Paren la mano con el delirio

Ben Goldacre es periodista, psiquiatra egresado de la Universidad de Oxford y médico para el NHS, el servicio nacional de sanidad británico. Alguna vez se le cruzaron los cables cuando descubrió el tratamiento descuidado, sensacionalista o novelesco que le daba la prensa de su país a la ciencia, o a fenómenos aledaños a la ciencia, y salió a pedir que paren la mano desde Bad science, su primer blog. Tuvo éxito y cobró notoriedad, tanta que comenzó a participar activamente en programas de radio y televisión en Londres. Desde su columna en The Guardian tiene en la mira a las chifladuras científicas, a sus chiflados y a los periodistas que hacen mala divulgación. “Si usted ofrece mala ciencia, tenga mucho miedo”, declara en el manifiesto de su bitácora semanal.

Mi amigo Enrique Pereira de Lucena me acaba de traer de España un ejemplar de «Bad science» (traducido este año por Paidós, Mala ciencia. Distinguir lo verdadero de lo falso), considerado Libro del año por el Daily Telegraph, The Observer y The Times.  Podría decir que el libro pinta bárbaro, pero esto no es una reseña: lo acabo de empezar a leer.  Después de entrar en 100 de sus 400 páginas puedo decir que es un libro revelador incluso para quienes estamos sumergidos desde hace años en materia: ataca las prácticas reñidas con la ética, el rigor científico y la inteligencia develando falsas promesas, escándalos y controversias actuales, casi siempre en los bordes de la medicina y la nutrición. Entra en detalles jugosos, desarrolla sus ideas con desenfado y tiene una pluma ágil y directa.

Javier Salas lo acaba de entrevistar para el diario Público y de ahí esta entrada. Quisiera recomendar la lectura de “La homeopatía tiene éxito porque a la gente le gusta tomar pastillas”.

En la entrevista Goldcare explica que, para él, la homeopatía sólo es el ejemplo más claro de una mala praxis “porque receta píldoras que no tienen nada”. También confiesa que su máxima aspiración no es tanto desenmascarar a los farsantes como “evitar que cuelen sus productos milagro en las páginas de los periódicos”.

Continúa más adelante:

No me preocupa especialmente que haya gente que se deje timar por charlatanes o vendedores de milagros. Es peligroso, sí, pero yo creo que es más interesante analizar el trabajo de los periodistas. Y esto es así porque tengo distintas expectativas sobre distintas personas; no espero nada de los charlatanes que venden píldoras mágicas a gente vulnerable. Sin embargo, tengo grandes expectativas de los directores de los periódicos, porque dirigen grandes organizaciones que venden –supuestamente– hechos ciertos. Y sí considero que ellos me fallan cuando venden algo que no es correcto. No sé si es posible evitarlo, quizá debería prepararme psicológicamente para cuando no lo consiga.

Más que depositar nuestras expectativas en los directores de los periódicos, que están bajo el ala de propietarios que les reclaman aumentar las ventas y la publicidad, una apuesta con más posibilidades de éxito debería enfocarse algunos escalones más abajo.

El menefreguismo a veces existe fuera de la voluntad de los editores. Existe la posibilidad de proponer sumarios de temas taquilleros e inquietantes que pueden abordarse superando la reproducción textual de una superchería (en aras de una engañosa “neutralidad informativa”) y la bipolaridad “unos dicen que es cierto, otros que es falso”. Dejando de lado a los redactores que reciben con los brazos abiertos a mentiras o afirmaciones sospechosas o no mueven un dedo antes de evitar la difusión de disparates inverificables, hay muchos colegas a los que les falta instrucción, información o sensibilidad ante el hecho cierto de que del otro lado hay alguien que lee, se conmueve y decide.

Que los cronistas viejos reactiven su curiosidad dormida. Que los periodistas jóvenes no suspendan el escepticismo ante la ciencia o ciertos temas linderos con la ciencia: que sacudan las afirmaciones paracientíficas sobre el mismo tamiz crítico que agitarían ante una falsa promesa política o para informar sobe un caso policial. Que acudan, sólo porque hacer lo contrario está pésimo, a las fuentes originales para ser fieles a los autores, reducir las fábulas y no hacerse eco de tonterías, tal como aconseja Goldacre en su blog.

