Hace años que estoy alejado de ufolandia, pero como los asuntos humanos involucrados en la cuestión aún me apasionan no puedo evitar curiosear y tratar de saber en qué andan algunos de mis ex colegas. Y la verdad es que casi todo lo que hay que ver es una vergüenza. Con Luis Burgos, antes de que se volviera loco, se podía conversar. Ahora se babea por ir a la tele en pos de su más preciado botín: fotografiarse junto a alguna modelo. ¿Qué otra cosa hace? Pues “denunciar a los Piñones Fijo”, como les llama (remedando al payaso cordobés) a todos los que no comulgan con su ideario (que, dicho sea de paso, nadie sabe bien cuál es). Entre los piñones -vocablo que en la jerga de Burgos equivale básicamente a vagos– el ufólogo platense incluye a su viejo amigo Carlos Ferguson, un ilustrador que logró colarse en la comisión oficial sobre ovnis de la Fuerza Aérea Argentina, en un affaire condenado a no figurar, siquiera, en la letra chica de la historia de la búsqueda de extraterrestres en la Argentina. R. Banchs, un arquitecto, psicoanalista y ufólogo que ha consagrado su vida a los platos voladores, ha reaparecido el año pasado para dar una conferencia lavada, dispuesto acomodarse a la posteridad participando en una módica audiencia de “desclasificación ovni” en el Concejo Deliberante de Rosario. Y podríamos seguir con otros ejemplos.
En España los afanes de figuración de los ufólogos son menores. Allí asistimos a un repliegue ordenado. Por ejemplo, instituciones decanas como Fundación Anomalía/Íkaros intentan dejar sus papeles a mano así el trabajo que realizaron a lo largo de lustros es útil para quienes les divierte seguir o creen que pueden echar algo más de luz sobre la cuestión.
Cuando la Fundación Íkaros decidió bajar las persianas, a sus impulsores les quedó una asignatura pendiente: publicar los índices de la que fue durante años su publicación oficial, Cuadernos de Ufología (CdU).
En un mensaje a quienes fuimos lectores y colaboradores de la revista, Matías Morey Ripoll anunció que están a disposición de todos, en formato PDF, los índices completos de CdU desde el número 1 al 35 (2ª y 3ª época), que incluyen y mejoran los ya aparecidos con el número 15 en 1993. Matías, cual notario supernumerario de la Fundación, compiló y publicó aquí aquel precioso catálogo:
Agradecemos esta contribución para que la memoria de Cuadernos de Ufología perdure en el tiempo y añoramos que en un futuro no muy lejano la colección digitalizada pueda estar accesible online para el público en general.
POST CRIPTUM 19/7/2018: El ufólogo Isaac Koi subió a la web la colección completa de CDU. Aquí está la Primera Epoca y aquí la Segunda Época. Esta encomiable iniciativa, sumamente útil para los historiadores de estos fenómenos, hubiera sido imposible sin la generosidad de autores, editores y del propio Koi. Gracias a todos.
ENLACES RELACIONADOS
Contacto en el Kavanagh (Capítulo II de Invasores), por A. Agostinelli, CdU nº 34, pp. 36-55.
1965: cuando los ovnis invadieron la Antártida. Por A. Agostinelli
Sin Cuadernos, de la Ufología hispana sólo queda un hilito de voz. Por A. Agostinelli
ETs en TV: si los marcianos ven nuestra tele jamás aterrizarán. Por A. Agostinelli
Ovnis fantasmas: los que nunca existieron. Por Joan Plana Crivillén
Coches voladores a estrenar: fraudes, rumores y ciencia-ficción. Por A. Agostinelli y Luis R. González Manso. CdU n° 29, pp. 2- 50. También en Micromegas. Crónicas contemporáneas de la cultura y la ciencia humanas. (Ed. Fundación Ikaros, 2007).