
Datos, reflexiones e historias para un (im)probable cierre de ciclo.
(Fuente: revista Bacanal Nº 86, enero de 2012. Primera publicación online del artículo, sin infografía y recuadros del original).
Patrick Geryl es un escritor belga a quien le apasiona hacer encajar piezas de rompecabezas imposibles. Es capaz de articular en un encadenamiento de apariencia lógica escenarios o conocimientos que otras personas, incluso los especialistas, no ven en absoluto. Patrick une campos tan alejados entre sí como la historia, la geología o la mitología. Un día, enfrascado en la lectura de unos códigos, creyó descubrir que el eje de la Tierra no es tan estable como los científicos creen. Y notó que los mayas y los egipcios antiguos lo sabían. Sabían, por ejemplo, que en 2012 el Polo Norte pasará a ser el Polo Sur. La hecatombe que imagina disparará violentos terremotos y desatará olas que alcanzarán cientos de metros de altura. Este fenómeno, relacionado con cambios en las manchas solares, está a tiro de los poderosos telescopios orbitales que escudriñan cada erupción solar. Pero ningún científico ve lo mismo que Geryl.


Pero la bola de cristal es borrosa para todos. No sólo las profecías religiosas fallan, también lo hacen las seculares. Antes de 2000, el presagio fue un crash informático que no sucedió. La segunda profecía laica –después de Heavens Gate, el culto platillista de Marshall Applewhite– fue que el auge de creencias estrambóticas provocaría una ola de suicidios en masa. Eso tampoco sucedió.
COMO UN HADRÓN EN LA NOCHE
Mezcla de anhelo social por un cambio profundo y el pesimismo de pensar el porvenir en el umbral de una crisis económica mundial, la historia del apocalipsis que nos merecemos tiene la forma del futuro que cada sociedad sueña para sí misma.
No habría espacio para teorías alarmistas sin malas noticias. E internet ayuda a corroborar y nutrir más rápida y eficazmente la sospecha de un giro siniestro. El rumbo geopolítico de las potencias que invaden o acorralan a los países débiles, la represión a los movimientos de protesta, la mezquina distribución de la riqueza y la imprevisión ecológica, refuerzan las visiones apocalípticas de la crisis social. Este apolipticismo secular, sin embargo, no pierde las ilusiones: el cambio depende del hombre.
Un catastrofismo más ligado a interpretaciones religiosas, ajeno a la voluntad humana, pone el ojo en los fenómenos climatológicos, sísmicos y planetarios. Otro, combinación de las anteriores, vislumbra un futuro negro en el manejo de la ciencia y la tecnología. Así tenemos un apocalipsis a medida de un terrorismo pequeño y poderoso (provisto de armas nucleares o bacteriológicas), desastres atómicos latentes a semejanza de Fukushima o mitos rampantes como el que inspiró el Gran Colisionador de Hadrones, cuando la imaginación popular le adjudicó a un acelerador de partículas el don de crear un big-bang con la capacidad de destruir el mundo.

