En la Argentina no abundan y una de las causas es el pesado lastre psicoanalítico. Pero Psicólogos que ofrecen tratamientos basados en conocimientos científicos, y no en una doctrina fosilizada, existen. Yo los conocí desde que me harté de pedir a mi prepaga que me indicara un Psicólogo que ofrezca Terapia Cognitivo-Conductual (TCC). “Sí, como no…”, decían. Pero siempre hice sapo, indefectiblemente el “psicólogo” resultaba ser Psicoanalista, Sistémico o -si estaba de suerte- “Ecléctico”.
Es un gusto ver trabajar a los Psicólogos TCC que he conocido: hacen preguntas interesantes, se comprometen, dan tareas para el hogar, piensan soluciones alternativas… Y nunca, nunca te preguntarán a modo de preámbulo por la relación que tenés con tu papá o tu mamá (si no es uno mismo quien lleva ese frecuente nudo de conflictos) ni te dirán “Ajummm…”, “¿Y a usted qué le parece?” o “¿Lo vemos en la próxima?”.
La realidad de las instituciones ancladas a la burocracia de la ignorancia es otra muy distinta.
Nunca, pero nunca la Fundación encargada de coordinar la atención psicológica para los afiliados a mi obra social me derivó a un profesional que ofreciera una psicoterapia basada en la evidencia. (Ni vale la pena dar el nombre de esta Fundación porque el problema es común a todas).
Y el colmo: cuando escribí para protestar, el Director Médico intentó “psicoanalizar” mi queja.
Transcribo algunos diálogos electrónicos que mantuve con la secretaria del Director (otra «Lic.»).
A.A.: -Buenas tardes, desde que comencé a buscar terapeuta con la Fundación XXX sufro el mismo malentendido: aclaro que busco un psicólogo o psicóloga con orientación cognitivo conductual y en vez de decirme “No tenemos”, en la primera entrevista encuentro a psicólogas que admiten no seguir esa línea o, en todo caso, dicen ser “eclécticas”.
Como sé que no abundan los psicólogos cognitivos conductuales, aceptaría un No por respuesta. Gracias.
(De paso, le referí el caso de una psicóloga presente en la cartilla de esa Fundación que mantuvo una prolongada conversación telefónica con alguien ajeno durante la sesión y que -en un exceso de comodidad y sin el menor interés en disimular que el suyo es un trabajo “serializado”- te da las llaves para que vos mismo, al irte, hagas pasar al siguiente paciente.)
La secretaria me contestó así:
-El Director Médico le dará una entrevista personal. Él piensa los especialistas tienen que sugerir el tipo de tratamiento que cada persona y cada problemática amerita. Del mismo modo que un médico elige el fármaco adecuado para tratar los diferentes cuadros sintomáticos.
La respuesta no dejaba de ser sorprendente. Fármacos hay muchos; ahora: ¿qué otras terapias -aparte del psicoanálisis- ofrecen?
«El Director Medico -siguió la secretaria- le pregunta: ¿qué motiva su pedido de un TCC?
-Es la psicología en la que confío porque está basada en evidencias experimentales, contesté en mi siguiente mail. Es científica y no doctrinaria. No sigue estereotipos psicoanalíticos. Son terapias focalizadas y -en base a mis lecturas sobre el tema y conversaciones con especialistas en quienes confío- breves y efectivas.
A continuación, consideré que era mi turno para insistir con mi (nunca contestada) pregunta inicial.
– ¿Por qué motivo pido especialistas en TCC y me sugieren Psicólogas que no siguen esa línea?
Ya no recibí respuesta.
Qué dice mi intuición: no me dio una respuesta porque no la tenía. Esta persona no estaba en condiciones de ofertar “distintos tratamientos” porque prácticamente el staff completo de los Psicólogos de esta institución pertenecen a la misma corriente de pensamiento, y a cada problemática le corresponde el mismo tratamiento: Psicoanálisis.
¿Qué clase de tratamiento que no fuera psicoanalítico me iba a sugerir? ¿Acaso existen problemas que el Psicoanálisis NO pueda resolver? Esa visión sectaria, paternalista y omnipotente excluye cualquier otra alternativa: confía en el dominio eterno del imperio psicoanalítico. Lo mal que hacen.
