Hace poco tuve que tender un manto de misterio sobre el motivo por el cual no pude mantener actualizado este blog. Ya lo puedo decir. La causa fue mi participación como asesor en el ciclo de Nat Geo Los Elegidos. Fueron más de cinco meses de trabajo que ahora terminan en menos de 2 horas y media compactas horas de aire.
Los Elegidos aborda el fenómeno cultural, social y religioso del movimiento de contactados con extraterrestres en América Latina, Brasil y los EE.UU. El objetivo del ciclo fue dar la palabra a los protagonistas, presenciar los rituales que realizan en sus santuarios sagrados, “lugares energéticos” enclavados en donde –según creen– existen ciudades ocultas bajo tierra o en otro “plano dimensional”, y entrevistar a especialistas que dan su visión de cada experiencia, sitio o fenómeno asociado a estos grupos.
No puedo adelantar ninguna de las apasionantes historias que la producción recopiló en Monte Shasta (EE.UU.), Valle de Santiago (México), la Laguna de Guatavita (Colombia), Sierra del Roncador (Brasil) y el Cerro Uritorco (Argentina). Pero sí puedo entrar por una puerta que no pudimos abrir. Me explico: uno de los “santuarios” que figuraba en el listado inicial era la “ciudad intraterrena” de Isidris, sobre el cerro Arco, cerca de la ciudad de Mendoza, y prácticamente a espaldas del Santuario de la Virgen de Lourdes, en El Challao, donde se erige el templo vidriado dedicado a la Patrona de los Enfermos y zona que atrae a miles de peregrinos cada 11 de febrero. Allí la gente recoge bidones con el «agua milagrosa de El Challao» (ver nota) que sana a los que sufren y expulsa a los demonios.
La historia del cruce de ambos “santuarios” siempre me interesó. Pero la inclusión de esta «ciudad intraterrestre» en el plan de producción era poco recomendable. Por dos grandes razones: sus principales protagonistas ya no estaban y, tal vez por lo mismo, la popularidad de Isidris hoy se hallaba en franco declive.
LA «MADRE MAGNÉTICA»
Una de las figuras más atractivas del contactismo menduco fue Perla Edith Perviu De Ituarte, fallecida hace justo un año, en diciembre de 2011. Ella, acaso la primera contactada argentina, tal vez desde comienzos de los años 60, fue maestra e iniciadora de Kervher, primera en “ver” Isidris y autora del primer –y hasta donde sabemos, único– libro sobre el tema.
De Perla –conocida como “Madre Magnética”, “Madre Isis”, “La Capitana” o “Madre Perla”, a secas– escuché por primera vez la expresión “el Himalaya se mudó a los Andes” o que las naves extraterrestres “ponían quinta” para salir de la cuarta dimensión, en una entrevista que le hizo Heriberto Janosch cuando participamos del Congreso Internacional de la Federación Argentina de Estudios de la Ciencia Extraterrestre (FAECE), allá por Diciembre de 1980.
En aquella oportunidad Perla logró convencer al conferencista estrella del Congreso, Joseph Allen Hynek (el astrónomo que asesoró a Steven Spielberg para dar «realismo» al film Encuentros Cercanos del Tercer Tipo y fundador del Center for UFO Studies), a pasar una velada en las estribaciones de la Cordillera para ver “naves”, en realidad una estrella rápidamente identificada por el buen doctor.
Más tarde supe de los avatares de Perla en La Aurora, la estancia de don Tonna (en la zona de Daymán en el departamento de Paysandú, en el límite con Salto, Uruguay), entronizada «cosmódromo» por el médico Argentino Florencio Escardó y el contactado brasileño José Trigueirinho Netto, y en el Uritorco, desde 1986 el cerro más famoso de Capilla del Monte, donde trabó amistad con el finado Jorge Suárez, ex secretario de Gobierno de la localidad y uno de los mentores del “misterio” alrededor de la famosa Huella del Pajarillo.
