Por ahora es una tirada limitada: 715 botellas destinadas a distritos lejanos, donde el destilado de malta escocés transformado en whisky jerezano envejecido en ‘Sherry Casks’ (toneles de Jerez) tiene buena prensa. Acaba de salir al mercado y entre los ufólogos ya se abrió una grieta: si para algunos utiliza de una forma bastarda y mercantil el fenómeno ovni; para otros es una una nueva representación de un artefacto cultural en permanente mutación.
Toda la campaña de ‘Abducted’ está atravesada por la jerga de la ufología, el misterio y lo sobrenatural:
“Testigos oculares han declarado que una malta pura fue abducida de Escocia para ser envejecida en 12 barricas muy especiales de oloroso, amontillado y Pedro Ximénez en Jerez de la Frontera, España”.
En la web del producto leemos que “el espíritu escocés” viró en un “estado alterado”, que las barricas de roble usadas para transformar su espíritu “deben haber contenido cerezas fuera de este mundo”. Y que, según un reconocido especialista, “el sabor del whisky es sobrenatural” (aunque luego cueste creer que el efecto es consecuencia de la combinación de los tres tipos diferentes de barril de jerez). Que el producto envejeciera “en el misterioso Triángulo de Jerez influye en sus propiedades estelares” no le impide al creativo desembocar en el más común de los lugares: “La personalidad compleja y la profundidad inusual de este whisky le otorgan una identidad extraña en la comunidad más amplia de los whiskys”.
Ahora bien, ¿qué es el Sherry Casks? Así se le llama al tonel de diseño cuasicilíndrico característico de Jerez que -según fuentes de la localidad- se están disputando destilerías de todo el mundo “para dar a sus productos, en particular los whiskies, un toque de distinción durante el proceso de envejecimiento”. Ese toque son, claro, las botas envinadas con vinos de Jerez.
Una crónica del apócrifo ‘The Caledonian Herald’, que es la etiqueta del whisky, informa que “la malta abducida sufrió una profunda metamorfosis en su proceso de envejecimiento tanto por el uso del tradicional sistema de criaderas y soleras propio de los vinos de Jerez como por el empleo de botas de roble americano que “debieron contener jereces fuera de lo común”.
El diseño de la botella y el packaging son obra de Luis Vázquez Pinteño y el desarrollo del producto de Sánchez Romate, quien primero lo quiso bautizar ‘The Alien’ pero la marca estaba ya registrada.
César Gutiérrez, del departamento de Exportación y Marketing de Sánchez Romate, aportó otro elemento alienígena al relato. Según un reconocido experto (tan reconocido que ni siquiera hace falta citar por su nombre), las “características extraterrestres de este whisky pueden deberse a la influencia mágica del Triángulo de Jerez”.
El Diario de Jerez publicó una extensa nota donde los juegos de palabras continúan. “El caso es que las poco más de 700 botellas de la primera saca han volado, o mejor dicho, han sido abducidas, si bien se desconoce si han llegado a algún otro planeta de la Vía Láctea”, concluyó el redactor, A. Espejo.
Vía Javier Sierra, con el agradecimiento a Ignacio Cabria por referir la noticia en la lista privada Anomalist.
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