Coco: Entre la Reafirmación de Otros Mundos y la Defensa de la Memoria

“In your face, Donald!”, pensé, secándome las lágrimas, cuando salí de la sala donde vi “Coco”, la última película de Pixar (Lee Unkrich, 2017). Alguno dirá que me saltó el enano anti imperialista, o que una película nunca le va a quitar las ganas de erigir muros a un coloso. Puede ser, pero lo cortés no quita lo valiente. Este lujo de Pixar reivindica una celebración central en la vida cultural del pueblo mexicano, el Día de los Muertos. De paso, endereza la mirada y quita las anteojeras a cierto desprecio o minimización de la religiosidad popular en los ámbitos seculares y racionalistas frecuentados por más de un lector de este blog. 

“Coco” es una aplanadora de sentimientos, colores y significados con escenas que pocos resisten el deseo de compartir, pero que conviene hacerlo (resistir el deseo, digo) porque siempre es preferible arengar al amigo aún arisco a ver esta joya, qué digo, esta cadena de joyerías, para disfrutar junto a los más chicos y, si es posible, llevarse la película puesta.

En fin, es imposible descubrir la pólvora al comentar una peli que lleva tantos días en cartel, recogió tantos premios y tuvo más de 300 millones de espectadores en todo el mundo. Pero aún se puede acercar la visión de un antropólogo argentino que destaca una de las claves del film: “son nuestras acciones”, recuerda el Dr. Gustavo Ludueña, “las que proveerán las condiciones de existencia básica de nuestro propio recuerdo o anti-recuerdo entre quienes nos sucedan”.
A.A.

Por Gustavo Andrés Ludueña (*)

La verdad que la miré desconfiado esperando encontrar algo muy parecido a «El Libro de la Vida», otra bella e interesante producción animada que tiene algunos cruces de comparación con «Coco». Sin embargo, este es un producto muy diferente. A través de personajes elaborados y entrañables, poderosos efectos emotivos y giros dramáticos inesperados, «Coco» desarrolla una historia que se monta sobre distintos elementos culturales y tradiciones mexicanas que se funden en una estética armónica y (a mi parecer) admirablemente lograda.
«Coco» se adentra en los límites de un imaginario cultural que invita de manera insistente a una profunda reflexión escatológica.

Las reproducciones visuales del mundo de los muertos, mostrado como un universo paralelo que teje puentes cada día con el de los vivos, me recordó producciones que, si bien abrevaron en otras temáticas y tramas –tales como Matrix o Harry Potter, entre muchos otros–, habilitan la imaginación crítica del propio mundo por contraste con escenarios mágicos o distópicos (o incluso utópicos, claro). Por esto último, hay en «Coco» una reafirmación acerca de que el mundo en el que vivimos no es el único; ni el mejor ni el peor sino, simplemente, uno más entre los posibles. En este sentido, los muertos no se van sino que están siempre, en tanto y en cuanto no los olvidemos.

Las relaciones familiares sobreviven a la muerte y, por eso, el ciclo de la vida se burla de la muerte tomando al recuerdo por parte de los vivos como un poderoso instrumento vital. La familia se transforma en la aseguradora del mandato de mantener viva la memoria de los antepasados, y de ahí que la película gire insistentemente sobre la tensión entre recuerdo y olvido. El acto de recordar no consiste ni se agota en un culto formal y rutinario sino, por el contrario, en uno alegre y festivo que tiene por misión homenajear afectivamente a quienes ya no están. La muerte final -que no se limita a la mera desaparición física de quien fallece, según bien lo muestra la animación- es el fatal olvido; es este último, precisamente, el que representa la muerte de todas las muertes posibles (aquella a la cual hasta los mismos muertos le temen). Por ello, el film sugiere celebrar a los antepasados y pensar con supina naturalidad que todos seremos -en algún momento- un recuerdo. Aparece también aquí, como una moraleja final, un mensaje de contenido moral: nuestras acciones serán las que proveerán las condiciones de existencia básica de nuestro propio recuerdo o anti-recuerdo entre quienes nos sucedan (sea por las malas acciones realizadas o por una merecida inexistencia del mismo). En pocas palabras, creo que permite reflexionar un poco -a través de una disposición visual bastante amena- sobre cómo lidiamos (o no…) con la muerte en nuestras propias vidas.

(*) Gustavo Andrés Ludueña es Licenciado y Doctor en Antropología Sociocultural por la Universidad de Buenos Aires, y Magíster en la misma disciplina por la Memorial University of Newfoundland (Canadá). Se desempeña como investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, y del Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín.

AGRADECIMIENTOS. A Alejandro Frigerio, por sugerirnos la lectura de este texto de Ludueña (publicado originalmente en su muro de Facebook, 13.2.2008) y al autor por permitirnos su reproducción.

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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