Durante todos esos años Perla estuvo al frente del grupo La Misión, establecida en una finca a 20 km. de la localidad de Uspallata. Dos veces recuerdo haber recibido el testimonio de familiares de seguidores que se quejaban de que los suyos “habían entrado a una secta”, pero lo cierto es que nadie sabía explicar exactamente cuál era el problema con la “capitana”, aparte de que afirmaba contactarse con el Comandante Ashtar y cuya cosmovisión parecía estar con los pies en otra tierra. También me acuerdo de la anécdota que contó uno de sus seguidores en aquel congreso de la FAECE, sobre la vez que se desplazó con su gente a Mar del Plata para “conjurar un terrible maremoto”. Pero el oleaje fue apacible. Eso no le impidió jactarse de haber conseguido lo que nadie más había logrado: los meditadores “detuvieron el cataclismo” que ella misma –y no los meteorólogos– había anunciado.
Suárez, el ex funcionario de Capilla reconvertido ufólogo, estuvo muy relacionado con Perla. “Fue parte fundamental de mi iniciación espiritual”, explicó en la emisión de Alternativa Extraterrestre de comienzos de 2012 donde se despidió de Perla. El ufólogo creía con tanta devoción en sus pretendidos «dones» que llegó a presentarse en el hospital donde fue internada Gabriela Castalzano, una joven que se extravió una semana en el cerro Uritorco en el invierno de 1986, para llevarle un mensaje. “Tu misión se ha cumplido”, le dijo Suárez de parte de Perla, y se retiró.
Una prueba de que Perviú fue esquiva con quienes, sin ser seguidores, quisieron conocer su vida como “contactada”, “vidente” o “maestra espiritual” es que no circuló ninguna fotografía de ella.
¿QUIÉN ES KERVHER?
Nació en Mendoza, Argentina, en 1963. Firmó con ese seudónimo –Kervher– su libro Isidris, Ciudad Dorada Intraterrena (1993) –sólo puso su nombre en posteriores reediciones–. Allí cuenta cómo supo que en el cerro Arco (a 10 kilómetros de la ciudad de Mendoza, en la falda de los Andes) funcionaba una suerte de ciudad paradimensional que sólo ella y algunos elegidos eran capaces de ver.
La existencia de esta fantástica metrópoli se le reveló a poco de visitar el cerro Uritorco y conocer la leyenda de la ciudad de Erks. En esa localidad cordobesa conoció al artista Fedhar, quien le ayudó con sus dibujos a “visualizar” las características que tendría esa ciudad. Por aquellos años Kervher declaraba no ser la autora de aquel libro sino su “canalizadora”: el responsable de todo cuanto allí se afirmaba era “el comandante Nhemmok”. Ella misma me lo confirmó en 1994 cuando fuimos a entrevistarla con mi amigo, el antropólogo Ignacio Cabria, por entonces canciller en el consulado español en Mendoza, y el psicólogo Antonio Baragiola, ex corresponsal en esa ciudad de las míticas revistas Lumieres dans La Nuit (LDLN) y Flying Saucer Review (FSR).
En entrevistas a diversos medios durante los años 90 nunca se presentó con el nombre que figura en su documento de identidad, Verónica Lizana. Tenía 15 años cuando participó con su madre en el grupo de Perviú. A fines de los noventa emigró a Montreal, Canadá, y si bien siempre contestó mis mensajes muy atentamente, no parece muy interesada en revivir aquellos tiempos.
SAN ISIDRIS
Cuando la entrevisté por segunda vez, allá por 1999, me habló de sus experiencias junto a Perla Perviú. No me dijo por qué se apartó tan pronto de ella. “Con (Perla) tuve experiencias muy hermosas –dijo–. Lizana se casó, pero su marido no comprendía del todo sus experiencias extraterrestres. Ya separada, en 1995 se volvió a casar. Un platense dedicado al contacto extraterrestre (luego conocido como Comandante Clomro), hizo las gestiones gracias a las cuales pudo conocer al padre de su primogénita, un porteño aficionado a la metafísica. “Estábamos participando en una meditación con gente del Grupo Alfa y Clomro me habló de Isidris”, me reveló a mediados de los 90 el esposo de Kervher. “Quise conocerla por qué en uno de mis viajes astrales veía una ciudad, que posteriormente reconocí como Isidris.”
