismas respuestas”, agregó el psicólogo guaraní.

Vallée está en una etapa donde su apego a las historias que ha investigado parecen más de orden afectivo que racional, donde prefiere guiarse por una intuición antes que por la detección o no de polvillos radiactivos en una zona de aterrizaje.

La carta donde Alan Stivelman le recordó la experiencia de Juan quizá le disparó a Vallée otras nostalgias. Juan representaba aquel chico que, hace 36 años, contó con el crédito de Janine, la esposa de Jacques, fallecida hace seis años. Vallée quizás recobró retazos de otro tiempo, cuando la solución al misterio que persiguió toda su vida parecía al alcance de la mano.

Quizá por todo eso, cuando Stivelman lo vio partir, Vallée lagrimeó.

Primera publicación: Revista Más Allá Nº 334, diciembre 2016.

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GALERÍA

Juan Pérez le volvió a contar su experiencia a Vallée, 36 años después. Foto: Eduardo Bermúdez/Humano (c) 2016
Vallée visitó el Teatro Colón en compañía del equipo de «Humano. El llamado guaraní». Foto: Eduardo Bermúdez/Humano (c) 2016
Vallée ante una infografía en el Museo Ovni de Victoria, que se portaron como las increíbles anfitrionas que son durante la visita. La info había sido una donación al Museo de Factorelblog.com
Diego Viegas conversó largamente con Jacques Vallée. Ambos fueron invitados por la producción de «Testigo de otro mundo». Foto: A. Agostinelli.
Alan Stivelman y Jacques Vallée en el observatorio astronómico de Oro Verde. Foto: Eduardo Bermúdez/Humano (c) 2016
Foto: Eduardo Bermúdez/Humano (c) 2016
Foto: Eduardo Bermúdez/Humano (c) 2016
Cobertura de Clarín durante la primera visita de Vallée a la Argentina (24/04/80).
Una versión abreviada y modificada de esta nota fue publicada en Brando, enero 2017.
  1. Excelente articulo, leí pasaporte a magonia hace un par de años y es muy recomendable. Algún día sabremos la verdad, no creo que pase mucho tiempo.

  2. javier dice: 08/09/2017 Algún día sabremos la verdad, no creo que pase mucho tiempo.

    pobre Javier ; que inocencia , piensa que algún dia, sabra la verdad … Quizá confiando , en que este tipo de Investigaciones paginas , y personas lo conduciran, hacia ella , mientras su Ignorancia y su falta de sentido común, no le permiten adbertir, que la Ovnilogía en Argentina, es un espeso caldo de cultivo Operativo a intereses de orden Institucional / Militar / Mediatico ,,,, quizá uno de los ambitos de toda Sudamerica , mas reaccionario, por ende casi al limite, del fascismo . Cuando me entere que este mismo señor ( a quien respetaba por viejas publicaciones ) fue quien acuño a CLOMRO, junto con las Simondini , Burgos, Failla , etc etc etc , y unos cuantos servicios mas , me di cuenta lo aberrante, y falsa, que es la Ovnilogía en Argentina. Lo de Clomro» daba verguenza ajena hace decadas atras, pero la estratejia se siguio replicando con muchos otros protagonistas Clones , como Fazio, Nicala , Soldano , etc etc . la Fao , la Rao , el Cefora actual , son y actuan como meros servicios de Inteligencia» solo para sondear, los verdaderos eventos O.V.N.I y sus protagonistas » , para luego montar Operaciones masivas Mediaticas , con otros Casos recreados y usualmente falsos , muy raramente se oficializara a nivel masivo un evento ciendo real y verificable , por eso se necesita de todo ese aparato de personal que trabajan casi en conjunto . El caldo de cultivo ya no entra en ebullición tan facilmente con el tema OVNI , porque la gente , el pueblo , los usuarios ya no comen vidrio molido . Mientras tanto, todo este conjunto de gentes , se ocupan , ciendo potencialmente irresponsables he ignorantes, en continuar la operación , para distorsionar denigrar he incluso » Coaccionar Amenzar o Atentar , contra toda posible Investigación Civil, que no se someta , a la hegemonica proyección de ellos, y sus mandos directivos . nefasto ambito » casi , por donde se lo mire.Tendran difución , conferencias y notoriedad , pero algo es seguro, no tendran perdon.