Creer en conspiraciones “reemplaza a la religión como medio para situar el mundo sin desencantarlo, sin robarle su misterio”, dijo el crítico literario John McClure. Explicar el mundo postulando el imperio de fuerzas ocultas que nos trascienden podría ser una suerte de satanismo al paso. Ejemplos extremos: las milicias derechistas de los EE.UU. o aquellos personajes extravagantes que ajustan cuentas por libre, como Timothy McVeigh, autor en 1995 de la voladura del edificio federal de Oklahoma, cuando vengó el ataque a los davidianos en Waco, o científicos pasados de rosca como el matemático Theodore Kaczynski, o Unabomber, quien –entre 1978 a 1995– envió 16 cartas bombas, que mataron a 3 personas e hirieron a 23, en su afán por difundir su crítica a la sociedad moderna. Para no citar las profecías autocumplidas como las que, desde el 11-09-2001, abrieron otro ciclo de muerte, paranoia y terror.
Patrick Geryl no es una persona fácil de localizar por estos días. Su profecía es laica, él no apela a las plegarias sino a salvar físicamente el pellejo. Por eso se mudó a algún lugar de los montes Drakensberg, las montañas más altas de Sudáfrica. No cuesta imaginárselo recalculando fechas (especialmente después de lo mal que le fue al pastor Harold Camping, quien en 2011 vaticinó dos acontecimientos bíblicos que no sucedieron) o en pos de ofertas de barcos insumergibles, las arcas que recibirán a los supervivientes de último momento, que ya abonaron 15 mil euros per cápita para reservar lugar en su refugio del fin del mundo.
Geryl recoge un poco el fruto del pánico que él mismo ha sembrado en libros como “El cataclismo mundial de 2012 (Kier, 2006) y “Cómo sobrevivir al Cataclismo de 2012” (Kier, 2006). “No habrá nada más horrendo, a la Tierra le espera la destrucción total. Será mil veces peor que mi descripción, porque una terrible hambruna, frío y dolor nos dominará”. En España sus seguidores se agrupan en torno a los GSE2012 (Grupo de Supervivencia de España 2012) y al dinámico emprendedor, Jonatan Bosque. Ya son 165 miembros, de los cuales 50 han aportado 200 euros por el terreno para el bunker, hasta completar 2.400 euros de inversión. En su web indican cómo construir y proteger a los refugios de hormigón de la radiactividad: “Dos metros de tierra equivalen a un metro de hormigón, y es una opción mucho más barata”, explican. “Si no declaran su refugio como búnker, evitarán el registro de la Guardia Civil y la expropiación forzosa por causas mayores. Ud. se vería privado de su refugio en beneficios de otros”.


Argüelles, un doctor en Historia del Arte de la Universidad de Chicago, murió el 23 de marzo de 2011 y no podrá “cerrar el ciclo”, tarea para la que había sido ungido por los “mayas galácticos”. Pero su movimiento perdura entre quienes consideran que “su deceso significa que el ciclo está llegando a su fin”, como explicó Guillermo Medina Gómez, uno de sus seguidores en Yepómera, México, y como lo ratifican cientos de arguellistas que se alistan en el mundo, incluyendo los alrededores del cerro Uritorco, en las sierras de Córdoba.
ECOS DE LA UTOPIA MILENARIA
El concepto de apocalipsis, una revelación que puede constituirse en catástrofe o renovación, es ante todo una construcción social. El 21 de diciembre de 2012 sin duda asistiremos a un cierto cierre de ciclo. Inmunes a las decepciones, ya que los buenos creyentes son capaces de racionalizar las noticias y legitimar las profecías que más se alejaron del blanco, nuevas fechas prorrogarán las amenazas de Dios o las esperanzas de convivencia armoniosa.
El fin de las utopías, o visiones como “el fin de la historia” de Francis Fukuyama, han encajado con la caída de la Unión Soviética y la supremacía del “paraíso capitalista”, como si tal cosa hubiese liberado a la humanidad de sus conflictos históricos. Tales diagnósticos contrastan con una reciente portada de la revista Time, que –un año después de haber coronado personalidad del año a Mark Zuckerberg, fundador de ese altar al ego que es Facebook– eligió a la figura de El Manifestante, que –encapuchado y multiplicado por miles- salió a las calles de Medio Oriente, el norte de Africa, Grecia, Chile, España y Wall Street para luchar por sus derechos, muchos de los cuales se repiten como ecos milenarios.

Primera publicación: revista Bacanal Nº 86, enero 2012.
Enlaces:
Descargar nota original completa en pdf
El profeta del 2012 se fue justo antes de «el fin del los tiempos». Por A. Agostinelli, en Ciencia Bruja (31-3-2011)
La última profecía del fin del mundo ¿será la vencida? Por A. Agostinelli, en Ciencia Bruja (19-10-2011)
Llegó 2012: los otros pregoneros del apocalipsis. Por A. Agostinelli, en Ciencia Bruja (4-1-2012)
El 30 de junio de 2012 es el fin del mundo… de una larga lista. Por A. Agostinelli, en Ciencia Bruja (30-06-2012)