Si algunos de nosotros apuntáramos ahí abajo tendríamos un par de batallas ganadas. Seguro.

Nota

Desde hace poco existe Mala ciencia, un espejo en español que traduce algunas entradas del blog de Goldacre.

  1. Perdón, quise decir bipolaridad o «dos extremos de una situación o cosa». Ya lo corrijo. Por si acaso, tampoco me quise referir al trastorno maníaco-depresivo sino a otro tipo de desorden, que es el de reducir la realidad a la ecuación cierto/falso, verdad/mentira, blanco/negro. ¡Gracias por leer con tanta atención!
    Saludos

  2. Interesante. La primera pregunta que le haría a Goldacre es ¿quién lo mandó a hablar? Por ejemplo ¿A cuál industria o a cuales profesionales molesta la homeopatía? Porque en rigor de la verdad, si las píldoras que receta la homeopatía no provocan nada, porque nada tienen ¿cuál es el riesgo? A menos que haya interés económico de por medio, no veo motivo para salir a denunciar el timo. Entonces, si se vende el libro, se gana dinero, por lo tanto ¿dónde esta el altruismo que denuncia timos? Si tales denuncias existen, es para ganar algo. Criticar reditúa, da fama en algunos casos por reiteración del tema, algo de dinero si se tiene suerte que alguien te pague, o sea, aquí vemos otra práctica comercial más. El quiere vender su libro, lo cuál esta bien.

    Tal vez me responda que no es ético engañar. De acuerdo, convengamos que no. Entonces ¿es mala ciencia los que la emplean para por ejemplo, crear artilugios para la guerra? ¿Qué pasa con la ética científica allí? Se ataca a los «charlatanes» que venden pociones mágicas pero ¿cuándo conoceremos un listado de los miles de científicos involucrados en el desarrollo de armas de destrucción masiva? Sabemos de algunos, pero miles más están escondidos ¿por qué? Y esto si que es muy mala ciencia.

    Nos engañan afirmando que tales armas son para la autodefensa. De acuerdo, lo son, pero no siempre se las usa para tales fines como hemos visto hace unos días atrás cuando Gadaffi arrojó sobre ciudadanos civiles libios contrarios a su régimen, bombas de racimo de manufactura española. Y antes asi de refilón, me acuerdo cuando Hussein gaseó civiles kurdos. Vi un documental hace años donde se entrevistaba a uno de los ingleses que habían vendido esas armas al ya finado dictador irakí y me acuerdo que la mujer, su esposa, le preguntaba en cámara como pudo hacer algo semejante. El tipo no sabía que decir.

    En cuanto a que los periodistas no denuncian…, bueno ¿Qué sabe? tal vez no sea culpa de ellos sino del propietario del medio que le interesa lucrar en base a las falsas informaciones y no diciendo la verdad. Es algo ingenuo pretender que la verdad venda en estos días, lamentablemente no es así. Sino, no habría tantos homeópatas por allí.En Argentina tenemos experiencia al respecto. Eso de leer varios diarios hoy por hoy es una práctica por demás reiterada. Si lees el diario de la corneta, tenés si o sí, que contrastarlo con otro medio, de lo contrario no sabés si te vendieron mentira por verdad y al final de la lectura, tu alma aun vacila entre la duda y la resignación.

    Convengamos que Goldacre, por lo que el mismo afirma y esta citado por Agostinelli, le interesa poco la plata malgastada de la gente, se focaliza en lo que dicen o hacen los comunicadores sociales. Pero se tiene que recordar que no pocos periodistas creen en el horóscopo, consultan homeópatas, creen que los ovnis son naves de otros mundos, en fin…,es verdad que falta información en algunos colegas, pero la creencia a veces, es más fuerte que cualquier ética, precisamente porque el que cree en algo, ve lo suyo como muy bueno y no tiene ganas de cambiar puntos de vista, mas si lo que cree, le funciona para darle bienestar intelectual: dime que crees y te profetizaré tu conducta…Saludos cordiales.

  3. Tu crítica sería algo así como «si los homeópatas no joden a nadie pero embaucan personas ¿qué hacer con los malos científicos o periodistas que también lo hacen?». Bastante berreta, como crítica…

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

Contacto: aagostinelli@gmail.com
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