  3. ¡Hola Ricardo! Un gusto. No sé si te pesqué del todo. Básicamente, habría una operación de altísimo vuelo y ¿Vallée sería parte de eso? ¿Yo mismo? Donde va el sujeto escribís «este mismo señor» sin nombrarlo; al no especificar de quién se trata, nos quedamos en ascuas. Como sea, da la impresión de que imaginás a los servicios de inteligencia demasiado interesados en la (diminuta) ufología local. Si en el universo hay un error y el equivocado soy yo y los hechos que denunciás son tan ciertos y tan graves, los podemos declarar públicos y desenmascarados gracias a tu post y a todos los que consideres oportuno publicar. Solo te sugiero que intentes ser más cuidadoso en la construcción sintáctica y gramatical de tus argumentos. Saludos.

  4. Con respecto a Jacques Vallee y su publicitado rol como inspiracion del personaje Lacombe–protagonizado por Jacques Truffaut–en el filme de Steven Spielberg «Encuentros Cercanos del Tercer Tipo» finalmente encontre la fuente que recordaba vagamente,pero un nuevo biografo de Hynek me revisiono lo que me temia.Esto explicaria que por varias decadas Vallee eludia confirmar o no que el personaje estaba basado en el.
    Nones. Estuvo basado mas en Claude Poher, Director del Gepan.
    En palabras textuales del Doctor Hynek, esto fue asi:
    Cuando un reportero de una revista de sciecia ficcion le pregunto si el personaje del ufologo frances estaba basado en un real aliado de el,Hynek le contesto»»Correcto,fue Claude Poher.Y si,el si representa simbolicamente el interes cientifico en la cosa,y en ese sentido Yo soy parte de lo mismo»..(textual).- Al parecer,pese a la amistad y colaboracionismo constante entre Hynek y Vallee,ya existia una resistencia por parte del fundador del CUFOS,de separarse de la perspectiva cada vez mas paranormal del real investigador frances,cuando en ese periodo 1977-1978,su organizacion estaba en el tapete de la opinion publica,y tal vez una oportunidad de retomar la imagen cientifica del estudio del Fenomeno Ovni.

  5. En Chile hubo un caso parecido. Me parece que fue a final de los años 50 o principio de los 60, en la ciudad de Curicó.
    Impactante el relato del Juan Oscar Pérez.

  6. Ricardo tiene razón pero Valle esta un poco por aquí u otro por acá esta en la linea ,son los mas compenetrados sienten miedo como cualquiera …John Keel era muy gracioso en sus conferencias pero tiraba sus buenas bombas ,pero no pueden hacer mas .

