Bimbo, el perro que fue a Marte, expulsado por «bestialismo»

Bimbo le sacó 17 años de ventaja a Laika, la primera perra –y primer ser vivo – en salir al espacio exterior. En rigor este cuatro patas fue más allá: viajó hasta el Planeta Rojo en una animación titulada “Bimbo Up To Mars”.

La historia que corre por detrás de la animación creada en 1930 en los estudios de los hermanos Fleischer tiene alma de novelón: el perrito perdió toda posibilidad de conquistar el protagonismo que merecía porque fue relegado a un segundo plano. Su novia, una bomba sexy llamada Betty Boop, comenzó a hacerle sombra. En 1932, ocupó el lugar de estrella de la cultura popular de su tiempo y lo borró de la historieta por completo. Con una ayudita de la censura, que terminó por dejarlo fuera de carrera. Según los censores, un perro, aunque estuviera dibujado, no podía tener una novia humana.

La Motion Picture Produces and Distributors of America (MPPDA), conocida como “la Oficina de Hays” (por el presidente de la asociación, William H. Hays), ponía el ojo censor y la guadaña artera en cada guión. Había desarrollado “un programa de censura sistemático para impedir que cualquier material considerado moral y políticamente cuestionable llegase al cine”, aplanando las historias para acomodarlas a la visión conservadora de la censura. Estas medidas, vigentes hasta 1960, fueron también un modo de mantener a las películas libres de restricciones de edad y disponibles para exportarlas fuera de los Estados Unidos.

BIMBO VIAJA A MARTE
En la animación, Bimbo es acosado por un ratón –parecido a Micky Mouse, pero estéticamente más próximo a Popeye el Marino– y lo vemos treparse a la cañita voladora a bordo de la cual será despachado a Marte, en una misión visionaria del programa Apollo. Tras herir a la Luna y dejarle un chichón a Saturno, Bimbo desciende sobre Marte, donde conoce a seres con tres ojos, un ladrón marciano que le regala dinero a sus víctimas y otro que trata de poner una carta gigante en un pequeño buzón. Marte como “mundo del revés” es todo el mensaje que vamos a pescar, ya que –hacia el final– la trama derrapa en una coreografía somnolienta.

En 1924 Max Fleischer ya había filmado «Un viaje a Marte» con el desgarbado payaso Koko. Este personaje vive sus extraordinarias aventuras junto al propio Fleischer, que entra en el mundo de tinta china de su creación para vivir toda clase de peripecias con los habitantes subterráneos de Marte, que culminan con la “caída” de ambos protagonistas de regreso a la Tierra.

Koko y Bimbo sólo fueron un par de los tantos astronautas que visitaron Marte antes de que los marcianos se tomaran la “vendetta” de 1938, cuando Orson Wells recreó en su programa radial el libro “La Guerra de los Mundos” de H. G. Welles. Nueve años más tarde, en 1947, tuvo lugar la invasión marciana más importante de todas, la que llegaría para conquistarnos en sus platos voladores.

Treinta años más tarde, el mito marciano comenzaría a disiparse con el advenimiento de un planeta Marte menos romántico, más frío y desolado, con las imágenes que recibimos de la sonda Mariner 4 en julio de 1965. Desde entonces, los ufonautas buscarían hospedarse en regiones más amigables.

La extinción de los “canales” de Giovanni Schiaparelli y Percival Lowell (que evocaban la idea de construcciones artificiales, aunque no necesariamente era eso lo que implicaba la expresión “canali”) fue casi tan demoledor como lo fue, en 1998, las fotografías que tomó de la famosa “cara” de Marte la NASA Mars Global Surveyor. La falsa efigie era una montaña de forma irregular. Había adquirido significación –al punto de haber bautizado la zona Cydonia City– debido a un oportuno juego de luces y sombras, a la baja resolución de las cámaras de la Viking 1 (que capturó el famoso “retrato”) y al enorme deseo de imaginar que aquello era lo que muchos deseábamos que fuese.

El “Viaje a Marte” que filmó Thomas Alva Edison en 1920 (considerada la primera película norteamericana de ciencia ficción) muestra a un científico inventando un elixir que acompañará a buena parte de la filmografía clase B que le sucederá: crea una sustancia que elimina la gravedad. Este producto lo dispara a Marte, donde se cruza con árboles parlantes y un gigante (con un par de orejas élficas que décadas más tarde legará el Sr. Spock), que lanza un aliento de hielo seco que lo regresará a la Tierra de un soplido; como en el viaje de Koko, la Ley de Gravedad funciona del mismo misterioso modo.

En otras realizaciones en 8 mm. viajan también Mutt y Jeff y El Gato Félix. En “Felix The Cat: Astronomeows”, 1928, el animal dibujado se postula como presidente de los felinos y anuncia que vivir en Marte es, para los gatos, mucho mejor. Tendremos que esperar hasta 1948 para ver a Marvin el marciano, acaso uno de los personajes más relevantes de Looney Tunes, cuya misión es destruir a la Tierra porque «le obstruye su visión de Venus”. Es digno de nota que su motivo para hacerlo fuera casi tan superfluo como el invocado por muchos contactados de las décadas por venir.

Gracias Matías Morey Ripoll por señalarme el inspirador sitio SFMars

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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