[ttshare]Y el colmo: cuando protesté, el Director Médico intentó ‘psicoanalizar’ mi queja[/ttshare]
En definitiva, mi prepaga me engañaba del mismo modo que esta y tantas otras lo hacen a diario con miles y miles de personas que necesitan ayuda para resolver sus pesares, conflictos y preocupaciones: muy pocos conocen la diferencia entre un “psicoanalista” y un Psicólogo. Casi todo el mundo cree que son lo mismo. Y los mezclan por una razón: unos y otros egresan de la misma Universidad. No todos los estudiantes tienen la posibilidad de ver que existe un mundo ahí fuera donde el Psicoanálisis es una doctrina antediluviana o, directamente, una práctica que ya nadie ejerce. No todos los estudiantes se preguntan “¿por qué el Psicoanálisis es una escuela que no progresa?”. O “¿por qué sólo es avalado por asociaciones con sede en París y Nueva York?”.
Pero, más allá del Psicoanálisis, hoy el tema es otro: plantear que a los pacientes nos asiste el derecho a contar con información suficiente para poder consentir qué tipo de psicoterapia queremos. Es decir, nadie más que nosotros debería decidir -una vez conocido el diagnóstico- qué tipo de tratamientos deseamos recibir.
Este asunto no lo tenía tan claro hasta que vi pasar un texto por Facebook. Lo transcribo porque no tiene desperdicio.
¿Vas al psicólogo o a la psicóloga? ¿Hacés terapia? ¿O alguno de tus hijos?
¡Tenés que saber esto!
A lo mejor nunca lo pensaste, pero el psicólogo o psicóloga…
1. ¿Te dijo cuál es el diagnóstico?
2. ¿Te dijo cómo se llama el tratamiento que te brinda?
3. ¿Te dijo por qué ése es el tratamiento indicado?
4. ¿Te dijo cuáles son las alternativas de tratamiento?
Seguramente no lo pensaste pero…
1. El diagnóstico es necesario para el tratamiento, así que siempre se hace. Y se hace a partir de lo que vos (o tu hijo/a) decís y hacés, o sea, con información que te pertenece. Saberlo es tu derecho.
2. Para cualquier problema psicológico existen distintos tratamientos con distintos nombres. Saber cómo se llama el tratamiento que te brindan es tu derecho, es información importante para vos. Si sabés eso, podés investigar en la web o buscar segundas opiniones.
3. Como hay distintos tratamientos para todos los problemas, tiene que haber razones serias para elegir uno por sobre los otros. Saber por qué tu psicólogo o psicóloga elige uno en particular (y deja de lado el resto) es tu derecho.
4. De vuelta: hay varios tratamientos distintos para cada problema. Saber las diferentes opciones es tu derecho. Si no conocés las alternativas, no podés tomar decisiones. No podés elegir. La libre elección es tu derecho.
Saber la respuesta a todas estas preguntas es lo que te permite aceptar un tratamiento con suficiente información: se llama CONSENTIMIENTO INFORMADO y es tu DERECHO COMO PACIENTE.
Si no te dan esa información, están atentando contra tu autonomía, y están tomando decisiones por vos: eso se llama “paternalismo” (alguien toma decisiones por vos como si fuera tu padre o madre, y no le parece importante que vos tengas información).
SI NUNCA LO PENSASTE, PENSALO: SE TRATA DE TUS DERECHOS.
Si tenés alguna duda, consultalo con tu Psicólogo/a o en el Ministerio de Salud de la Nación, que emite las matrículas para el ejercicio profesional.
***
El texto circuló en las redes sociales sin firma, pero a través de mi amigo, el también Psicólogo Carlos Domínguez, supe el nombre de su autor, Duilio Marcos De Caro.
De Caro es Licenciado y Profesor de Enseñanza Media y Superior en Psicología (UBA), maestrando en Psicología Cognitiva (UBA), diplomado Superior en Necesidades Educativas y Prácticas Inclusivas en Trastornos del Espectro Autista (FLACSO), Posgrado en Promoción de la Salud (FLACSO) y Terapeuta Cognitivo-Conductual de Niños y Adolescentes. También es Docente de Psicología y Epistemología Genética, y Neurofisiología (Facultad de Psicología, UBA), y de Procesos Básicos III (USAL) y promotor de eventos que buscan consolidar la Psicología basada en la evidencia.
Le pedí autorización para publicar su texto y aproveché para hacerle varias preguntas, que saldrán en una segunda vuelta.
De Caro también es editor del blog Poniendo el Sistema Nervioso.
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