  7. Hola a todos.
    Un caso muy interesante.
    Considero que cualquier experiencia es una obra de teatro, en donde hay un guion dinámico e interactivo, actores, ambientes y objetos, pero a diferencia de la obra o una vida común, con principio y un fin establecido, la verdad de la existencia aparenta no tenerlo, se nos escapa el control por la inmensidad de factores y el principal es el de la libertad, de como ordenarla para que no haya caos social.
    Las cosas ya son fantásticas de por si desde la pequeña atención de como funcionamos, de nuestro cuerpo, inteligencia, emoción, voluntad, impulsos, y lo mas importante, la creatividad y el humor.
    Desde mi punto de vista el encuentro con un ovni, un accidente, el amor, tener un hijo, cualquier hecho que sorprenda al actor, esta relacionado con la necesidad de aventura del ser humano en donde el factor indispensable es la sorpresa, el encuentro, la fortuna, el descubrimiento. El estar abierto a lo desconocido es fundamental para aprovechar la riqueza de la vida y aprender algo nuevo. Sin duda en este juego la preparación es fundamental y la base es la forma de relación entre el YO y el MUNDO. El fenómeno extraterrestre pone en evidencia lo que tenemos y emerge lo primario que es la supervivencia, la capacidad de reconocer las amenazas y lo necesario para la raza humana, y es ahí en donde vemos las programaciones culturales que nos preparan débilmente y automatizan para una relación entre el yo y el mundo, o mas bien, nosotros y el mundo. Me parece muy interesante el tema del guion o historia porque esta construida en el tiempo con elementos convenidos como ciertos y verdaderos cuando son temporales y transitorios. Como estamos en la ignorancia, aprendiendo, errando, tratando de ordenar el supuesto caos universal, parecería que superar un mal anterior es construir un bien que nace de ese mal constatado, entendiéndolo desde el punto de vista de las ideas como objetos, el objeto anterior es el factor que inicia y provoca el movimiento, lo preestablecido. Si cualquier persona opina sobre un objeto ficticio o imaginario, primero hay que construirlo para rechazarlo o aceptarlo, los elementos personales son los que completan el ajuste, si alguien esta en contra de dios y no cree, debe crearlo primero para rechazarlo y jugar el juego para constatar su verdad, y en la obra nos encontramos con los mismos elementos comunes, por lo que la creencia se manifiesta buscando el objeto mas aproximado a su imagen, aunque lo importante es el factor rechazo o aceptación en cualquiera de sus contextos o extrapolaciones, en el caso de Dios estará sustentado por la relación con nuestros padres, maestros, instituciones, gobiernos, etc, porque es lo que tenemos a mano. Esto nos dice que una idea concentradora y unificadora siempre tomara tiempo para pulir las referencias, y para que una idea viva tiene que ser tomada por mas de uno, un libro es libro, cuando es leído.
    Un programa mental básico es el orden a través de la culpa, que progresa hacia la experiencia de respeto, responsabilidad, y mas allá, de la independencia de la ley por la constatación de los limites reales de las consecuencias(sufrimiento), del origen y fin de una acción. De esta manera vemos lo fundamentos de la educación humana en la estructura de condiciones para la formación de una estructura psicológica equilibrada y constructiva. Las condiciones son las que juegan el papel fundamental en los guiones de los actores y en el desarrollo de la obra, son los factores que matizan el filtro por donde debe pasar la luz de la verdad. En algun punto todo es una imagen que consideramos de alguna manera como definido, establecido, una imagen de nosotros, del mundo, y no me extrañaría que el fenómeno ovni sea una imagen aparente mas solo para servir al observador o contactado, o al cooptador de la idea para producir algún bien, lo necesario de corto o largo alcance, algunos comen fideos, otros poder.

    Es por eso que cualquier mensaje para ser inteligible debe estar al nivel de comprensión del que escucha, y si el que escucha se encuentra en una lucha interna con el mundo la información debe pasar ese filtro y jugar con los elementos personales y a la vez, colectivos, ya que en el principio somos formados y luego nos damos forma. En el caso de los extraterrestres, hay ideas como el mal y el apocalipsis que hacen presencia para resolver, no el tema con los et´s, sino el conflicto con las condiciones. De alguna manera et llama a casa, pero se comunica adaptándose a la historia, exactamente como lo hace una inspiración o la chispa de una idea.
    Pareciera no importar mucho el objeto de atención sino la relación y efectos que nos generan, que es lo que construimos con eso, que aportamos al grupo y considero que la visión negativa sobre cualquier fenómeno esta construida desde una capacidad de percepción que solo alcanza para darse cuenta de lo que acontece, que es el primer paso. Como raza siempre tenemos los anticuerpos para los virus mentales que afectan a la realidad, porque nuestro cuerpo, nuestra raza, busca la supervivencia y respirar hasta el ultimo aliento y ese equilibrio es el espejo del equilibrio con la naturaleza, el cuidado de la naturaleza empieza en nosotros.
    La información digerida siempre tiene que ser perfectamente procesada y dejar abierta una puerta hacia lo desconocido.

    Saludos y muy buena pagina.

  8. Muy interesante tu enfoque, Santiago. Original y profundo, incluso para quien eventualmente pudiera no estar de acuerdo. Gracias!

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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