“Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los necios”.
–Umberto Eco
No dejó la idea picando ahí. “La televisión –redondeó el semiólogo y novelista italiano– ha promovido al tonto del pueblo, con respecto al cual el espectador se siente superior. El drama de Internet es que ha promovido al tonto del pueblo al nivel de portador de la verdad”. Luego invitó a los medios a “crear un filtro de información con un equipo de especialistas en Internet, porque nadie es capaz de entender hoy en día si un sitio es de confianza o no”. Umberto Eco dijo esto en una conferencia de prensa que tuvo lugar en el Gran Palacio de la Real Escuela de Equitación en Turín, donde el rector de la Universidad de Turín le otorgó el honoris causa en Comunicación y Cultura de Medios de Comunicación.
Las redes sociales proporcionan herramientas para filtrar al ebrio del pueblo, o las opiniones que no nos interesan. Nadie está obligado a escuchar a todo el mundo. Respecto de la confiabilidad de la información disponible en la web, la educación –y no un “filtro creado por expertos”– es el filtro. Aún así, si la educación no alcanza, o no llega, o es insuficiente, ¿vale la descalificación, antesala de la mordaza? ¿En todos los casos es más valiosa la verdad de los ilustrados?
Algo parecido dijo hace algunos años José Pablo Feinmann («Hoy cualquier pelotudo tiene bloc» *) y no causó el mismo estupor; tal vez porque, en su caso, uno viene acostumbrándose. Pero si lo sostiene Eco ¿qué hacer? ¿Queda a salvo de nuestra indignación por haber escrito «El nombre de la rosa» o «El péndulo de Focault»? ¿Por su prestigio le debemos disculpar su oposición a nuestro derecho a decir imbecilidades? ¿Acaso debemos acompañar esta idea rancia y elitista que pretende confinar el libre uso de la palabra al ámbito de los intelectuales y los premios Nobel?
No, no y no. Para geniocracias nos quedamos con la de Räel, que tiene el atenuante de que nunca se realizará. Pero si el que la defiende es Eco… Bueno, en tal caso -como dicen los españoles- apaga y vámonos.
_____
Gracias al Dr. Andrés Salvador por llevar nuestra atención al artículo en cuestión y recordarme que no era la primera vez que Eco se pronunciaba por una concepción elitista, en este caso de la educación universitaria.