Lizana trabajó como docente y obtuvo el título de Licenciada en Análisis de Sistemas. En su casa vendía libros y artículos esotéricos. Durante los “años de oro” de Isidris solía realizar sus peregrinaciones al cerro Arco discretamente, odiaba las aglomeraciones. Dice que en su día denunció a una mujer que decía ser Kervher y llevaba gente a la cima del cerro Arco cobrando entre 100 y 200 dólares. También puso en evidencia a un hombre que vendía terrenos cerca del cerro asegurando que era “tierra sagrada”, cuando en realidad era tierra fiscal y, por ende, invendible.
En 1991, el Grupo Alfa, el instituto que regenteaba Francisco Checchi, compró terrenos y recibió un mensaje del extraterrestre Soltec, quien proclamó a la zona del Challao “tierra de elegidos”. También supo de un libro apócrifo con su firma cósmica.
“Yo no estoy en el tema OVNI sino en un camino espiritual, donde los ovnis son una parte. Estuve en programas de radio y televisión en Rosario, Córdoba, Mendoza y me hice conocida con Isidris, pero tengo escritas muchas otras cosas que, por falta de medios, nunca pude publicar”, me explicó.
Durante un año tuvo un programa radial, pero nunca un espacio televisivo. “No me quiero mostrar”, me explicó por aquellos días. ¿Motivo? Se declaraba enemiga de promover un culto a su personalidad. “Nunca me interesó la fama”, me dijo. “No hay aquí una cuestión de egos. Hay muchos ejemplos de que esto no funciona. Hay gente que empieza colocándose por encima de otros, se hacen llamar maestros y terminan enloqueciendo a causa de su ego.”
Kervher señala una roca situada cerca de la cima del cerro como capaz de irradiar “energías curativas” y dice que Isidris sólo se deja ver entre aquellos “que están dispuestos a creer en lo que ven con cualquiera de los sentidos ultradimensionales”.
Isidris no llegó a desarrollarse ni a transformarse en un fenómeno de masas, pero una banda de rock tomó su nombre para editar un disco y sitios turísticos promocionan la “Piedra sanadora”, que se encuentra a 16 Km. al noroeste del Km. 0 de Mendoza sobre el río Casa De Piedra a 1.270 Mts. de altura en el Challao, Las Heras, cerca del cerro Arco y a 4 Km a pie desde la playa de estacionamiento.
Me acerqué hasta Isidris en dos ocasiones. Una de ellas junto a Ignacio Cabria, en 1994. Otra en 2007, junto a mi amigo Pablito Lozano, para estudiar la posibilidad de incorporar el caso en Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina.
Aquella vez no llegamos muy lejos, apenas tomé algunas fotografías desde la base. Sólo hice una observación significativa: desde donde nos encontrábamos distinguí un motel sobre la Avenida Champagnat llamado San Isidro, detalle en el que –entonces– no puse atención (prueba de ello es que no le tomé fotos). Ya de regreso, le pregunté a Pablo si allí había un motel San Isidro. “Sí, seguro que tiene ese nombre por el dique San Isidro, que está a 1 kilómetro de acá”, me explicó Pablo. Así supe, o creí saber, cómo se pudo originar el nombre de Isidris.
Enlaces
«En el nombre del dios ovni». Por A. Agostinelli. Revista Descubrir Año 5, Nº 59. Junio de 1996.
Débora Goldstern resume en su blog un capítulo de “Isidris” Ciudad Subterránea en Mendoza.
Un relato sobre Perla por el contactado español Licerio Moreno (Asociación Adonai).
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