Parece tan poderosa la embestida (no solo oficialista, sino social y cultural) que denuncia las torpezas, insidias y bajezas que comete a diario Clarín que uno se pregunta cómo es posible que los editores de este medio insistan en incurrir en vicios desinformativos que fueron reiteradamente desenmascarados. Latiguillos, operaciones políticas (mal) encubiertas, lisa y llana desinformación para desviar el foco de investigaciones judiciales… Uno, convencido de que la consciencia colectiva crece a pasos agigantados, cree que ya ni falta hace llamar la atención sobre ciertos ejemplos de mala praxis periodística. No es así.
La revista Barcelonafueel primer medio argentino que recurrió a la parodia para develar que el diario recurría abusivamente al condicional («sucedería», «sería», «habría»), un truco que genera la ilusión de informar pero no lo hace y se presta para difundir rumores o traficar ideas seguramente ajenas a cualquier acontecimiento comprobable.
Dejando de lado toda consideración sobre la realidad de los milagros, o sobre cuán eficaces pueden ser los papas muertos para curar el mal de Parkinson, ayer nos merendamos este titular:
Aparentemente, el problema de Sergio Rubín, redactor del texto, es que los que confirmaron la noticia “no estarían” en condiciones de confirmar gran cosa: el copete explica que el supuesto milagro atribuido a Karol Wojtyla fue aprobado por la junta médica del Vaticano.
¿Qué autoridad científica tiene la junta médica del Vaticano para “aprobar” una presunta curación inexplicable? Ninguna, desde luego, la Iglesia solo usa la ciencia para dar visos de verosimilitud a fenómenos religiosos sobre los cuales nadie, en el mejor de los casos, puede hacer afirmaciones seguras.
Pero lo que ahora nos interesa es el titular, que banaliza el uso periodístico de la expresión “confirmado”. Si está confirmado, un acontecimiento es cierto. Y confirmación, según la RAE, significa “probar nuevamente la verdad y certeza de un suceso”. Es decir, una noticia “confirmada” se lleva a las patadas con el condicional.
Distinto sería si Clarín, en vez de un “medio independiente” fuese un órgano de la Iglesia Católica. Si así fuera, la “confirmación” adquiere un sentido opuesto, ya que es
… uno de los siete sacramentos de la Iglesia católica, por el cual quien ha recibido la fe del bautismo se confirma y corrobora en ella y recibe el don del Espíritu Santo.
Pero las cosas no parecen ser así. Si el milagro atribuido a Juan Pablo II fue confirmado, este “se habría realizado” y Rubín hubiese titulado:
Confirmado: Juan Pablo II realizó un milagro.
Ahora, dejemos el diario.
Si el rumbo de la política eclesiástica sobre este tema sigue su curso, Juan Pablo II será proclamado beato (todavía un poco menos que santo) hacia fines de 2011.
Y si se me absuelve por el exceso de suspicacia, nadie me quitará de la cabeza la sospecha de que Benedicto XVI ha sacado de entre sus blancas túnicas un espléndido ardid propagandístico para renovar la convocatoria a la clientela y menguar decibeles a la ofuscación general por la divina indulgencia con que el clero se esmeró en encubrir la pederastía sacerdotal.
Por suerte, el atroz pecado católico explotó justo antes de convertirse en el octavo sacramento.
Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.
Fue redactor de las revistas Conozca Más, Misterios, Enciclopedia Popular Magazine y Gente, y de los diarios La prensa y Página/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir y NEOy fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticiasy otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.