En la mañana del sábado 5 de febrero grupos ateos, racionalistas y anti-supersticiosos de 25 países participaron en un ritual de ingesta masiva de fármacos homeopáticos. Se realizó en el contexto de la Campaña 10:23. Homeopathy: There’s Nothing in it, partió de una idea original lanzada el año pasado (como en su día contamos en Magia crítica) por la Merseyside Skeptics Society (MSS) de Gran Bretaña. La iniciativa creció y generó varias sorpresas. ¿Cuáles? ¿Acaso hubo víctimas?
La víctima central fue el prestigio de la homeopatía. Y el saldo más provechoso para sus promotores fue la expansión exponencial de la idea. El año pasado, la M.S.S. alentó a otros grupos de orientación escéptica reproducir la acción en cada ciudad donde se encuentren. Y dio resultados. El alcance del «experimento» fue mundial.
El objetivo fue enfatizar que los principios homeopáticos no tienen sentido, que no existen evidencias a favor de su alegada efectividad, y todo lo malo que supone utilizar una terapia que no cumple con lo que proclama.
Como estaba previsto, la sobredosis no surtió efecto alguno entre los “grupos suicidas”, dispersos en más de cincuenta ciudades (aunque, en ningún caso, reunieron más de medio centenar de voluntarios).
Todos filmaron el acto, una idea que entre los países de habla hispana prendió en apoyo a la iniciativa del periodista español Luis Alfonso Gámez, quien utilizará ese material en un capítulo del programa de televisión Escépticos. Algunos aprovecharon la ocasión para hacer alguna proclama sobre la ineficacia de la homeopatía y otros, simplemente, bromearon a cámara para subrayar que superaron la prueba sin perder el humor.
La ingesta pública de los «medicamentos» homeopáticos solo refrescó la garganta de los sobrevivientes. Entre nosotros, marcó el debut de una acción «en el terreno» del grupo juvenil Círculo Escéptico Argentino, cuyos integrantes oficiaron sendos rituales en Rosario y Buenos Aires.
La iniciativa también abrió un debate. Un debate forzosamente enriquecedor, ya que en cuestiones fuertemente relacionadas con la salud pública la perversión es la ausencia de cualquier tipo de debate, especialmente entre Asociaciones Médicas, Asociaciones de Defensa del Consumidor, representantes políticos y otras instituciones que, si no viviéramos en un mundo patas para arriba, deberían llevar la voz cantante.
Precisamente sobre la inconsciencia o indiferencia de médicos y científicos, que en ocasiones se puede explicar por lisa y llana cobardía, habla Gámez en la última entrada de su blog.
DEBATE FEROZ. Las discusiones en comunidades y redes sociales también tienen su miga. Algunos afirman que el fallido suicidio en masa, lejos de difundir la idea de que la homeopatía no funciona, solo revela que las sobredosis de estas soluciones “no hacen daño” o demuestra que “es imposible suicidarse con ‘remedios’ homeopáticos”, como aseguró Guillermo Vernieri, administrador de la comunidad virtual Deísmo Revisitado.
“¿Alguna vez afirmó algún defensor de la homeopatía que una sobredosis de tal o cual preparación homeopática podía causar la muerte?”, se pregunta Vernieri, tal vez con la esperanza de que alguno de los organizadores de la iniciativa recoja el guante.
Otros aspiran a que, al margen de lo que pudieran alegar los homeópatas, lo que se pretende es llamar la atención sobre la inocuidad de los extractos, pócimas dinamizadas y globulitos. Una de las consecuencias positivas es generar entre los consumidores la duda, el deseo de buscar información crítica, que por suerte abunda en Internet. Y agitar el avispero. Raúl López, en el Foro de Dios!, escribió: “No se trata de una acción destinada a desterrar la homeopatía de los consultorios; sería ilusorio pensar que existe algún medio para lograrlo y seguramente no es el objetivo de sus organizadores. Es una idea con buen humor que invita a la divulgación de los medios. Tiene ‘gancho’. En general, el objetivo de las acciones publicitarias es incidir en la opinión de un segmento del público, no en todo.”
Otra derivación instructiva es la reacción de los homeópatas. Fernando «Yamato» Frías destacó en su blog que entre los promotores de esta pseudomedicina han aparecido “dos argumentos por los cuales la sobredosis homeopática no producirá efecto en quienes nos metamos entre pecho y espalda alguno de esos mejunjes”. Que son:
“1- Que los remedios homeopáticos solo te hacen efecto si eres susceptible a ellos, y
2- Que tomar una [dosis] del remedio es lo mismo que tomar la botella entera (con potencias más allá de 12C).
En efecto, los remedios homeopáticos solo te hacen efecto si eres susceptible a ellos. Y aunque el autor se larga un rollo acerca de la individualización de los tratamientos homeopáticos, lo cierto es que con esa frase le bastaba, porque cualquiera puede darse cuenta de que hay otros ‘tratamientos’ a los que les pasa exactamente lo mismo: los placebos. Una dosis de ácido acetilsalicílico te hará efecto creas en la aspirina o no. La ‘creencia’ puede añadir un efecto placebo que incrementará su efectividad, y la incredulidad podría introducir un efecto nocebo que le reste eficacia, pero la reacción bioquímica seguirá produciéndose. Pero si el efecto de la aspirina dependiese exclusivamente de que fuésemos ‘susceptibles’ a ella, tendríamos que empezar a pensar que la pastilla no contiene nada más que excipiente, ¿no?”.
“Tomarse una dosis de un remedio homeopático”, sigue el autor de El Fondo del Asunto, “es lo mismo que tomar la botella entera”. En su defensa, el autor del blog homeopático da como única explicación que «eso es lo que han descubierto los homeópatas a través de doscientos años de experiencia”.
“Y yo les creo, por supuesto”, ironiza Yamato.
Es que tomar o no tomar homeopatía conduce a una respuesta casi metafísica. No sucede nada. Absolutamente nada. Porque la aceptación de esta especialidad, que existe casi sin cambios desde los tiempos de Samuel Hahnemann, es una cuestión de fe, y la fe no se discute: se practica, se predica, y se comulga con otros de la misma fe.
Y al que no le guste, a tomárselo con agua y azúcar.